Son el gremio menos reconocido dentro de los profesionales que día a día arriesgan su salud en la lucha contra el COVID 19
Las ocho de la tarde se está convirtiendo en una tradición para la mayoría de españoles. Salir a aplaudir a los balcones es la forma que ha adoptado la sociedad para agradecer la labor que en estos tiempos de pandemia realizan sanitarios, cuerpos y fuerzas de seguridad o trabajadores de la limpieza. Pero, hay un grupo que también está al pie del cañón estos días y que, aunque no se le discrimina, a veces no se resalta su labor.
Los vigilantes de seguridad realizan una gran labor en los hospitales de Granada. Sirven de ‘cortafuegos’ para que nadie que no deba no entre a los hospitales durante la propagación del COVID 19, ayudan al resto de profesionales de los centros y sufren el miedo de un contagio sobre ellos y sus familias. “Para evitar la agrupación de personas en el momento en el que alguien necesita ser hospitalizado, controlamos el acceso para que solo entre el número de personas autorizadas a la zona definida”. Una situación que se complica y llega a situaciones extremas cuando los familiares de los pacientes quieren acceder con el enfermo. “Es en estos momentos donde los vigilantes de seguridad sacan su lado como personas, que siempre tienen presente a la hora de hacer su labor”, comenta un grupo de profesionales de la seguridad que estos días presta su atención en los distintos centros sanitarios, pero que no han querido dar su nombre para que su anonimato ensalce la labor de todo el gremio.
Los vigilantes de seguridad realizan una gran labor en los hospitales de Granada. Sirven de ‘cortafuegos’ para que nadie que no deba no entre a los hospitales durante la propagación del COVID 19, ayudan al resto de profesionales de los centros y sufren el miedo de un contagio sobre ellos y sus familias. “Para evitar la agrupación de personas en el momento en el que alguien necesita ser hospitalizado, controlamos el acceso para que solo entre el número de personas autorizadas a la zona definida”. Una situación que se complica y llega a situaciones extremas cuando los familiares de los pacientes quieren acceder con el enfermo. “Es en estos momentos donde los vigilantes de seguridad sacan su lado como personas, que siempre tienen presente a la hora de hacer su labor”, comenta un grupo de profesionales de la seguridad que estos días presta su atención en los distintos centros sanitarios, pero que no han querido dar su nombre para que su anonimato ensalce la labor de todo el gremio.
Hemos visto durante estos días la dureza de testimonios de policías, médicos o enfermeros que lo que peor llevan es estar separados de sus familias y que se suma a una preocupación por llevar el virus a casa, juntos a los más queridos. “Es duro estar separados de la familia. Los vigilantes de seguridad, al igual que muchos sanitarios, están continuamente expuestos. Algunos se han buscado mil maneras para extremar su higiene para así proteger a sus familias”, comenta este grupo de profesionales de la vigilancia.
Hay que decir que todos ellos cuentan con sus EPIs homologados para proteger su salud y la de los que les rodean. Porque hay que recordar que en los hospitales continúan con la actividad que había antes de la epidemia: partos, urgencias, operaciones urgentes. Pero, lo más duro son las historias que pasan por delante de los ojos de los que estos días tienen que estar en primera línea de batalla. “Es duro ver a nuestros mayores positivos en COVID-19, están allí solos. Algunos son conscientes de la situación tan grave que vivimos y, por suerte, salen adelante. Es muy gratificante verlos recuperados”, comenta este grupo. En definitiva, un gremio al que agradecer su labor durante estos días. Una gran familia que, junto a personal sanitario, limpieza, mantenimiento, ambulancias y una larga lista, hacen que en las situaciones más difíciles siempre haya un hombro en el que apoyarse y una mano tendida.
Hay que decir que todos ellos cuentan con sus EPIs homologados para proteger su salud y la de los que les rodean. Porque hay que recordar que en los hospitales continúan con la actividad que había antes de la epidemia: partos, urgencias, operaciones urgentes. Pero, lo más duro son las historias que pasan por delante de los ojos de los que estos días tienen que estar en primera línea de batalla. “Es duro ver a nuestros mayores positivos en COVID-19, están allí solos. Algunos son conscientes de la situación tan grave que vivimos y, por suerte, salen adelante. Es muy gratificante verlos recuperados”, comenta este grupo. En definitiva, un gremio al que agradecer su labor durante estos días. Una gran familia que, junto a personal sanitario, limpieza, mantenimiento, ambulancias y una larga lista, hacen que en las situaciones más difíciles siempre haya un hombro en el que apoyarse y una mano tendida.
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