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10 de enero de 2020

Para este 2020, dignidad

Resultado de imagen de opinionSe nos ha ido el 2.019 y recién estrenamos el 2.020. Para la seguridad privada y su colectivo, 2.019 se ha ido tal y como comenzó…. Vacío. Bueno, tampoco sería justo calificarlo de vacío, ya que, para ser honrados, nos ha dejado con más penas que alegrías.

Una de las empresas referentes del sector, se declaraba en suspensión de pagos, con una deuda de más de 40 millones de euros en la seguridad social, y dejando a 8.000 trabajadores sin abonar la nómina de junio, julio y la paga extra de verano. Vigilantes de seguridad que deben estirar mucho el salario de 1.153 euros brutos mensuales para vivir, se han encontrado con la preocupación por no ingresar tres salarios y que su puesto de trabajo estuviera en el aire.

Paradójicamente, hay que ir a trabajar, e intentar dar la mejor versión de uno mismo, rezando que llegue una nueva empresa que se haga cargo de la situación. Craso error; muchos de los servicios que ha dejado la empresa en quiebra ni siquiera los quieren los nuevos adjudicatarios. Si decides causar baja voluntaria en busca de un puesto de trabajo mejor o por lo menos que paguen el salario, debes renunciar a toda la antigüedad que has acumulado y rezar y mucho para que el nuevo servicio cumpla por lo menos con la ley y el actual convenio.

Cataluña, es de las pocas comunidades autónomas en las que podemos afirmar que hay pleno empleo en el sector de seguridad privada, muchas veces incluso hacen falta más vigilantes de seguridad de los que hay en activo para cubrir toda la demanda. Pero si hay un sector en el que día tras día se vulnera el convenio colectivo, el estatuto de los trabajadores y la ley de seguridad privada, esa es la seguridad privada. Solo por citar algunos ejemplos, podemos encontrarnos, vigilantes, realizando jornadas de 12, 13 y 14 horas continuas, con apenas 20 minutos de descanso,descansos laborales de 8 horas entre turno y turno, tareas alejadas de la ley de seguridad privada , en muchas ocasiones más propias de un conserje que de un profesional de la seguridad.

Si a lo anterior le sumamos el aumento de las agresiones. El 2019 lo hemos cerrado con 200 agresiones al personal de seguridad privada. El panorama es desolador. El 80% de las agresiones se producen en vigilancia de metro y Adif, otro 15% en el sector retail y el otro 5% en cualquier servicio donde los delincuentes tengan ganas de “divertirse” un poco y grabar un video para sus redes sociales. Estas agresiones son directamente proporcionales a la percepción que la sociedad tiene de los vigilantes de seguridad.

Los agresores los catalogan de “policías frustrados”, “seguratas” y el resto de la sociedad los ve entre la indiferencia y la lástima, pero para no romper la tradición, ante una agresión a un miembro de seguridad, siempre es mejor grabar con el móvil para subirlo a Redes sociales que ayudar a la persona que está siendo agredida. Estás frustraciones, no hacen otra cosa que romper con el concepto del salario emocional. El salario emocional es lo que se considera como bien no tangible que ayuda a la estabilidad personal y familiar de la persona que lo percibe.

Está demostrándose la importancia de este, y lo difícil que es llegar a sentirse bien renumerado emocionalmente. Es tarea imposible, que un vigilante de seguridad pueda conciliar la vida familiar con la laboral, ya que la prevalencia de cubrir los servicios está por encima de todo en las empresas de seguridad. El vigilante de seguridad, lo conoce, lo acepta y cumple con ello, cubriendo servicios y turnos que no son los suyos, con su propio vehículo y sin dietas ni kilometraje. No es inusual que un vigilante de seguridad realice una jornada laboral mensual de 240 o 260 horas sin recibir compensación económica por variables como nocturnidad, festividad, peligrosidad…

Lamentablemente, ante el dilema de dignidad y salario, el vigilante de seguridad opta muchas veces obligado por el segundo. He podido ver, vigilantes de seguridad, limpiando cristales, doblando ropa en tiendas, moviendo mercancías con carritos y hasta preparando café… Y un sinfín de tareas que no hacen otra cosa que empeorar el sector. Al preguntarle por que se presta a realizar esas tareas la respuesta es siempre la misma: “Si no lo hago yo, vendrá otro y lo hará”.

Desde POLITEIA seguimos trabajando para que el sector no solo se profesionalice, sino que cuente con lo que consideramos básico… Prevalencia de la profesionalidad por encima de la facturación. Es totalmente lícito que las empresas de seguridad privada quieran ganar dinero, pero no a costa de que el vigilante de seguridad lo pierda o en el peor de los casos sea agredido. Es por todo lo expuesto, que el 2.019 ha terminado sin ninguna mejora para el sector, con carencias muy grandes tanto a nivel personal, como profesional, y llegados a este punto en el que nadie parece tener la iniciativa de legislar la figura del vigilante de seguridad, a los propios compañeros del sector, solamente les queda pedir para este 2020 … DIGNIDAD.

Miguel Ángel Fernández

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