Ahora España crece por encima del 3% y la tasa del paro se sitúa en su nivel más bajo desde el cuarto trimestre de 2008. ¿Ha llegado el momento de subir salarios?
Algunos expertos piden alzas generalizadas, pero otros abogan por atender a la situación de cada empresa
Era cuestión de resituarse o morir. Durante la crisis muchas empresas y trabajadores tuvieron que hacer ejercicios de posibilismo al borde del abismo para esquivar un cierre seguro. La moderación y la apuesta por la flexibilidad permitió a muchas lidiar con las vacas flacas. No era bonito, pero sí lo que exigía el guión. Sin embargo, ahora España crece por encima del 3% y la tasa del paro se sitúa en su nivel más bajo desde el cuarto trimestre de 2008. ¿Ha llegado el momento de subir salarios?
Los sindicatos lo tienen claro. Esta misma semana, el secretario general de CC.OO., Unai Sordo, insistía en la necesidad de impulsar «una subida generalizada de los salarios». Incluso la ministra Fátima Bañez aseguraba en julio que «era el momento de subir salarios» para fortalecer la recuperación «integradora» del empleo e instaba a los agentes sociales para que cerraran «cuanto antes» un acuerdo. Pero la negociación se enfrió para anunciar un «otoño caliente», al que los acontecimientos en Cataluña apenas han dejado templarse.
En el debate se coló el Banco de España, para abogar por una «heterogeneidad» en las alzas, de modo que se adecuen a las «condiciones específicas» de cada empresa, como aseguraba recientemente su director general de Economía y Estadística, Pablo Hernández de Cos. Además, desde el supervisor se defiende que «una misma remuneración de asalariados con menor salario promedio, pero con más empleo en un entorno de alto de desempleo es positiva para el consumo».
Visiones opuestas Algunos expertos apuntan a la contención salarial como responsable principal del aumento de la competitividad de las empresas españolas. A su juicio, acabar de forma generalizada con esa moderación desataría una espiral inflacionista y tendría efectos nocivos sobre el empleo si no se alimentan alternativas para mejorar la productividad. En el otro extremo, otros consideran que la subida es una cuestión de «justicia social» y ayudaría además a reactivar el consumo. El debate se aviva al calor de algunas estadísticas. Según Eurostat, el repunte de los salarios en España en el primer trimestre del año, último dato disponible, fue del 0%, a la cola de Europa. Un reciente estudio de Funcas también concluía que los nuevos contratos conllevan un 12% menos de sueldo que en 2008.
CEOE defiende que la negociación colectiva es el único marco lógico para acordar alzas salariales «Desde el punto de vista macroeconómico, una subida general de salarios ahora no parece muy oportuna. Aunque el crecimiento se ha consolidado, con un paro como el actual un alza de ese tipo lo que puede hacer es generar más desempleo», defiende Sandalio Gómez, profesor emérito de Dirección de Personas en las Organizaciones del IESE. Sin embargo, desde una perspectiva micro, el profesor del IESE encuentra un matiz distinto. «En la crisis no hubo más remedio que llegar a acuerdos para congelar o reducir salarios para salvar las empresas. Si ahora esa empresa tiene unos resultados positivos y está incrementando su productividad, creo que debe subir los sueldos, aunque solo sea por una cuestión de lealtad con sus trabajadores». Como el Banco de España, Gómez entiende que las subidas deben ir empresa por empresa: «Me da pánico una propuesta de subida del 3%, porque habrá empresas que puedan dar un 4% y otras que no lleguen al 2%».
Desde la patronal, Jordi García Viña, director de Relaciones Laborales de CEOE, defiende que la negociación colectiva es la que debe guíar las posibles subidas salariales. «Es lo que pasa en todos los países de la UE. En primer lugar, porque el acuerdo se busca entre sindicatos y empresas, que son los representantes legales de las dos partes y, además, los que más conocen la realidad del sector o la empresa. Eso es fundamental. Cualquier interferencia en ese mecanismo genera inflexibilidad e irrealidad», asegura García Viña. En este sentido, el director de Relaciones Laborales de CEOE encuentra el Pacto de Rentas que propone el PSOE «una cosa antiquísima, que remite al Acuerdo Económico y Social de 1986. A nadie se le ocurre a estas alturas del siglo XXI». García Viña defiende también que los sueldos ya están subiendo: «Según las medias de incrementos salariales pactados en convenios llevan haciéndolo desde 2012. Este año comenzaron con una subida media del 1,37% y han subido ya hasta el 1,65%», asegura.
Pilar Rojo, profesora de Liderazgo y directora del Club de Benchmarking de RR.HH. de IE Business School, introduce otra variable en el debate. «El incremento en la rotación voluntaria, que está repuntando, provoca que sea muy importante que las empresas contemplen la compensación de los trabajadores, tanto desde el punto de vista salarial como de otros beneficios», advierte. De lo contrario, el talento emprenderá la fuga. Además Rojo explica que la evolución de la eficiencia del gasto salarial (que expresa lo que ingresa la compañía respecto a sus gastos de personal) también se está recuperando. «El pico menor fue en el 2011 con unos ingresos de 4,89 euros por euro invertido en gastos de personal, pasando a ingresarse 5,22 en 2016. No se han llegado a recuperar los 6,39 que se ingresaban en 2008 pero esta tendencia alcista junto con otras variables macro de previsiones positivas (bajada del paro, subida de la inflación, etc) podría justificar también una revisión salarial por las empresas dado que los trabajadores están perdiendo poder adquisitivo», explica
José Luis Guillén, director general de la Fundación Universitaria San Pablo-CEU, es rotundo al afirmar que «hay que subir los sueldos porque es una obligación de las empresas compartir los resultados con los trabajadores. Sin ellos no se pueden lograr, y por eso hay que pagarles sueldos dignos, devolviéndoles y compartiendo con ellos aquello que ayudan a generar. Ha habido una época de crisis donde no se ha podido hacer porque los resultados no estaban, pero ahora toca devolver al trabajador su poder adquisitivo». Guillén coincide con Rojo en que no se trata solo de un asunto de remuneración económica. «Hay que invertir en la formación del trabajador para que sea más productivo, aumentar sus beneficios sociales, diseñar proyectos motivadores...». Y pide abrir otro debate, «sin demagogias»: el de la gran diferencia entre los sueldos más altos y más bajos en las organizaciones. «No tienen sentido brechas tan enormes. En países como Suiza se ha llegado a votar para decidir cuál debe ser esa diferencia», explica. Visto desde un prisma u otro, el debate sobre los sueldos nunca toca suelo.
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