La Guardia Civil, dentro de la campaña de evitación de atentados terroristas durante las fiestas navideñas, ha dirigido un escrito a las empresas de seguridad privada en el que transmite una serie de recomendaciones y medidas a adoptar en situaciones críticas, si es que se llegan a producir.
En el citado escrito, según han informado a LA RAZÓN fuentes conocedoras del mismo, se enfatiza que en estas fechas es preciso, no sólo mantener las medidas de prevención, protección y respuesta previstas en los Planes Antiterroristas, sino reforzarlas con la mayor intensidad posible. A este respecto, se refiere a las grandes concentraciones de personas en lugares públicos, como centros comerciales, fiestas, etcétera, por constituir los lugares que, al menos sobre el papel, podrían ser elegidos por los terroristas para perpetrar sus acciones criminales.
Ante esta realidad, los expertos de la Benemérita recuerdan que no se puede descartar ninguna modalidad de atentado. Se refieren, sin citarla, a la famosa recomendación del que fuera portavoz de Daesh, Mohamed Adnani, muerto en una acción militar USA, que pedía a los “moujahidines” (combatientes) que, llegado el momento de atacar, no despreciaran ningún “arma”: el cuchillo, un coche y, si no disponían de estos medios, hasta las piedras. Todo era útil con tal de matar a los “cruzados” (cristianos).nSe recuerda, que en las campañas mediáticas que desarrolla el “cibercalifato”, se anima a los seguidores de Daesh a que pasen a la acción con lo que tengan a mano y sin dudar un momento (conscientes del efecto mediático que tienen los atentados en occidente, como el recientemente cometido en Londres).
La amenaza yihadista está representada por grupos organizados (se sospecha que existen en algunas ciudades europeas y cuentan con suficiente preparación y formación terrorista. Y, lo que es igualmente peligroso, los actores (“lobos”) solitarios, que, por su carácter imprevisible, atentan por su cuenta. Normalmente, no tienen contactos orgánicos con la dirección de la banda yihadista y atacan de formar libre, autónoma y sin recibir instrucciones. Son los que utilizan cuchillos, vehículos de motor y, llegado el caso, explosivos de fabricación casera. Los productos con que se realizan estos artefactos, en teoría de venta libre en el mercado, están muy controlados mediante protocolos que deben cumplir todos los comercios.
Definido el peligro que representa este terrorismo, se articulan una serie de consejos para que los agentes de la seguridad privada operen con profesionalidad y serenidad hasta la llegada de las Fuerzas de Seguridad (FSE). Lo esencial es visualizar, verificar, que se está ante un atentado terrorista y, en consecuencia, poner en marcha las medidas que ya están definidas con anterioridad: evacuación o aislamiento del personal civil, dando siempre prioridad a la seguridad de las personas; comunicar inmediatamente lo ocurrido a las FSE; mantener, transmitir la calma y el control de la situación, para que todo el personal de seguridad actúe con profesionalidad y confianza; y, a la llegada de las FSE, identificarse claramente para evitar equívocos. Resulta fundamental guardar las grabaciones de vídeo/audio que registren los sistemas de seguridad.
Asimismo, es preciso identificar y aislar a los posibles testigos de lo que ha ocurrido (la comunicación entre ellos, por los comentarios que se hacen, pueden generar confusiones indeseadas a la hora facilitar la información de que disponen). Asimismo, y ante la posibilidad de que tuvieran que operar los grupos de intervención, tener accesibles los planos del lugar afectado por el ataque. A este respecto, se recomiendan que los agentes de seguridad privada indiquen a las FSE los lugares donde puedan estar escondidos los terroristas, materiales peligrosos almacenados que pudieran utilizar, etcétera.
Se recomienda estar muy atentos al entorno laboral en el que se mueven los agentes ya que determinados indicios pueden alertar de que un individuo o individuos se preparan para atacar. A este respecto, se señalan una serie de comportamientos que pueden alertar que alguien se está radicalizando: atención exagerada a lo permitido y lo prohibido; tensiones o cambios de comportamientos familiares; retraimiento y polarización social; abandono de amistades; agresividad verbal o física ilógica; aislamiento; asistencia a reuniones privadas, restringidas, fuera de la vista de otras personas; actividades deportivas o entrenamientos repentinos, para mejorar la forma física; seguimiento en común e intercambio de propaganda, sobre todo on-line; y puesta en práctica de medidas de seguridad.
En cualquier caso, la Guardia Civil advierte que las simples apariencias no resuelven todo, ya que una persona muy religiosa no significa que sea un extremista. Pero, unido otros factores, puede aportar pistas importantes, en especial si el individuo experimenta un cambio total de conducta, rompe con lo que era habitual y se manifiesta de una forma extraña e impropia.
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