En las zonas comunes de la planta baja de unos de los edificios de la sede de Pozuelo, junto al jardín, varios empleados echan una partida al futbolín. A pocos metros, otros dos lo dan todo al ping-pong, mientras un tercero aparca su bicicleta en un espacio habilitado para quienes prefieren ir al trabajo pedaleando. Son algunos de los 4.500 empleados que, por turnos, dan vida a la sede madrileña de Securitas Direct. La empresa de seguridad privada cumple 30 años en un momento inmejorable de negocio: de tener un millón de clientes en 2018 ha pasado a duplicar su volumen a finales de este 2023. “Aquí está el corazón detrás del cacharrito que cada uno de esos clientes pone en su casa o en su negocio”, señala Raúl Serrano, director de Operaciones en Securitas Direct España.
Con lo último en tecnología Lo del ‘cacharrito’ no es un eufemismo. En sus 27 años en la empresa no solo ha sido testigo del despegue del sector de la seguridad en España. También ha visto cómo la tecnología avanzaba hasta reducir el tamaño de los dispositivos y dignificar mucho su aspecto. Los de hace tres décadas eran auténticos armatostes y funcionalmente limitados. Ahora son mucho más discretos y eficientes. “Los primeros que instalábamos en casa de los clientes iban con cables. Si había alguna incidencia, la única forma de contactar con ese domicilio para ver si había un ladrón era llamando por teléfono y preguntando de viva voz. Saltar a los inalámbricos fue toda una revolución”, recuerda Serrano.
Con el tiempo llegaron los aparatos con captación de sonido e imagen en tiempo real. Al delincuente se le detecta simplemente con andar merodeando por las inmediaciones. Serrano nos conduce a una sala donde se exponen los distintos terminales utilizados en estas tres décadas de historia. Arranca con los de finales de los 90, toscos y con teclados rudimentarios. A su lado, los sistemas actuales, discretos, elegantes, con tecnología anti inhibición y capaces de captar audio y vídeo con increíble precisión. “Recibir la imagen en tiempo real hace posible determinar si el individuo que está en la casa es el hijo adolescente que ha regresado porque se le había olvidado algo, o es un ladrón. Y lo mismo en un negocio. Aunque no haya luz, nuestros expertos pueden diferenciar solo por el sonido si un maleante está intentando reventar la máquina tragaperras”, señala.
Dentro de una empresa líder en Europa La compañía, integrada en el grupo Verisure, líder en Europa y segundo a nivel mundial, se enorgullece por el esfuerzo tecnológico que hay detrás de sus servicios, avalados por cifras de vértigo: una inversión de 300 millones de euros en los últimos años y 600 ingenieros en su Hub I+D de España. “Tenemos 2 millones de clientes, lo que equivale a 6 millones de personas protegidas. Desde Securitas Direct hemos contribuido a crear y democratizar la categoría de alarmas conectadas y a reforzar la protección de personas, hogares y pequeños negocios, siempre en colaboración con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Gracias a esto España es uno de los países más seguros de Europa”, explica Laura Gonzalvo, directora de Comunicación y ESG.
El secreto de este éxito pivota sobre un personal altamente cualificado para atender cualquier problema de seguridad en tiempo récord y la tecnología más disruptiva del mercado. En el recién inaugurado Security Experience Center exhiben algunas de sus últimas innovaciones: el botón SOS para el hogar (un pulsador con geolocalización que se puede tener en la mesilla de noche o en otro punto de la casa para avisar en caso de no encontrarse bien o tener una emergencia), el reloj de Protección Senior (geolocaliza y detecta si una persona mayor se ha caído y avisa a los servicios de emergencia si fuera preciso), o la novedosa tecnología PreSense, que detecta al ladrón antes de entrar en la casa o el negocio. “Incluye detectores perimetrales, cámaras de seguridad y los detectores de vibración Shocksensor”, añade Elena Elías, directora de Head of Brand & Go to Market en Verisure Securitas Direct.
Estos últimos son pequeños dispositivos, del tamaño de una pinza de tender la ropa, que se colocan en las ventanas y alertan de cualquier vibración inesperada del marco. “Es decir, nos avisa de que alguien está intentando abrir la ventana o romper el cristal, antes incluso de que entren. Con esta tecnología vamos más allá de evitar el robo, impedimos que un extraño se adentre en nuestro domicilio, en nuestra privacidad”. Estos pequeños dispositivos que ya están en el mercado y suman la friolera de 20 millones de aparatos conectados.
Ir a robar y salir oliendo a botafumeiro En caso de que los amigos de los ajeno pongan el pie en una propiedad protegida pueden encontrarse con una desagradable sorpresa de bienvenida: el sistema ZeroVision. Lanzado en 2017 sigue siendo una de las joyas de la corona tecnológica de Securitas Direct. Con un tamaño no más grande que una lata de tomate es capaz de llenar de un humo denso con olor a botafumeiro un espacio de 100 m2. Todo en menos de un minuto. El Security Experience Center cuenta con una pequeña habitación donde ‘encierran’ a algunos periodistas (entre ellos, esta enviada de La Vanguardia) para vivir en primera persona lo que sienten los cacos.
Mientras curioseamos en la sala, suena algo similar al descorche de una botella de cava. Es el ZeroVision colgado junto al techo que se ha abierto, dejando escapar un humo blanco parecido al incienso. En apenas unos segundos el aire se vuelve completamente opaco. No vemos nada, los ojos nos escuecen y perdemos el sentido de la orientación, pese a estar en una estancia de apenas unos metros cuadrados. En ese momento el delincuente habría quedado completamente vulnerable en un espacio extraño donde no se puede mover con comodidad. “No es el primero que, preso del pánico, llama a la policía para lo saquen del inmueble donde quería robar”, añade Elías. El humo no es tóxico, el aire sigue siendo respirable, pero la sensación es agónica. Tu cerebro está en shock y cree que te vas a asfixiar, aunque tú sigues respirando con normalidad.
Solo pasan unos instantes hasta que un miembro del equipo de comunicación nos abre la puerta para regresar a las zonas comunes, pero nos parece una eternidad. “Para evitar falsas alarmas, lo activamos de forma manual desde la Central una vez comprobamos la intrusión. Cuando llega la policía, se ventila la casa y en dos horas no queda ni rastro. No mancha, ni deteriora los bienes que haya dentro de la casa”, apunta.
La mayor central de Europa La Central Receptora de Alarmas (CRA) en España es la más grande y moderna de Europa, por volumen de conexiones y número de profesionales. Cuenta con dos sedes, una en Pozuelo de Alarcón (Madrid) y una segunda en Cornellá de Llobregat (Barcelona). Opera desde 1993 - este año celebra su 30º aniversario en nuestro país – y desde aquí más de 2.000 expertos velan por la seguridad de sus clientes. “Estas dimensiones tan extraordinarias nos garantizan prestar un servicio 24 horas y 365 días al año sin colapsar. Atendemos una media de 44.000 incidencias al día. Nuestros profesionales reciben una formación específica para analizar las situaciones de posible riesgo y actuar en los casos de emergencia real”, explica Montse Díaz, directora del CRA y de Relación con el Cliente. Todas las actuaciones - recalca- se ajustan a protocolos muy estrictos. Nada se improvisa.
Cuando un agente se encuentra ante una emergencia, su trabajo no es solo avisar a la policía o a los servicios de emergencia, en caso de tratarse de una persona que se ha desorientado o sufrido una caída en la montaña. “Se quedan al teléfono con esa persona haciendo un acompañamiento tranquilizador. En ese momento, que pueden ser minutos hasta que llega la ayuda, su voz es vital para esa persona”, añade Díaz. Cada jornada se enfrentan a contingencias muy diversas. “En una ocasión pulsó el botón de emergencias una mujer víctima de violencia machista. Su marido le había confiscado el móvil, no podía pedir auxilio, y estaba agrediéndola. Gracias a eso, la policía llegó antes de que la matara”, señala. El tiempo medio de respuesta es de 20 segundos, aunque con este tipo de dispositivos la respuesta puede reducirse a poco más de 14 segundos.
Nuestra visita termina en el Centro de Procesamiento de Datos, una enorme sala con servidores y grupos electrógenos capaces de dar continuidad al servicio incluso en casos de apagón. Disponen hasta de un plan de emergencia para trasladar a un remanente esencial de sus equipos humanos a otra sede, a unos 80 kilómetros de la capital, en caso de catástrofe fatal en su sede. “Somos personas que protegen a personas y no les podemos fallar”, concluyen. La realidad nos ha enseñado que los villanos nunca descansan. Tampoco, los percances inesperados, como relatan algunos de los protagonistas de la docuserie Protectores. Pero aquí saben que la seguridad tampoco duerme para que sus clientes – ellos sí – puedan dormir tranquilos.