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4 de mayo de 2020

Comunicado del observatorio de la seguridad privada sobre la necesidad de preservar el efectivo como medio de pago

Alertan de que prescindir del dinero en efectivo perjudicaría a parados, mayores y jóvenes

El Observatorio Sectorial de la Seguridad Privada llamó este lunes a no demonizar el uso del dinero en efectivo en la nueva fase contra el Covid-19, ya que, además de no estar probado que monedas y billetes transmitan el coronavirus, prescindir de esta forma de pago tendría graves consecuencias para sectores como los parados, los mayores y los jóvenes.

Así lo aseguró este observatorio en un comunicado, en el que explicó que de este órgano forman parte la Asociación Profesional de Compañías Privadas de Servicios de Seguridad (Aproser) y las secciones de UGT y CCOO en este sector económico. Estas empresas y sindicatos de la seguridad privada cuestionan que en los últimos días algunas guías sobre la nueva fase contra el Covid-19 estén incluyendo referencias “a la conveniencia de evitar el uso del efectivo” para evitar contagios. En este sentido, el Observatorio Sectorial de la Seguridad Privada destaca que “es unánime la opinión de los organismos nacionales e internacionales (entre otros, Banco Central Europeo, bancos centrales nacionales y la propia Organización Mundial de la Salud) en el sentido de que no existe evidencia científica sobre un riesgo añadido derivado de la utilización del efectivo”.

“CONSECUENCIAS DESAFORTUNADAS” Al mismo tiempo, se afirma que “cualquier propuesta o medida que pueda conducir a la desaparición del efectivo entre los medios de pago al alcance de los ciudadanos tiene consecuencias desafortunadas”, entre las que hay repercusiones sociales y económicas. Así, el sector de la seguridad indica que prescindir del dinero en efectivo perjudica a los “colectivos más desfavorecidos” que tienen un “nivel de bancarización es muy inferior”. En sector de la población se incluirían los parados y las personas en riesgo de pobreza y exclusión social.

Otros perjudicados serían los pensionistas y los más jóvenes, que preferentemente usan monedas y billetes al no tener acceso a las tarjetas bancarias. También sufrirían consecuencias negativas los pequeños comercios, ya que en una situación económica precaria deberían hacer inversiones para realizar los cobros a través de medios electrónicos.

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