La pandemia también le ha dado un buen empujón a la automatización de la seguridad, una actividad cada vez menos manual.
El sector de la seguridad está cambiando rápidamente en España. Hasta hace relativamente poco tiempo, su imagen se asociada a la de la vigilancia en el más literal sentido: una persona que protegía un recinto. Sin embargo, la electrónica gana terreno a pasos agigantados, hasta el punto de que hoy no se entiende un proyecto de seguridad sin ese componente tecnológico.
"En el mundo actual", expone Zacarías Erimias, presidente y consejero delegado de Securitas Seguridad España, "se está dando una convergencia evidente entre la seguridad física y la digital. Y tampoco existen proyectos estandarizados. Cuando un cliente deposita en nosotros su confianza, realizamos un análisis de riesgos, estudiamos sus necesidades específicas y ofrecemos una respuesta personalizada, que combina nuestras diferentes líneas de solución, desde la presencial, que realizan nuestros guardas jurados, a la remota, mediante cámaras y otros equipos".
El punto de inflexión se produjo en 2014. Hasta entonces, el 90% del negocio de Securitas era la vigilancia tradicional. "Era un servicio que se estaba quedando obsoleto, así que decidimos crear un mix de producto, en el que empezara a tener cabida una parte más tecnológica. Siete años después, esa vigilancia tradicional todavía tiene un peso del 51,8%, aunque con un perfil más sofisticado, mientras que la tecnología y la electrónica han elevado su presencia hasta el 48,2%". Lo que se persigue es actualizar constantemente la propuesta para mejorar la eficiencia. "Vivimos un período muy interesante, de transformación cultural dentro de la empresa".
CONTACTO Ese proceso de digitalización ha permitido a la compañía afrontar con garantías la pandemia. Además, contaban con la pequeña ventaja de que la seguridad privada fue declarada actividad esencial y no vieron interrumpida su actividad. En la mayor parte de la cartera, pudo seguir trabajando las 24 horas del día, los 365 días del año. "Gracias a eso nos hemos mantenido cerca de los clientes y hemos adaptado nuestros servicios de protección, según lo que exigía la nueva situación: cámaras térmicas, control de aforos... Ese contacto constante y estrecho con los clientes nos ha dado la oportunidad de reaccionar rápidamente a las nuevas demandas y adaptarnos a lo que era necesario en cada momento".
En total, de las 18.500 personas que forman la plantilla de Securitas en España, 17.000 trabajan sobre el terreno. La compañía cerró 2020 con una facturación de 634 millones de euros en nuestro país, lo que supone un 9% más que el ejercicio anterior. El 1% corresponde a crecimiento orgánico, todo un éxito en tiempos de pandemia, y el otro 8%, a la adquisición en enero del año pasado de Techco Security. "Es significativo", apunta el CEO, "que las líneas de negocio con componente tecnológico crecieran cerca de un 80%". Erimias tiene claro que Securitas debe profundizar en la ejecutoria emprendida hace poco más de un lustro. "Somos una compañía de estrategia a largo plazo. Para nosotros es fundamental la capacidad de reacción y adaptación. Vamos a seguir invirtiendo en tecnología (internet de las cosas, inteligencia artificial...) para mantener un crecimiento anual de dos dígitos".
Ese crecimiento no puede alcanzarse, no obstante, a toda costa. Erimias reclama lo que llama "crecimiento sano". "Debemos velar por la calidad y la rentabilidad. De lo contrario, no podremos seguir invirtiendo ni generando empleo". En lo que respecta a los servicios que demanda el mercado, el último año ha marcado una tendencia interesante: los servicios remotos han ganado terreno, una tendencia que parece que va a seguir. Además, el análisis de riesgos se convierte en una de las claves del éxito. "Vivimos en una sociedad más vulnerable. Surgen nuevas amenazas que nos obligan a analizar la situación cíclicamente, cada año o dos años, para actualizar constantemente los niveles de seguridad. Debemos ser capaces de predecir y anticiparnos a los nuevos problemas".
AUTOFILTRADO. La inteligencia artificial (IA) ha irrumpido con fuerza en el sector y empieza a marcar la diferencia cuando nos referimos a dispositivos de seguridad. La IA embebida en las cámaras de seguridad permite que sean los propios equipos los que filtren los eventos que captan y decidan cuándo se trata de una alarma real y cuándo de una falsa, algo que hasta hace poco tiempo precisaba la intervención de un humano. Precisamente esa línea tecnológica es la que quiere seguir Securitas también en posibles compras que complementen el crecimiento orgánico. "A lo largo de nuestra historia hemos realizado ocho adquisiciones y seguimos analizando oportunidades, pero tenemos claro que nuestro objetivo son compañías en desarrollo, con talento y perfil tecnológico".
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