“Nosotros tenemos que atender la seguridad de los educadores y también de los menores, pero claro, el primer golpe, siempre nos lo llevamos los vigilantes”, explica una fuente del centro. Elcierredigital.com obtiene declaraciones e imágenes exclusivas del centro de menores de Hortaleza en Madrid, que se mantienen pese a la reducción de jóvenes en el centro.
El centro de menores de Hortaleza ha estado en el punto de mira los últimos meses. El descontrol entre los jóvenes que son tutelados por la Comunidad de Madrid, los vecinos cansados de actos vandálicos e incluso delincuenciales, y hasta una granada lanzada contra el centro y desactivada por la policía han sido algunos de los titulares que han rodeado a un centro que debería ser insignia de integración y formación para menores que llegan a España buscando una mejor vida.
“El problema no es nuevo, llevamos muchísimos años con esta situación” explica una fuente de seguridad del centro entrevistada por elcierredigital.com, que explica que la situación sobrepasa todo el personal, tanto de seguridad como de educación, que no dan controlado a algunos grupos e individuos conflictivos que alteran a otros jóvenes y que terminan empujando a todo el centro al desorden. “Unos llaman a otros y los llevan por el mal camino y nosotros, aunque hablamos con cada uno de ellos terminamos colapsados por estas situaciones”, asegura la fuente. Actualmente el centro esta gestionado en tres turnos: mañana, tarde y noche. El personal no supera nunca los siete educadores y máximo cuatro personas de seguridad. Una situación que se agrava en la noche, cuando pueden llegar a quedar solo dos trabajadores que garanticen la integridad física de personal y menores.
Según denuncian las fuentes, durante la noche la pareja de guardias debe hacer rondas juntas, ya que no pueden atender ningún incidente en solitario. “El problema es que si en la noche los guardias se encuentran en el jardín porque se ha colado un mayor que no pertenece al centro o se agreden los chicos, no pueden atender al mismo tiempo un robo o un problema con un educador en la planta uno del complejo, no se puede estar en dos lugares a la vez”. Parte del problema pasa por la modalidad del centro, que es de régimen abierto. En noviembre del 2019, la colaboradora de elcierredigital.com se cuestionaba: “¡Un centro abierto! ¿Qué menor vive en un hogar abierto del que sale y entra a su antojo? ¿Qué se pensaría de una familia que dejara salir a su hijo de 12 o 13 años donde se le antojara y no volviera a dormir en días, sin poner denuncia por su desaparición? ¿O qué padre podría consentir que su hijo no fuera al colegio y se quedara en el parque con los amigos?”
Según explican las fuentes internas, es natural que el centro sea abierto ya que “no es una cárcel, sino un centro de acogida, y los trabajadores y personal dejan su vida por una labor social que es apoyar a los chicos”. No obstante, admiten que el régimen abierto es conflictivo, ya que muchos de los jóvenes mal influenciados no respetan ninguna norma y desacatan ordenes del personal. “Yo personalmente estoy harto de que me llamen maltratador, racista y lo que sea, mientras me desvivo todos los días por mantener la seguridad de los chicos”, asegura uno de los trabajadores. Según denuncian, varios menores no respetan el horario de comida, lavandería y otros servicios y cuando se les niega alguno por estar fuera de horario insultan a los educadores, normalmente acusándolos de “racista” y pudiendo llegar a agresiones físicas.
Aquí es cuando el escaso equipo de seguridad interviene y como explica uno de ellos “somos los primeros en recibir la agresión cuando la hay”. También explican que interceden normalmente en conflictos entre los propios jóvenes, producidos por desencuentros, robos o por encontrarse bajo los efectos de alguna sustancia prohibida en el centro. “Los chicos son registrados cuando entran y se les quita todo lo que sea peligroso o inapropiado, como cigarrillos o incluso drogas, por eso muchos prefieran quedarse en los jardines y no entrar para que no se les decomise nada”, asegura una fuente.
El régimen abierto trae más complicaciones que beneficios, ya que los jóvenes pueden salir y entrar “cuando quieran”. Existen horarios de cierre, a las 22:30 de lunes a jueves y hasta las 23:30 los fines de semana. No obstante, el personal de seguridad explica que muchos llegan fuera de hora a las 2, 3 y hasta 4 de la mañana. “El problema es que llegan exigiendo cosas, cuando lo primero que deberían hacer es disculparse por haber sobrepasado la hora de llegada. Muchos te dicen que les abras porque no son perros para dormir en la calle, que ellos viven ahí. Obviamente, no se les puede dejar fuera, pero son necesarios más controles para los horarios”, explican.
También existe un problema de seguridad en tanto a la entrada y salida, ya que muchos de los jóvenes saltan las rejas sin que la seguridad se de abasto para contenerlos. “Al final, entran y salen cuando quieren”, explican trabajadores del centro. En las imágenes a las que ha tenido acceso elcierredigital.com se puede observar como algunos entran a la casa de acogida saltando la reja.