Los vigilantes de seguridad del metro se ven sometidos a mucha presión
Los barceloneses perciben inseguridad en el metro. Así lo refleja la encuesta realizada por Metrópoli Abierta a 600 vecinos, en la que señalan que uno de cada tres ha sufrido un delito en los últimos tres años, y el más habitual es un hurto en el transporte público o en la calle. La inseguridad en el metro viene provocada por la permanente presencia de carteristas y por la escalada de violencia en el suburbano. En los últimos meses se han producido diversas agresiones a pasajeros o agentes de seguridad, sin que se haya tomado ninguna medida al respecto.
AGRESIONES El último episodio de violencia se produjo en la madrugada del pasado domingo, cuando un hombre armado con un cuchillo de grandes dimensiones intento apuñalar a un vigilante de seguridad a escasos metros de un carrito de bebé. Una semana antes, un grupo de jóvenes fue detenido acusado de agredir sexualmente a una chica y apuñalar a su pareja que la esperaba a la salida de la estación. Dos de los detenidos eran menores que dormían en la calle sin tutela. También en fin de semana, pero esta vez en octubre, dos jóvenes apuñalaron a un vigilante de seguridad en la estación de Paral·lel. Los hechos ocurrieron en la madrugada del día 21 y la víctima recibió varios cortes en los brazos. Los agresores fueron detenidos.
GRAFITEROS La violencia en los últimos meses también ha venido protagonizada por los grafiteros, que han intensificado sus actuaciones bajo tierra y cuando han visto que su actuación podía ser interrumpida se han defendido con violencia, como ha quedado registrado en algunos vídeos. En el caso más reciente, las víctimas no fueron agentes de seguridad, como había ocurrido hasta el momento. Tras obligar a detener un tren en la estación de Maragall, varios pasajeros les reprocharon su actuación y los grafiteros respondieron atacando a tres de ellos, incluida una mujer embarazada, a la que rociaron con pintura en la cara.
Las agresiones en el metro se han convertido en recurrentes y otro ejemplo reciente ocurrió tras la última manifestación de Jusapol en Barcelona, cuando un hombre ataviado con una bandera de España fue empujado escaleras abajo en la estación de Urquinaona por una persona que no ha sido identificada todavía.
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