Nuestra dotación para repeler una agresión, de las cuales tenemos muchas a lo largo de nuestra vida profesional, es una defensa (porra) y unos grilletes. Como es natural ante el ataque de varias personas, y algunas con cuchillos e incluso escopetas de caza, poco podemos hacer. Nos quitaron el revolver en casi todos los servicios porque un vigilante con arma le sale más caro al cliente; y tanto los gobiernos como policía nacional con su departamento de seguridad privada al frente, de los cuales dependemos administrativamente, dieron el visto bueno. Eso supuso echarnos a los pies de los caballos en servicios conflictivos, pero había que proteger la caja de los empresarios, a costa de la seguridad del trabajador.
Llevamos mucho tiempo pidiendo un “táser” (pistola eléctrica), ya que pedir otra vez el revolver se nos antoja imposible y ¡nada! Llevamos mucho tiempo pidiendo un chaleco de protección anti-pinchazos para lugares peligrosos (vale 100 euros) y ¡nada! Llevamos mucho tiempo pidiendo ir siempre dos a los servicios arriesgados y ¡nada! Policía nacional, policía local, guardia civil, mossos, etc, siempre van dos a los servicios. Alguien dirá sí, pero sus servicios son más peligrosos, y yo contesto, ¿más que estar de servicio en un banco; más que estar de servicio en un prostíbulo; más que estar de servicio en un pub de Peal de Becerro o de Marbella o de cualquier otro sitio? ¿La vida de cualquier policía de 29 años, vale más que la de mi compañero Álvaro Soto?
¿Cuantos vigilantes tienen que morir en acto de servicio para que se tomen las medidas oportunas y necesarias para su seguridad?
Miguel Medina Torres
Vigilante de seguridad durante 35 años.
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