¿Sabías que la mayor parte del trabajo de estas agencias tiene como objetivo identificar a los empleados que han cogido una baja aunque no les pase nada realmente?
Si está valorando estafar a su empresa pidiendo una falsa baja y empleando el tiempo libre en quedarse en casa mientras cobra la parte el sueldo que le corresponde o buscándose otro trabajo pagado en negro para complementar su sueldo mensual, piénselo mejor. Más allá de otras implicaciones morales, cada vez son más las empresas que acuden a agencias de detectives para investigar a aquellos empleados que sospechan que pueden estar cometiendo fraude por falsa baja laboral.
¿Cuál es el perfil más habitual del empleado que comete esta clase de fraude? Aunque podría pensarse que la crisis ha disparado los casos en los que los trabajadores necesitan complementar su sueldo con otra fuente de ingresos, Ignacio Ochoa, director de la agencia Ochoa Detectives, señala que raramente obedece a la necesidad y que suelen ser aquellos que se decantan por la duplicidad de empleo. “Son aquellos que dicen 'voy a estar cobrando la baja, con las ventajas que ello supone, y voy a ponerme a trabajar en el negocio familiar o haciendo cosas por mi cuenta”, explica.
En un pasado no tan lejano, la mayoría de estos casos implicaban al empleado vengativo que había tenido un conflicto en la empresa y, de esa manera,intentaba equilibrar la balanza por su cuenta. El negocio de la agencia puede haberse incrementado en un 25% durante los últimos años en este concepto, incluso teniendo en cuenta que, como señala Ochoa, el abaratamiento del despido es un factor que debería impactar de manera negativa.
Un consejo en apariencia obvio, pero que conviene no perder de vista: es muy fácil que te pillen. “Si piensas hacerlo, piénsalo bien y ten cuidado, porque a lo mejor esa búsqueda de más ingresos termina convirtiéndose en un despido procedente sin compensación posterior, así que ese intento de complementar los ingresos termina en un empleo pagado en B”, recuerda el investigador. Este afirma haberse encontrado casos llamativos, como el de un empleado que estaba de baja y trabajaba como animador en un centro comercial al que acudían sus jefes, o el de aquel que aducía alergia a un animal… y adoptó un ejemplar de dicha raza.
El proceso del engaño En estos casos de fraude, el empleado suele aprovechar que en el parte de baja no se indica el motivo de la misma, explica Ochoa, para disfrutar de cierta impunidad. Entre las dolencias más habituales se encuentran problemas físicos como los dolores de cervicales o esguinces: “Problemas que son, entre comillas, fáciles de fingir delante del médico”, explica Ochoa. Sin embargo, estos son, al mismo tiempo, los más fáciles de descubrir: “Si coge el coche y mira de izquierda a derecha, si carga peso, o se desplaza a pie”.
La mayor parte de investigaciones, explica la agencia, terminan encontrando culpable al empleado, ya que cuando se encargan hay serias sospechas por parte de la empresa. “Lamentablemente, los casos en los que la baja es justificada son los menos”, explica el detective. “Pocas empresas deciden lanzarse sin tener una sospecha previa, ya sea porque algo ha llegado a sus oídos o porque ha ocurrido anteriormente”.
Las investigaciones suelen durar, en su primera fase, entre tres y cinco días, a los que siguen una posible ampliación de cinco o diez días. La mayor parte del trabajo tiene que ver con la observación directa, la vigilancia y el seguimiento, porque es difícil encontrar datos delatores a través de otras fuentes. Sin embargo, con esto no basta: “No puede basarse únicamente en seguir al investigado, hay que complementarlo porque, por ejemplo, este puede estar entrando todos los días en un centro de rehabilitación por muy distintas razones”, señala Ochoa. “Puede estar limpiando, prestando sus servicios como fisioterapeuta o, simplemente, ser él el paciente”.
Una buena investigación es esencial a la hora de acudir a los juzgados, con el objetivo de reunir todas las pruebas necesarias pero también, como recuerda, para proteger a los trabajadores. “No podemos valorar a la ligera, porque vamos a dejar en mal lugar al cliente por no llegar a final del asunto, o perjudicar al investigado, que no tiene la culpa de que nos haya contratado una empresa poco seria”, explica. Observación y cotejo son los ejes principales de estos procesos.
El daño a las empresas A pesar de lo que se podría sospechar –que son las grandes firmas las que más recursos destinan a este tema–, los clientes más habituales de la firma son empresas medianas o familiares. La lógica es aplastante: “El porcentaje es casi siempre constante: una empresa puede tener 100 empleados, y de ellos, unos 10 de baja, de los cuales, tres mienten (es una estimación)”, explica Ochoa. “Si tienes 1.000 empleados, tienes 100 de baja y 30 mintiendo. Por eso se nota más en las empresas que tienen contratadas una o dos personas: si tienes una de baja, eso supone el 25% de la empresa”.
El mayor interés en subsanar rápidamente la situación, por lo tanto, lo tienen aquellas pequeñas empresas que se ven tremendamente afectadas por cada baja. “Las empresas no siempre son conscientes de que somos una herramienta muy útil”, concluye el director de la agencia. ¿Y legal? “Tanto que es la policía la que nos autoriza para llevar a cabo nuestras investigaciones y como que nuestros informes se presentan a diario en los juzgados”. Ochoa considera que no es tan extraño que, en algún momento del futuro, el investigador privado sea parte tan esencial de las empresas como lo son hoy en día los abogados.
Eso sí, alerta ante el intrusismo en un sector muy dado a ello. “En primer lugar, que sea alguien con licencia”, aclara. “Muchas veces el cliente se da cuenta cuando abandona el juzgado de que la opción tan económica que había encontrado no daba el servicio correcto o que su experiencia era falsa, y ya es demasiado tarde”. Que este concepto suponga el 30% de los servicios de la agencia es un buen aviso para todos aquellos empleados que estén pensando en tomarse la justicia por su mano: sí, estás siendo vigilado. Más de lo que piensas.
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