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7 de junio de 2021

Salvar el ‘Guernica’, lo primero

Puede ocurrir que lo que haya que proteger sea más el interior que el exterior, como el caso del Museo Reina Sofía. Aquí está en marcha, desde 2016, el plan PROCOERS (Plan de Protección de Colecciones ante Emergencias) que, entre otras medidas, ha clasificado las obras en hasta cinco niveles según su significación, valor económico, estado, valía dentro de la colección, el lugar que ocupa dentro del museo y su importancia social.

“Esto nos da un nivel de riesgo sobre la obra; si tiene un grado cinco de vulnerabilidad y está en un sitio menos seguro, se cambia de lugar dentro del museo, para que haya un buen equilibrio”, explica Jorge García Gómez-Tejedor, jefe del Departamento de Conservación-Restauración. También este nivel ayudaría a identificar las piezas más significativas del centro de arte, las cuales serían las primeras en retirar en caso de una catástrofe; por ejemplo, esta obra maestra de Picasso. “Estamos organizados para cualquier incidencia que pase; el Guernica es una pieza de nota cinco, es sensible y compleja de mover”, apunta.

El museo, con 90 vigilantes en su plantilla, incorpora, además, alarmas volumétricas, sistemas de seguridad para el anclaje de las obras, arcos para evitar actos vandálicos y un control extra en los montajes para rebajar el nivel de riesgo. Pronto aplicará tecnología de georreferencia que hará un mapeado de sus espacios, incluirá todos los riesgos y sistemas de vigilancia y analizará si se mueve una obra de un lugar a otro. “Si se quemara el edificio nos permitiría tener la información actualizada de dónde están las obras y la urgencia que tiene cada una”, explica García. Con un fondo de más de 10.000 piezas, cualquier control es poco.

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