Los terroristas calificaron como "accidente" el asalto a un furgón de Prosegur, donde murió el trabajador Manuel Escuder y tres grapos en el barrio de Delicias.
El vigilante jurado murió en la explosión de los artefactos que lanzaron los grapos para sustraerles las sacas con dinero.
El atentado mortal del Grapo contra un furgón de Prosegur, que le costó la vida al vigilante jurado Manuel Escuder, de 29 años, cambió algunas cosas para el sector de la seguridad privada. Los terroristas colocaron el 7 de abril de 1993 la bomba debajo del furgón de Prosegur, que acababa de recoger el dinero del supermercado Galerías Primero ubicado en la plaza de las Madres de Mayo, en el barrio de Delicias. Aquel atentado provocó que los profesionales en la seguridad lleven desde entonces chalecos antibalas para contrarrestar ataques terroristas.
Así lo contó el vigilante Antonio Henar a HERALDO al cumplirse los 25 años del atentado en 2018. "Entonces llevábamos un revólver reglamentario y una escopeta, pero en la asamblea que celebramos tras el atentado conseguimos que nos pusieran los chalecos, aunque fueran muy incómodos", evocó. Asimismo, recordó que en aquella reunión un sindicato dijo que el atentado de la plaza de las madres de Mayo había sido un accidente, lo que provocó que los trabajadores se dieran de baja del mismo.
Otra de las consecuencias para los vigilantes que cubrían esas rutas fue la modificación de muchos recorridos y horarios para no facilitar los asaltos. Se empezó a trabajar con mayores precauciones, señaló Henar, quien recalcó que hasta ese momento los trabajadores no eran conscientes de que podían ser objeto de atentados tan brutales.
El asalto detrás del Principal "El Grapo nos querían eliminar para llevarse el dinero, pero cuando lo intentaron detrás del Teatro Principal en 1991 no lo consiguieron. Los terroristas tirotearon al conductor y dieron un golpe con una caja de herramientas a otro vigilante, pero a los tres o cuatro minutos se escaparon", señaló Henar, quien también fue testigo de este asalto frustrado en Zaragoza. Después de estos atentados, algunos vigilantes de la empresa Prosegur abandonaron su presencia en los blindados por el peligro que implicaba y porque se sentían poco reconocidos. "El riesgo era muy grande y el trabajo muy duro, pero la edad de jubilación es de 65 años", destacó el histórico vigilante. El vigilante jurado falleció sobre las diez de la noche del 7 de abril de 1993 frente al supermercado Galerías Primero, en la plaza de las Madres de Mayo, en Monsalud, en el barrio de Ddelicias.Heraldo
La huida de Silva Sande en autobús con el dinero Los dos grapos que lideraban el atraco del blindado, los históricos Enrique Cuadra Echeandía y Fernando Silva Sande, esperaban en un coche para huir. Relataron en el juicio que habían intentado recoger a sus compañeros del comando, pero en realidad lo que atraparon fueron dos sacas con ocho millones de pesetas y huyeron por caminos distintos. Silva Sande, calificado por la persona que le alquiló el piso en Zaragoza como "alguien muy amable", escapó -con sangre fría- en un autobús hacia Valencia la mañana siguiente al atentado. La paradoja es que esa línea regular se encontraba en la calle de Asalto, muy cerca del piso alquilado en Roger de Tur.
Sande era un especialista en fugas (había huido de la prisión de Granada el 1 de abril de 1992) y desde Valencia consiguió llegar a la Estación del Norte de Barcelona. Allí se enfrentó a tres agentes del Sector Móvil de la Policía que realizaban un control rutinario de los viajeros del autocar. Uno de los policías inició su persecución y, al llegar a la calle de Nápoles, el sospechoso se revolvió contra el agente, sacó una pistola y le encañonó. Ante la inminencia del disparo, el policía se tiró al suelo y Silva Sande se esfumó por las calles de Barcelona tras arrojar las sacas con el dinero robado. En 2009 fue juzgado y le condenaron a 34 años de prisión.
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