Su función es esencial para velar por la seguridad de los miles de usuarios que, día tras día, hacen uso del transporte público más usado de Madrid, el metro. Un trabajo polivalente que obliga a los trabajadores y seguridad del metro de Madrid a estar atento a todo lo que ocurra a su alrededor.
Hasta aquí todo resulta correcto. Sin embargo, los trabajadores del ente de transporte público viven, desde hace meses, una situación insostenible y de extrema preocupación por el auge de las agresiones constantes hacia el personal de seguridad del metro. Golpes, amenazas, forcejeos y un sinfín más de variantes violentas protagonizan los días y las noches de las estaciones de metro de la capital, con los agresores como protagonistas y con el personal de seguridad como víctimas de esta oleada violenta que mantiene a los seguritas de metro en una situación de estrés y tensión permanente. Por este motivo, que parece no tener un final en un corto plazo de tiempo, los trabajadores y el personal de seguridad de metro han manifestado su hartazgo ante esta preocupante situación y se quejan de la falta de protección y de medios para poder afrontar una circunstancia cuanto menos, desesperante.
AGRESIONES CONTINUADAS El vandalismo se ha convertido en la tónica habitual de la rutina del personal de seguridad del metro madrileño. Grafitis pintados en los vagones de los trenes, usuarios que hace botellón en el interior de las estaciones, que se graban poniendo en riesgo sus vidas para subirlo a las redes sociales, robos a otros pasajeros, y un largo etcétera de actividades delictivas, son las situaciones con las que los trabajadores de metro lidian a diario. Sin embargo, a la lista de actos vandálicos mencionada, ahora se le suma la violencia al personal de seguridad del organismo de transporte público.
La cifra es escalofriante. A menos de dos semanas para finalizar el año, se ha registrado un total de 150 agresiones al personal de seguridad de metro, muchas de ellas con armas en mano. La última agresión en el transporte suburbano, ubicada en el pasado mes de noviembre, se saldó con cuatro personas heridas, de las cuáles una recibió siete puntos de sutura, otra acabó con las costillas rotas, y las dos restantes fueron trasladadas y atendidas en el hospital por fuertes contusiones. ¿El motivo de esta disputa? Que los agresores no querían pagar por entrar al metro. Agresiones como ésta, e incluso peores, se repiten todos los días y el personal de metro de Madrid ha lanzado un grito de ayuda desesperado a las instituciones porque dicen que ya no pueden más con esta situación a la que califican de “urgente, insostenible e insoportable”
DESAMPARADOS Ante esta situación de extrema gravedad, el personal de seguridad de metro a través de la Asociación Marea Negra de la Seguridad ha emitido un comunicado en el que confiesan sentirse “desamparados” y reconocen que se encuentran en “una situación de estrés descomunal que no nos permite desempeñar bien nuestras funciones”. En la misiva, además, la plataforma hace un llamamiento de comprensión a la ciudadanía y a las instituciones para que se pongan en el lugar de los trabajadores del sector. “Estamos cansados de sufrir agresiones cada día y que jamás tengamos el respaldo adecuado simplemente por ejercer nuestro trabajo”, aseguran.
Asimismo, en una reunión que mantuvo el personal de Metro con los responsables de la compañía para atajar este problema que ya se ha convertido en la gran lacra del transporte público, el personal de seguridad solicitó una mayor cantidad de dispositivos para poder defenderse de los ataques que sufren. Además, los vigilantes reclaman que se les devuelva el carácter de agentes de autoridad que perdieron en el año 1992 y piden también una mayor protección jurídica ante este tipo de conductas por las que se sienten vulnerables.
LOS GRAFITEROS, EL ENEMIGO A BATIR Entre la gran cantidad de actos vandálicos que se producen en las instalaciones del transporte suburbano, las bandas de grafiteros ocupan la primera posición de los grupos que van a actuar y a sembrar la violencia en este espacio. Estas bandas organizadas preocupan por el crecimiento exponencial de su agresividad en los últimos tiempos. Son ellos los que provocan los mayores daños, físicos y materiales, dentro de las estaciones de metro repartidas por toda la capital. Sin embargo, a los grafiteros le siguen otros grupos que también preocupan – y mucho – al personal de la entidad de transporte. Los usuarios en estado de embriaguez, los carteristas y las bandas latinas que pelean entre ellas dentro de las estaciones son, en ese orden, los que ocupan las puestos siguientes a los vándalos de spray.
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