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19 de abril de 2020

Benén Avilés, vigilante de Trablisa en el Metro: “Nos levantamos cada día con las mismas ganas de ir a trabajar”

Benén lleva media vida en la seguridad privada. Ahora se encarga de atender las incidencias que llegan desde el puesto de control de Metro Madrid. Es testigo directo de cómo ha cambiado el suburbano madrileño.

“Antes de que empezara el estado de alarma éramos personal de baja exposición. Ahora somos personal de primera línea”, cuenta Benén Avilés. Este madrileño de 39 años lleva dos décadas dedicándose a la seguridad privada. Desde 2017, trabaja con la empresa Trablisa como vigilante de seguridad en Metro de Madrid.

Su labor consiste en atender las incidencias que llegan desde el puesto de control de seguridad. Benén y su compañero recorren en un vehículo las instalaciones exteriores de Metro, controlando que el corazón subterráneo no se detenga. Aunque desde el coronavirus, y por razones de seguridad, su compañero y él ya no van sentados juntos dentro del coche. “Mantenemos la distancia de seguridad tanto a la hora de atender las incidencias como al interactuar con otras personas. Nuestro día a día ha cambiado mucho en cuestión de precaución. Ahora haces tu trabajo y te vas”, explica el vigilante.

De su rutina antes de que se iniciara la pandemia, lo que más extraña Benén es el movimiento continuo al que estaba acostumbrado. “Echas de menos la gente. Sientes soledad y tristeza por todo lo que está ocurriendo fuera mientras tú estás trabajando. Te falta el movimiento del día a día, el tomarte un café con los compañeros. Se nota mucho la carencia de personas”, señala. Aunque también añade que le sorprende ver aún tantos coches por las calles.

El madrileño admite que la afluencia de viajeros ha disminuido gracias al confinamiento aunque todavía observa “personas que no se creen que esto sea serio. Gente que va sin guantes ni mascarilla y que sabes de sobra que no van a trabajar”. Su labor es importante pero dice que podrían hacer más. “Somos miles de profesionales de la seguridad privada, muchos de nosotros muy cualificados. Podríamos realmente ayudar a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, ya que estamos bajo su mando y están saturados”. Y realza la profesionalidad de su gremio: “Nos levantamos cada día con las mismas ganas de ir a trabajar. En mi caso, me despierto con la idea de que podría ser útil. Quizá hoy me necesite alguien”. Los cambios en el trabajo también se trasladan a la vida familiar. “Estoy divorciado y tengo una niña de dos años. Desde que comenzó el estado de alarma, estoy sin verla. Hablamos por videollamada, pero no tengo contacto físico con ella”, reconoce Benén.

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