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10 de junio de 2022

BARCELONA: Condenados policías que se hicieron pasar por ladrones para gastar una broma a vigilante de seguridad


El juez sentencia a 15 meses de prisión a dos policías locales de Sant Antoni de Vilamajor que persiguieron y amenazaron de muerte a un vigilante privado

Gastar una broma macabra puede costar muy caro. A quien la hace, pero también y, sobre todo, a quien es víctima. Un juzgado de Granollers, en Barcelona, ha condenado a dos policías locales de Sant Antoni de Vilamajor a un año y tres meses de prisión por amenazar a un vigilante de seguridad privada, al que tendrán que indemnizar.

Los policías se disfrazaron de ladrones, estando de servicio, para perseguir y atemorizar de noche a un vigilante privado de una urbanización, apuntándole con lo que le hicieron creer que era una pistola. El vigilante ha estado más de un año y medio en tratamiento psicológico por estrés postraumático grave y ha tenido que dejar el trabajo por incapacidad permanente absoluta.

Los hechos pasaron la medianoche del 4 al 5 de noviembre de 2018. Según la sentencia, a la que ha tenido acceso SER Catalunya, los acusados, J.M.A.R y J.D.B, agentes interinos de la policía local de Sant Antoni de Vilamajor, se “pusieron de acuerdo para amedrentar y causar temor” a la víctima, un hombre contratado como vigilante privado de la urbanización Can Miret, donde se habían producido una serie de robos a casas los últimos meses. Actualmente, uno de los condenados es policía local de Carcaixent, en Valencia. El otro ha dejado la profesión y se ha mudado a Sevilla.

“Me quieren matar” La broma estaba planeada. Aquella noche, los policías llamaron a la víctima para preguntarle si estaba trabajando y fueron a verle en coche patrulla y vestidos de uniforme. Dos horas después, cuando era media noche y eran los únicos agentes de guardia en el pueblo, se cambiaron el uniforme por ropa oscura, se pusieron unos pasamontañas negros y empezaron a circular sin luces traseras por la urbanización con el vehículo particular de uno de ellos.

El vigilante, al ver el comportamiento sospechoso del coche, lo siguió para anotar la matrícula. Cuando los policías le vieron, aceleraron y empezaron a perseguir la víctima a toda velocidad, llegando a bajar del coche para apuntarlo dos veces con lo que simularon que era una pistola; en realidad, la porra extensible de uno de los agentes. Atemorizado, creyendo que querían matarlo, el vigilante corrió a pedir ayuda a una casa de la urbanización donde vive un mosso d'Esquadra. No lo encontró, así que, perseguido por los supuestos ladrones, pidió auxilio a otro de los vecinos, policía local de Montcada i Reixac, un municipio cercano. “Cuando abrí la puerta, prácticamente no podía respirar. Solo repetía: “Me quieren matar, me quieren matar”, recordó en el juicio el testigo.

Una vez a salvo, en casa de este vecino, la víctima llamó a la policía local del municipio, sin saber que quienes tenían que ayudarlo se estaban sacando el disfraz de ladrones para ponerse otra vez el uniforme. 15 minutos después, los acusados aparecieron, otra vez uniformados y con el coche patrulla. Se olvidaron, sin embargo, de sacarse la braga negra que les cubría la cara. Los acusados admitieron que habían sido ellos quienes habían perseguido al vigilante. Dijeron a los vecinos policías y a la víctima que “querían gastarle una broma” y que “se les había ido de las manos”, según recoge la sentencia.

Expediente sancionador Ambos acusados se disculparon y prometieron que lo explicarían a su superior. No lo hicieron hasta que los vecinos forzaron una reunión con el Ayuntamiento, que les abrió un expediente sancionador, que hoy todavía no se ha resuelto. En pleno municipal, la alcaldesa, entonces de Junts, se negó a ofrecer explicaciones a la oposición. Según fuentes policiales, el consistorio se limitó a no renovar a los agentes cuando se los acabó el contrato.

Durante el juicio, celebrado este mes de mayo, los acusados cambiaron de versión. Intentaron hacer creer al tribunal que no pretendían atemorizar a la víctima, sino que querían “hacer vigilancias conjuntas” vestidos de paisano “para pasar inadvertidos”. El magistrado Daniel Almería, del penalti 2 de Granollers, no los creyó: “no son fiables ni verosímiles”, escribe, porque “resulta incongruente que circularan en su vehículo particular con dos buffs tapándolos íntegramente el jefe”.

“Un relato desgarrador y una broma execrable” “En mi opinión, los hechos no son solo una “broma” execrable bajo todos los puntos de vista (profesional, moral, etc) con efectos devastadores en la víctima, sino que además constituyen un delito de amenazas”, concluye el magistrado en la sentencia. El texto añade: “los autores eran policías en aquel momento con el reproche adicional que esto, sin duda, tiene que comportar".

Además de la pena de prisión, el tribunal condena los policías a pagar 48.281 euros a la víctima por las lesiones psíquicas que sufrió. Al poco del incidente, la víctima tuvo que dejar el trabajo por estrés postraumático grave que lo ha llevado, incluso, a intentar suicidarse. Durante el juicio, tuvo que declarar acompañado de dos psicólogas. “Su relato es absolutamente fiable y desgarrador, como en pocas ocasiones ha podido presenciar este magistrado”, destaca la sentencia.

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