La Comunidad afirma que el 88% de viajeros llegó al suburbano ya con su mascarilla en el primer día de uso obligatorio.
En el primer día de uso obligatorio de mascarillas en el transporte público, la gran mayoría de los viajeros de metro, salvo algún que otro despistado, la llevaba puesta. Sin embargo, algunos vigilantes y policías nacionales encargados de que se cumpliera la norma dentro de las estaciones no disponían del material sanitario requerido, según ha comprobado este diario en las estaciones de Atocha y Moncloa. "No tengo permitido hablar”, contesta un vigilante del metro en la estación de Atocha cuando se le preguntan los motivos. Al lado, un grupo de cinco agentes, que toma café en el único establecimiento abierto, habla sobre ello: ninguno tiene mascarilla. “Las órdenes son parar a todos los pasajeros que no lleven mascarilla en el tren”, comenta uno de ellos.
La situación resulta cuanto menos paradógica, ya que a usuarios como Yully Ramírez, empleada de limpieza de 36 años, los agentes no le han permitido coger el cercanías a San Sebastián de los Reyes allí, en Atocha, para ir a trabajar por no tener mascarilla. “Iba a coger el tren pero no me dejaron", cuenta Ramírez, a quien su marido y su hija Tatiana, de siete años, habían acompañado a la estación, aunque los paseos de menores de momento deben hacerse solo con un adulto. Ha tenido que volver a la calle en busca de mascarillas, porque a esa hora no se estaban repartiendo. La Delegación del Gobierno en Madrid anuncio el reparto este lunes de 2.052.000 mascarillas para usuarios de transporte público en los puntos más importantes de diversas localidades de la región; de ellas, casi 902.600 en la capital.
En la red de metro los usuarios consultados no han encontrado vigilancia. “No hay nadie controlando y no me han dado mascarilla”, lamentaba Maribel, una mujer de 33 años, en la parada de La Latina, donde ningún vigilante ni trabajador de Metro controlaba el acceso a media mañana. También ocurre en Las Ventas. Sindy Forero llegó a dicha estación sobre las diez y media de la mañana desde Nuevos Ministerios y no vio ningún control de seguridad o policías. “Llevo usando la mascarilla desde hace una semana, cuando por fin encontré en una farmacia”, dice esta mujer de 35 años.
En algún momento, los vigilantes no dejarán viajar a los usuarios sin mascarilla, pero de momento, según ha indicado el consejero de Transportes de Madrid, Ángel Garrido, no lo hacen. “Vamos a dar un pequeño margen, unos días para acomodar este nuevo requisito”, ha afirmado. La nueva orden, que no contempla sanciones, establece la obligatoriedad del uso de mascarillas que cubran nariz y boca a todos los usuarios de los servicios de transporte público y colectivo, tanto terrestre, como autobús, taxi, VTC y ferrocarril, así como transporte aéreo. Pero también determina que los trabajadores de los servicios de transporte que tengan contacto directo con los pasajeros deberán ir provistos de mascarillas, así como tener acceso a soluciones hidroalcohólicas. Garrido ha asegurado que en este primer lunes de uso obligatorio, el 88% de los viajeros entró en el metro con su propia mascarilla. Según el consejero, entre las seis y las diez de la mañana se ha incrementado en un 22% el flujo de viajeros respecto al mismo lunes de la semana pasada, una subida que hay que empezar a “entender” en el marco de la desescalada progresiva. Han sido en total, en esa franja horaria, 84.597 viajeros.
Metro de Madrid ha colocado carteles en varias estaciones para recordar el uso obligatorio de las mascarillas con el lema Yo te protejo, tú me proteges, que se extenderán a toda la red. Por megafonía y en los letreros luminosos también se indica a los viajeros que cubrirse la nariz y la boca no es opcional: “Metro de Madrid recuerda que es obligatorio el uso de mascarilla dentro de los vagones y sus instalaciones”. Al escuchar el anuncio en Las Ventas, Dani Flórez, de 23 años, empieza buscar en su mochila. Se ha olvidado la mascarilla. “No sabía que era obligatorio y me la he dejado en casa, es que es muy incómoda”, dice mientras espera el metro. Lo mismo le ha pasado a Roberto Ramírez, de 55 años, que acaba de llegar a Madrid esta mañana desde Valencia.
En la estación de Callao todos llevan mascarilla, unos de color azul, otros hechas en casa, algunas con estampados de flores, y solo unos pocos tienen mascarilla FFP2. Laura Velázquez, de 28 años, viene de Atocha y es la primera vez que usa mascarilla desde que empezó la pandemia. “Todavía me incomoda mucho y no logro ajustármela bien”, dice mientras trata de taparse la nariz, que muchos usuarios del transporte público llevan erróneamente por fuera de la mascarilla.
Metro asegura que las reparte a trabajadores Preguntada por las mascarillas de sus propios trabajadores, la empresa pública asegura que está entregando 1.500 unidades diarias al personal que está en las estaciones. “Llevamos miles de mascarillas entregadas. Los trabajadores sin mascarillas son casos puntuales, están cumpliendo con la normativa y desde la empresa les hemos dado las medidas para hacerlo”, sostiene un portavoz de Metro Madrid. “Metro Madrid está facilitando las mascarillas a los trabajadores desde hace unos pocos días, pero muchos de ellos no las quieren gastar, por si no se les vuelven a dar. Las mascarillas que les dan no son reutilizables”, denuncia la sección de metro de CC OO. “Solamente les dicen que las usen si están a menos de dos metros de los pasajeros”, explica Juan Carlos de la Cruz, de dicha central sindical.
¿Y la policía? "El Gobierno no ha dotado a todos los agentes del material sanitario como lo ha dicho. Están usando mascarillas caseras muchos compañeros”, afirma Pablo Pérez, portavoz de Jusapol, el sindicato mayoritario en el cuerpo. “Es surrealista que esté la policía pidiendo a la gente usar la mascarilla cuando ellos no la tienen”, lamenta. En el resto del transporte, poca afluencia. El autobús gratuito 001 con dirección a Atocha va completamente vacío durante todo el trayecto Moncloa-Atocha Renfe. “Ha sido una mañana muy tranquila”, dice el conductor. En estos vehículos todavía no hay ningún letrero o anuncio por megafonía sobre el uso de mascarilla obligatoria. Muchos de los autobuses que transitan a mediodía por la Gran Vía van casi vacíos. La estación de Renfe de Atocha está desierta. No hay casi viajeros, ni maletas. “Para mí es obligatorio el uso de mascarilla en todo momento. Así sea incómoda tenemos que cuidarnos porque no sabemos quienes podemos ser portadores del virus”, dice Miguel Ángel Varo, 49 años, mientras espera su tren para ir a Castellón.
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