Se han hecho “virales” estos días atrás dos vídeos en los que se observa perfectamente la triste realidad en la que vive (vivimos) el colectivo de la seguridad privada en este país. Uno es un altercado provocado por una clienta en una tienda de una conocida cadena de supermercado, y otro es la supuesta agresión por parte de dos vigilantes de seguridad a un usuario del tren. En ambas grabaciones, hechas por personas con su teléfono móvil, se pone en evidencia un problema muy grave y no es otro que la falta de consideración de autoridad al Vigilante en la Ley 5/2014, de 4 de Abril, de Seguridad Privada.
La mayoría de las miles de personas que han compartido las escenas por las redes sociales, lo han hecho con el ánimo de reírse de la delirante actuación de la clienta en el supermercado, y de compartir la indignación (también morbo) por el supuesto trato vejatorio sufrido por el pasajero del tren, pero yo quiero ir un poco más allá de si la clienta se desnuda en un arrebato de ira o de si hay agresión por parte de los vigilantes o la lesión es producida por un forcejeo inevitable. Me gustaría, cuando reabran las academias que forman al personal de seguridad privada, que estos vídeos se analizaran desde el punto de vista jurídico y técnico-profesional.
Desde el punto de vista jurídico, quiero saber por qué el Vigilante de Seguridad del Supermercado amaga con ponerle los grilletes cuando ya está reducida la agresora y finalmente no lo hace. El audio, que no tiene desperdicio, es clarificador al respecto. ¡Ponle los grilletes! ¡Dejadla, si está loca! Grita la gente entre risas en una especie de circo romano, presionando a un trabajador mal pagado y probablemente mal descansado. Tengo una teoría al respecto. El Vigilante teme estar incurriendo en un delito de detención ilegal. Así de sencillo y así de demoledor. Son cientos los compañeros que se ven inmersos en costosísimos procesos judiciales, denunciados por detención ilegal como dudoso resquicio legal de abogados sin escrúpulos para salvar a sus clientes de la acción de la Justicia. Desnudar a un santo para vestir a otro.
Igual pasa con los Vigilantes del tren (agredidos a diario). Al verse en una situación de resistencia grave por parte del pasajero, y grabados por otro que les recuerda que “que se están colando” optan por no proceder a la detención claramente pensando en el infierno legal que se les viene encima. Resultado, expedientados por Renfe, apartados del servicio con una segura pérdida de empleo y con una probable pérdida de licencia. La solución a esta inseguridad jurídica que te obliga a actuar dónde ni los NAVY SEALS se atreverían y cuando actúas, te castiga por no ser policía “y colarte”, es la consideración de autoridad pública. Esto que digo espero que no suene a osadía, el profesorado y el personal sanitario ya lo son. Pegarle al Vigilante es más barato que pegarlo al maestro o a la enfermera. Que nadie se enfade, estoy de acuerdo con que determinadas profesiones tenga una consideración especial, pero clama al cielo que la Seguridad Privada no sea una de ellas. Cosas de este país.
Desde el punto de vista técnico profesional, es todavía más sangrante si cabe la escasez de medios con la que nos enfrentamos a situaciones tan embarazosas como las de los vídeos, especialmente el Vigilante del supermercado. Ha de enfrentarse con una defensa, que solo puede usar en determinados y muy restringidos casos. No puede llevar chaleco protector de ningún salvo autorización expresa en una maraña legal inviable, los guantes anticorte los lleva si se los ha comprado él, y si lleva spray defensivo, que cualquiera puede llevar en el bolso, será expedientado. Absurdo. Una vez que parece controlada la situación, llega la policía. Concretamente cuatro agentes (igual hay más y no salen), dotados con chalecos antibala y pistola semiautomática 9 mm parabellum. Misma presunta agresora, misma situación pero asumida con distintos medios. Injusto, ¿verdad?
Hace muy poquitos días, el 21 de Mayo, celebrábamos el día de la Seguridad Privada. No ocupó grandes titulares en los periódicos ni en los informativos. Cuando salíamos a los balcones a las ocho de la tarde nadie piensa en el Vigilante que te salva la vida con un desfibrilador o detiene al que quiere secuestrar a tu hijo en un parking. Tampoco lo pedimos, lo hacemos por vocación, pero ya es hora de una dignificación seria del sector. A día de hoy se están abordando leyes de calado en la sociedad española, Ley de Transición Ecológica, derogación de la reforma laboral, pacto estatal por la educación, etc. Espero y deseo que haya un huequito para la nuestra. Veremos.
*Juan Carlos Higueras Piedra es Jefe y Director de Seguridad, posee las licencias de Vigilante de Seguridad y Escolta Privado y es formador de Vigilantes, Escoltas y Guardas Rurales. Presta sus servicios en la empresa de Seguridad Privada Sansegur S.L
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