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26 de enero de 2020

La seguridad privada, cada vez más presente


Las nuevas tecnologías están haciendo posible que las empresas del sector ofrezcan muchos servicios de vigilancia y de protección antes desconocidos.

Vigilancia, alarmas, transporte y depósito de fondos o de materias peligrosas como explosivos, protección personal, control de acceso a eventos…

El mundo de la seguridad privada tiene variadas ramificaciones y el catálogo de actividades se ha ampliado en los últimos años. Y más que lo va a hacer merced de la tecnología. Las empresas de este sector facturaron en España 3.821 millones de euros en 2017 y las previsiones respecto al cierre de 2018 es que la cantidad aumente un 4%. Las perspectivas de crecimiento son positivas aunque la crisis económica golpeó de lleno a la seguridad privada y “todavía no se han recuperado los niveles de facturación de 2008”, declara a Forbes Eduardo Cobas, secretario general de la Asociación Profesional de Compañías Privadas de Servicios de Seguridad (Aproser), que agrupa al 70% del sector incluyendo a las empresas más grandes.

Números aparte, la realidad es que la seguridad privada es una actividad económica que va a más y que cada vez va a estar más presente en nuestras vidas. Es, a todos los efectos, complementaria a la labor de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado ya que, como explica Eduardo Cobas, “la seguridad pública es reactiva, es la que actúa, y la privada es preventiva en un ámbito particular”. El hecho es que el papel de la vigilancia privada es creciente y muy visible para la sociedad en edificios públicos, aeropuertos y estaciones, infraestructuras o escolta de personas. Cobas declara que la seguridad privada “ha ido ganando nuevos espacios en cooperación con la seguridad pública”, como se puede observar en los controles de acceso a instalaciones públicas, en la vigilancia del perímetro de las prisiones o en la protección de cargos públicos frente a actos terroristas o delictivos. Sin embargo, no se trata de una privatización de los servicios de seguridad públicos porque, entre otras cosas, el ejercicio de la seguridad privada está controlado por las Fuerzas de Seguridad del Estado o autonómicas, y se subordina siempre a sus instrucciones.

En España, los efectivos de la Guardia Civil y de la Policía Nacional alcanzan casi los 164.000 miembros, a los que hay que sumar los más de 26.000 agentes de las policías autonómicas y 60.000 policías locales. Por su parte, ejercen como vigilantes de seguridad casi 83.000 profesionales y, a día de hoy, el trabajo en el sector público representa el 15% del negocio de la seguridad privada en España. Si bien es cierto que el propio Ministerio del Interior reconoce que hay un déficit de unos 20.000 guardias civiles y policías nacionales, sobre todo en algunas comunidades autónomas, las razones del aumento del uso progresivo de seguridad privada en ámbitos públicos son otras. En primer lugar, se trata de un encaje de funciones. En la asociación profesional exponen que las labores de vigilancia pura y dura se encargan a empresas privadas para así destinar los efectivos públicos a actividades de interpretación de datos, seguimientos y, lógicamente, acción contra la delincuencia. A las Administraciones públicas, en definitiva, les es más eficaz y hasta más barato subcontratar algunos servicios de vigilancia y control para que sus agentes, en cuya formación se invierten cada vez más recursos, se dediquen a la investigación y a la actuación policial propiamente dicha. “Y esto es así en todos los países”, añade Ángel Córdoba, presidente de Aproser, “pues no hay más que ver cómo está aumentando la utilización de la seguridad privada por parte de la mayoría de los gobiernos europeos en asuntos tales como la vigilancia derivada de atentados y amenazas yihadistas o de los flujos migratorios en determinados puntos”.

Irrupción de la tecnología En segundo lugar, ha irrumpido con fuerza el factor tecnológico. La progresión de la tecnología está propiciando nuevos servicios que las empresas de seguridad privada incorporan de inmediato a su actividad. La ciberseguridad, por ejemplo, se ha convertido en un campo de acción con muchas oportunidades para el sector.

En Prosegur, la primera compañía del ranking español por facturación, personal y presencia, explican a Forbes que en la actualidad trabajan en proveer a sus clientes de tecnología preventiva “hasta el punto de competir con empresas como Telefónica o Indra”; en protección, no solo contra la delincuencia, sino también contra desastres como incendios, ampliando así el concepto mismo de seguridad y, dado que la normativa española en esta materia es muy rigurosa, en mejorar los servicios de alarmas para operar, por ejemplo, desde teléfonos móviles; en dispensar cámaras de vigilancia con inteligencia artificial, o en ofrecer una logística automatizada y digitalizada en el transporte de fondos. Por su parte, en Ilunion Seguridad afirman que “las previsiones del sector a corto y medio plazo apuntan a una prolongación de la tendencia de ascenso de la demanda, en un contexto de aumento del consumo privado y la inversión, y al desarrollo de nuevos productos y servicios”. En esta compañía achacan también la estabilidad del sector a la nueva Ley de Contratos del Sector Público que regula la compra de servicios de seguridad por parte de las Administraciones públicas. Con esta norma, “el sector ha seguido creciendo de forma moderada y el principal motor ha sido el área de sistemas electrónicos de seguridad”, señalan.

Ambas empresas coinciden en que los proyectos integrales o ‘la seguridad de 360 grados’ es ahora lo que manda tanto en lo público como en lo privado. Idea que también defienden en Eulen Seguridad: “En el sector de la seguridad privada, como en el resto de sectores, la tecnología es el motor del cambio. Ya estamos viendo que el big data, el blockchain (estructura de datos a través de una cadena de bloques), la inteligencia artificial, los robots o los drones empiezan a formar parte de los servicios que prestan las empresas de seguridad”. Agregan que “actualmente estamos en transición al modelo de empresa de seguridad 2.0, en el que la protección del valor pasa por el uso prioritario de la inteligencia y la tecnología; sin olvidarnos de las personas y los procedimientos, los otros dos pilares de la seguridad”.

“El futuro de la industria pasa por proteger a las personas, independientemente de dónde se encuentren, tanto dentro como fuera de sus casas y sus pequeños negocios y será clave también todo el apartado de confort en el hogar”, explican a Forbes en Securitas Direct. En esta compañía, líder en España en el campo de las alarmas, enumeran algunos de los servicios de seguridad que ahora se pueden disfrutar gracias a la tecnología, como el de ‘Protección Senior’ –lanzado por Securitas Direct en colaboración con CaixaBank–, por el que “el usuario se encuentra protegido en todo momento mediante un reloj y una unidad central”; otros adicionales denominados ‘confort’, como el que comprueba la temperatura o la calidad del aire mediante sensores y por control remoto; o los de información de posibles emergencias en la vivienda o de peligros ambientales. La robótica y sus aplicaciones “serán otro motor en un futuro cercano”, afirman en Ilunion. “Las centrales receptoras de alarmas se convertirán en centrales receptoras de eventos, coordinación y gestión. Habrá conserjerías virtuales y coordinación de llamadas especiales en servicios”, señalan a Forbes.

Situación actual El sector de la seguridad privada en España está formado por un total de 1.564 empresas, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) referidos al año 2017. Como es habitual en nuestro país, la gran mayoría de estas compañías son de pequeño y mediano tamaño, con plantillas que en el 83,7% de los casos no superan los 50 trabajadores. Solo el 0,3% cuenta con 5.000 o más empleados y únicamente Prosegur cotiza en Bolsa. De las tres grandes actividades en las que se ejerce la seguridad privada –que son la vigilancia, el transporte de fondos y los sistemas y alarmas– la primera es la más demandada y la que supone el 60,7% de la facturación total. El universo de las operaciones de vigilancia a las que se dedica el sector es amplio: edificios e instalaciones públicos, infraestructuras de transportes, industria y energía, entidades financieras, comercios, centros educativos y de salud, y servicios y residencial son los más frecuentes y demandados.

Referentes españoles Todas las empresas deben estar habilitadas por las Administraciones públicas. La mayoría de las existentes –1.340– lo están por el Ministerio del Interior, mientras que la Generalitat de Catalunya tiene habilitadas 199 y el Gobierno vasco 25. Esto significa que no es un negocio que pueda montar cualquiera. Precisamente, un aspecto que desde Aproser se quiere resaltar es lo exigente de la legislación española respecto a los profesionales que ejercen la seguridad privada. Ángel Córdoba afirma que “en España la formación de un vigilante es la más completa de Europa y la ley obliga a que sea continua”. En Eulen apuntan que se completa hasta con conocimientos de idiomas. El modelo español está inspirado en los imperantes en Suecia y en Bélgica, considerados muy completos. Esta circunstancia puede explicar en parte el hecho de que en España el número de vigilantes privados se encuentre por debajo de la media europea. La otra explicación es que la actividad se empezó a desarrollar tal y como se conoce hoy en día a partir de los años setenta del siglo pasado.

Aunque España se incorporó más tarde que sus vecinos europeos al negocio de la seguridad privada, cuenta con empresas de referencia. La tercera compañía mundial del sector es Prosegur, nacida en 1976, que se ha convertido en una multinacional. El año pasado abrió nuevos mercados en Estados Unidos, Turquía, Filipinas y Centroamérica, que se suman a los que ya tiene en Alemania, Singapur, Australia y China, así como en numerosos países de Iberoamérica. Es la única empresa que está presente en las tres grandes ramas: servicios de vigilancia y ciberseguridad, transporte de fondos y seguridad residencial y de pequeños negocios. Está dividida en tres unidades de negocio denominadas Prosegur Seguridad, Prosegur Alarmas y Prosegur Cash. “La innovación constante en cada unidad de negocio es nuestro día a día”, aseguran a Forbes fuentes de la empresa. Reconocen que en el apartado de alarmas “competimos con Securitas Direct, que es la primera en este campo”, pero quieren destacar que ellos aportan plantillas exclusivamente dedicadas a atender los incidentes y personal autorizado para entrar en un domicilio o local donde ha saltado una alarma hasta que llega la policía.

Eulen Seguridad es un poco más ‘mayor’. Se fundó en 1974 con el nombre de Prosesa y para lanzarse al mundo de la seguridad privada buscó el asesoramiento técnico de una compañía norteamericana. Sus ventas anuales superan los 371 millones de euros. Securitas Direct se creó en 1993 y vino a cubrir una necesidad social: la modernización y expansión de las alarmas. En esta compañía explican que hace 26 años “solo existían empresas locales con soluciones poco avanzadas (cableadas y con precios elevados) y para locales con alta necesidad de seguridad como bancos o joyerías”. Ahora España es el tercer país, detrás de EE UU y Japón, por número de alarmas conectadas; más de 1,15 millones. También ha conquistado mercados en el exterior y tiene presencia en quince países. Poseen la central receptora de alarmas “más grande y moderna de Europa”, señalan. Consideran que su valor principal es “la personalización, la profesionalización y la rapidez en la respuesta” pues cuentan “con canales de comunicación bidireccional en directo que permiten la resolución de la incidencia en tiempo real”. Al igual que Prosegur, aseguran que la I+D es su principal inversión.

Hay una cuarta empresa española en este sector que está marcando tendencia y que ha llegado a posicionarse entre las cinco primeras. Se trata de Ilunion Seguridad, “un modelo único de negocio cuya misión principal es crear empleo de calidad para personas con discapacidad” y que forma parte de la división de Ilunion Facility Services. Uno de sus hitos recientes tuvo lugar en agosto de 2017, cuando se produjo el atentado yihadista en Barcelona, ya que fueron trabajadores suyos los que dieron cobijo a transeúntes y heridos y custodiaron establecimientos de las Ramblas hasta que las fuerzas de seguridad permitieron su evacuación. La aplicación de nuevas tecnologías es, asimismo, su prioridad: “Estamos viviendo una gran transformación en el sector, con la introducción de nuevas soluciones”, explican a Forbes desde esta compañía.

El sector espera con ansiedad el futuro Reglamento de Seguridad Privada, pues cree indispensable desarrollar la ley de 2014 para modernizar la actividad y ampliar el campo de servicios. “Pero, tal y como están las cosas, no esperamos un nuevo reglamento en el corto plazo”, reconoce el presidente de Aproser.

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