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11 de julio de 2021

El colapso de la Seguridad Social deriva en un alza de las agresiones de «ciudadanos desesperados»

Los sindicatos reclaman que se abran los centros ya a la atención presencial, al menos un día a la semana para atender y resolver trámites.

Muchos de ellos están cerrados al público con lo que no son los funcionarios quienes están sufriendo estos ataques sino los vigilantes de seguridad que se encargan de controlar el acceso a la puerta.

La situación desesperada en la que se encuentran muchos ciudadanos canarios que acuden al Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS), con plazos a punto de caducar para gestiones tan importantes como una jubilación o una incapacidad permanente y sin posibilidad de que alguien los atienda, está derivando en un aumento de las agresiones físicas y verbales en los centros de atención al ciudadano de la Seguridad Social, los llamados CAISS. Muchos de ellos están cerrados al público con lo que no son los funcionarios quienes están sufriendo estos ataques sino los vigilantes de seguridad que se encargan de controlar el acceso a la puerta.

La última agresión de la que tienen constancia las organizaciones sindicales tuvo lugar hace unas semanas en la sede central del INSS en la calle Pérez del Toro de la capital grancanaria, cuando un ciudadano dió «un tortazo» al vigilante de seguridad que denunció al agresor y tras un juicio rápido fue multado con una sanción de 120 euros. «Todos los días reciben escupitajos, arañazos e insultos. No se puede permitir pero también hay que entender la situación desesperada en la que se encuentran los ciudadanos», indica la representante por CC OO en la Seguridad Social, Hortensia Rodríguez. Según apunta, ahora que no hay atención presencial los vigilantes son los que se llevan la «sobrecarga» de los funcionarios.

Como explica, cuando no se producen agresiones se dan otro tipo de situaciones, como hace unos meses cuando un usuario desesperado se amarró al INSS con un candado y él mismo llamó a la Policía Nacional en un intento de lograr que lo atendieran. Los agentes hablaron con la directora del INSS y se le dió cita. En su caso solo le quedaban tres días de un plazo de diez para poder gestionar la incapacidad permanente y de no haberlo hecho, hubiera tenido un problema. «¿Teneos que seguir esperando a que alguien se queme a lo bonzó o haya una agresión de mayores para que se tomen medidas?», se pregunta Rodríguez, que demanda más medios y personal en el INSS así como abrir las puertas a la atención presencial aunque sea un día a la semana para poder dar cobertura a los miles de ciudadanos que no tienen acceso o facilidad para realizar los trámites online y que se encuentran totalmente desamparados.

En el mismo sentido se expresa el representante sindical por la UGT en la Seguridad Social, Gustavo Martín. «Hay muchas personas que pueden realizar los trámites por internet o pagando a una gestoría externa pero no todo el mundo puede hacerlo. Se está dejando de atender a muchas personas y ojo, en muchos casos los trámites son para resolver ayudas para poder comer. La situación es muy grave y en el INSS no parece darse cuenta nadie», indica Martín.

En este sentido Rodríguez indica que la «brecha digital» que existe en Canarias está siendo «discriminatoria». «Hay quien puede resolver y lo hace y hay quien se queda descolgado y abandonado a su suerte», dice. Tanto Martín como Rodríguez han solicitado a la directora del INSS en Las Palmas, Silvia de la Hoz, que abra los CAISS al menos una vez a la semana para poder asistir con cita previa a esas personas y aliviar la situación.

«Sería un día a la ciudadanía. Si cada día se atiende a 50 en cada oficina es mucha gente que recibe servicio y asistencia. Todos los días llega gente a la puerta del centro de Pérez del Toro llorando porque no saben a dónde acudir», indica Rodríguez. Martín replica que el problema es que no hay ni un número de teléfono al que poder llamar para recibir asesoramiento y que te expliquen cómo hacer los trámites. «Antes había un problema. El ciudadano tenía que esperar pero sabía que si hacia cola se le atendía. Una vez llegué yo a atender a un hombre que llevaba tres horas pero ahora no hay manera de que te atienda nadie», indican Rodríguez y Martín.

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