El ex trabajador del sindicato en Andalucía que desveló en 2013 la presunta trama de financiación ilegal, que podría ascender a 41 millones de euros, revela cómo vive una odisea personal, social, judicial y laboral que dura hasta la actualidad.
A veces, sacar la verdad a la luz tiene secuelas. Tratar de acabar con una tradición de presuntos robos, prevaricaciones e ilegalidades dentro de una organización potente persuade a los espíritus débiles y les hace rendirse más tarde o más temprano. Suele ser la lucha de una pulga solitaria atrapada en un laberinto contra un león arropado por toda su manada. Esta metáfora animal sirve para describir el calvario judicial, personal, social y laboral de Roberto Macías, el trabajador de la Unión General de Trabajadores (UGT) en Andalucía que sacó a la luz el escandaloso caso de las facturas falsas hace ya siete años, provocando la caída de dos vacas sagradas del sindicato: Manuel Pastrana y Francisco Fernández. Pero Macías no es frágil. Es un bambú inquebrantable que, si se dobla, vuelve a su ser con más fuerza.
En esta entrevista que Macías concede a EL LIBRE y que se publicará en dos partes, cuenta con detalle cómo vivió todo aquello y las consecuencias integrales de hacer lo correcto dentro de un sistema político que asfixia el rigor, la veracidad, la rectitud y la libertad de expresión y que ha cristalizado en que el Juzgado de lo Penal número 15 de Sevilla le ha condenado a dos años de cárcel por delito de descubrimiento y revelación de secretos. Pero recurrirá y no se dará por vencido.
-¿Cuál es el resorte que le hace saltar y plantarle cara a UGT Andalucía? La indecencia, la hipocresía y la falsedad sindical en su máxima expresión. Saber que, mientras a mí me despedían el 28 de noviembre de 2012, ese mismo día el líder histórico, Manuel Pastrana, se encontraba en Durban (Sudáfrica) utilizando una Visa Oro del sindicato para pagar una gran mariscada. Era conocedor de los excesos de esta vida padre sindical, de esta vida a cuerpo de rey de algunos compañeros de la comisión ejecutiva. Eso es lo que me impulsa a intentar regenerar el sindicato para que los andaluces pudieran recuperar parte del dinero que estos se han comido y que han desviado. Porque, finalmente, es escandaloso y reprobable que un sindicato de clase disponga de una Visa Oro y que, con ella, paguen hasta las chuches.
-Por qué le despiden? Me despiden a mí y a otros 28 compañeros alegando causas económicas y con una reforma laboral que el sindicato consideraba dañina, diabólica y perversa. Esa misma reforma laboral contra la que, el 16 de noviembre, salimos a protestar. Esto demuestra una falta de compromiso y la incongruencia de que despides como perros a tus propios compañeros.
-¿Denunció aquella injusticia? Sí. Ha sido una lucha larga por la vía social y por la vía penal, donde me han dado el palo. Pero espero revertir esta situación pronto por la vía social. El despido fue considerado improcedente, por lo que no hubo posibilidad de regreso al puesto de trabajo. Pero si la hubiera habido, no habría regresado nunca, porque ya había mucha tensión y mi relación estaba prácticamente rota cuando interpuse la papeleta de conciliación. Es como romper el cordón umbilical, te marcan con una cruz y te conviertes en un apestado. Es como una secta: en el momento en el que eres crítico y beligerante con todas las conductas indeseables de cualquier organización, te estigmatizan.
-¿Cómo recopila la documentación necesaria para demostrar que UGT Andalucía estaba cometiendo presunta financiación ilegal? Estuve recopilando la información, porque veía que había prácticas totalmente ilegales. Durante un tiempo, empiezo a hacer algunos trabajos desde casa, pero también empiezo a hacerme con cierta información que considero que, en un futuro, podría utilizar para denunciar estas vías de financiación ilegal. Entonces, me voy dando cuenta de la envergadura del caso y me va entrando miedo. No sabía qué hacer ni a dónde acudir. Buscaba proteger a mi familia de posibles represalias. Después de hacer un análisis, ninguna autoridad me merecía confianza, porque veía que todo el sistema estaba politizado y corrompido, una corrupción sistémica. Y temía que esa información acabara archivada en un cajón. Entonces, se la entregué a periodistas andaluces para que ellos investigaran y publicaran lo que, posteriormente, se conoció como el caso de las facturas falsas de UGT Andalucía.
-¿Cómo llega UGT a enterarse de que usted era la garganta profunda? Ellos hicieron una investigación interna que fue un montaje, una auténtica caza de brujas para detectar al trabajador que estaba alertando a los medios de comunicación. En este montaje, analizan 16 ordenadores, pero el mío y el de otro compañero lo analizan sin ningún tipo de garantía ni control. Después de un peritaje plagado de irregularidades, de inconsistencias y de fallos graves, llegan a la conclusión de que yo había copiado 22.000 ficheros y lo reflejan en el informe pericial. Eso también lo he denunciado por la vía penal, porque se realizó sin ningún tipo de control ni de seguridad. Ese informe pericial lo utilizan para señalarme, presentar la querella y, posteriormente, ordenar el registro de mi domicilio, algo grave y la primera advertencia de que vienen a por mí.
-¿Cándido Méndez (por aquel entonces secretario general de UGT) no le abrió expediente a Manuel Pastrana y a Francisco Fernández por este escándalo? La dirección del sindicato nunca adoptó ninguna medida contra la cúpula ugetista de Andalucía. La única persona que tiene una querella por alertar del fraude sistemático de fondos públicos soy yo. La postura de Madrid ha sido avalar todas las decisiones adoptadas en Sevilla. Nunca quisieron enfrentarse a su Federación andaluza. Han sido totalmente cómplices. En Madrid están muy preocupados porque, a raíz de las revelaciones de Andalucía, trabajadores de UGT Asturias se pusieron a investigar y uno de ellos presentó una denuncia por los mismos hechos que han ocurrido en Andalucía. A la cúpula de UGT Asturias le reclaman 1,46 millones de euros. A la cúpula de UGT Extremadura también se le reclama cerca de dos millones de euros. Entiendo la preocupación del sindicato a nivel nacional y su posición de blanquear, porque sabían que en otras regiones habían utilizado los mismos mecanismos defraudatorios para financiar a la organización.
-¿Existe una trama de fraude sistemático de ámbito nacional por parte de la Unión General de Trabajadores? Puede ser un modus operandi a nivel nacional, pero nadie se ha encargado de unir todas las piezas. Entiendo que, si una organización nacional es investigada por lo menos en cuatro regiones, la Audiencia Nacional tendría que hacer una investigación nacional de UGT. Porque en este fraude hay una participación directa de IFES, que tiene una implantación nacional.
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