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10 de julio de 2021

Ana María Loureiro: «Los vigilantes llegamos a aquellos lugares en los que se nos necesita»

La situación sanitaria propició más contrataciones de los profesionales de seguridad

Contrataciones. El abanico de opciones es muy amplio; desde solicitudes privadas para eventos o para vigilancia de domicilios hasta las que se realizan en establecimientos comerciales y grandes áreas. Colaboraciones. Destaca el buen comportamiento de la ciudadanía en la zona.

La palabra vigilante proviene de los primeros centinelas establecidos en la Antigua Roma bajo el nombre de vigiles durante el gobierno del emperador César Augusto, y quienes con el tiempo se convirtieron en la Guardia Pretoriana. Sus funciones eran las de servir como un cuerpo de élite para la seguridad del César, una especie de fuerza policial que mantenía el orden público en la ciudad. Proteger y prevenir son dos de los polos de actuación de los vigilantes de seguridad como la lalinense Ana María Loureiro González, que ejerce profesionalmente desde hace más de diez años.

-¿Vigilante por vocación? Bueno empecé trabajando de socorrista, fui administrativo, estuve en el sector de la hostelería, hice trabajos de limpieza y de reciclado de consumibles informáticos. No fui una niña con las ideas claras de cara a lo que quería ser en el futuro. Nunca tuve claro a lo que me dedicaría. Lo cierto es que hace once años aposté por esta profesión como una salida laboral después de quedarme sin empleo a raíz de la crisis del 2008. Creo que me atrajo por ser diferente a todo lo que había hecho hasta el momento, era novedoso y diferente.

-Y parece que no le fue mal. Lleva más de diez años como vigilante de seguridad. Si. Estuve en varios lugares, algunos más apetecibles que otros, pero bien... A gusto. Después de diez años conseguí estabilidad y estoy muy satisfecha, pero antes saqué todos los permisos (camión, autobús y moto) para buscarme una posible salida laboral, comencé mi profesionalización en el ámbito de la vigilancia y aquí estoy.

-Sus cometidos son diversos. Es una profesión que, como otras muchas, tiene muchas especialidades pero lo que nos une a todos es el servicio a los demás. Estamos para vigilar, proteger y prevenir, colaborando siempre con las fuerzas y cuerpos de seguridad.

-¿Requiere mucha formación el acceso a un puesto? No. No es difícil acceder a un puesto de vigilante porque ahora mismo hay una gran demanda de profesionales en muchos sitios. Para poder trabajar de vigilante tenemos que estar habilitados por el Ministerio del Interior con una Tarjeta de Identidad Profesional (TIP), y para ello es preciso realizar una formación completa y especializada. Posteriormente hay que superar las pertinentes pruebas teóricas y prácticas.

-Una profesión que no estará exenta de alguna parte negativa como todas. (Risas). Obvio. Lo más duro de esta profesión, desde mi punto de vista, es tener que trabajar solos. Está establecido de esta forma, pero en determinados servicios creo que se debería de trabajar en pareja como lo hace la Policía Local o la Guardia Civil.

-¿Considera que es una profesión de riesgo? No la considero así. Estamos para ayudar. A determinadas oficinas, como pueden ser las de la Seguridad Social o de Empleo, la gente puede llegar irritada por no haber podido acceder al servicio de manera telemática o por otras cuestiones, pues aquí estamos para ayudar e informar. De hecho en la oficina en la que trabajo se tratan temas delicados pero se lleva bien al intentar colaborar y ayudar dentro de mis posibilidades a quienes vienen a ser atendidos.

-¿Aumentó la contratación de más personal de vigilancia? La pandemia conllevó más contrataciones y cada vez estamos presentes en más lugares, desde eventos públicos o privados, a áreas comerciales, oficinas públicas... Los vigilantes de seguridad llegamos a aquellos lugares en los que nos necesiten.

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