Pocos días después de que los vigilantes se echasen a la calle para protestar contra las agresiones, los datos vuelven a darles la razón. Según un informe elaborado por el observatorio de la Asociación de Directores de Seguridad Privada (Adispo), Cataluña es la comunidad que más episodios violentos registra en que los profesionales de la seguridad son las víctimas.
El estudio recoge 51 ataques recopilados mediante la monitorización de fuentes abiertas durante el primer semestre de 2020. Cataluña lidera el ranking por autonomías con 9 sucesos. Le siguen Baleares (7), País Vasco (6), Galicia (5), Castilla y León (4), Murcia (4), Andalucía (4), Canarias (3), Asturias (2), Aragón (2), Comunidad Valenciana (2), Ceuta (2) y, por último, Castilla-La Mancha (1).
Jóvenes violentos Contrariamente a lo que pudiera pensarse, más de la mitad de las agresiones ocurren a plena luz del día, mientras que los incidentes nocturnos, en los cuales el número de testigos se reduce, tan solo representan una tercera parte. Los tres sectores económicos con más afectados son el transporte público (18), el comercio (11) y el sanitario (8). Enrique Silva, coordinador nacional del observatorio de Adispo, señala que tras esta desinhibición se halla una desprotección jurídica: "Una agresión a un vigilante es tan grave punitivamente como atentar contra cualquier civil. Carecemos de una especial protección como sí tienen los médicos o los policías". El trabajo de Adispo también analiza el perfil del agresor, que mayoritariamente son varones que actúan en solitario y tienen entre 18 y 25 años --aunque los autores reconocen que no siempre ha podido determinarse con exactitud la edad--.
Ir acompañado, la mejor defensa Una de las conclusiones a las cuales llega el informe es que el servicio unipersonal está detrás del 55% de ataques, que caen al 39% cuando los vigilantes patrullan en parejas. Esta realidad es la que afrontan muchos trabajadores del sector, que son presa fácil de grupos que aprovechan su superioridad numérica. A principios de año, cuatro pasajeros apalearon a un vigilante en el metro de Barcelona, concretamente en la estación del Paralelo. Silva recuerda una sencilla regla tras este hecho: "Hay una norma de seguridad operativa básica que dice 'dos es uno, uno no es ninguno'. Si una persona hace su turno sola, se debe proteger a sí misma y no cuenta con ningún compañero de apoyo".
Uso de armas El empleo de armas se ha constatado en 15 de los 51 casos examinados, siendo armas blancas en nueve de ellos e improvisadas en los seis restantes. De estos, hay un caso en el que se empleó un vehículo como arma atropellando a un profesional. En ocasiones, estos ataquen pueden alcanzar niveles de brutalidad insospechados -- como el ataque caníbal contra un vigilante en la capital catalana-- y, pese a que suelen realizarse individualmente, también se contabilizan batallas campales de varios jóvenes con el equipo de seguridad. Tras la mayoría de enfrentamientos, los agresores pasan a disposición policial o judicial y en ocho de cada diez situaciones se interpone denuncia contra los atacantes. En 13 de los 51 incidentes, el personal sufrió lesiones que requirieron asistencia médica y/o incapacidad temporal para el desarrollo de sus actividades laborales.
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