Ante unos altos niveles de paro, millones de jóvenes aceptan empleos mal pagados para obtener experiencia y no estar desocupados.
Eso está produciendo una nueva realidad. Los contratos de los más jóvenes les dificultan no solo comprar una casa, sino acceder a un piso en alquiler.
Eso está produciendo una nueva realidad. Los contratos de los más jóvenes les dificultan no solo comprar una casa, sino acceder a un piso en alquiler.
La tasa de desempleo juvenil en España se encontraba el pasado noviembre en el 44,4%, la más alta de toda Europa, tan solo superada por Grecia (46,1%). Duplicamos con creces el nivel de la eurozona, que se encuentra en el 21,2%, así como el de Reino Unido, que desciende hasta el 13,1%. En apariencia, una cifra envidiable a la que deberíamos aspirar, ya que es casi cuatro veces inferior a la de nuestro país. Sin embargo, es posible que este dato oculte una realidad aún más triste para los menores de 25 años.
Como ha desvelado la ONG inglesa Centrepoint a 'Independent', cada vez son más los jóvenes que, a pesar de tener trabajo, se encuentran en una situación cercana a la exclusión. ¿Por qué? Por culpa de los conocidos como contratos de cero horas, el principal estandarte de la flexibilización laboral inglesa. Estos se pagan por horas y obligan al trabajador a estar disponible, así como a mantener una relación de exclusividad con la empresa que le contrata, pero esta no está obligada a proporcionar un sueldo mínimo o a garantizar un mínimo de jornadas trabajadas a sus empleados. Esto provoca que no puedan saber ni cuándo ni cuánto van a trabajar.
Esta fórmula de contratación, pensada en principio para universitarios que quieren costearse sus estudios o como acceso inicial al mercado laboral, ha terminado siendo aplicada por multitud de compañías para rebajar costes. A día de hoy, alrededor de un millón de ingleses están empleados bajo esta fórmula. Como explica la directora de la ONG, Jennifer Barnes, cada año hasta 150.000 jóvenes de entre 16 y 25 años recurren a la organización para que les ayude a encontrar trabajo o techo para pasar la noche. Estos son precisamente los principales candidatos a terminar aceptando estos contratos, que provocan "que queden atrapados en la indigencia". Con frecuencia, advierte la ONG, son desahuciados puesto que carecen de medios económicos necesarios para pagar el alquiler y, una vez se encuentran en la calle, les resulta imposible volver a encontrar alojamiento, aunque sea de alquiler. Tan solo el apoyo familiar o el de los amigos los salva de esta "trampa".
Cuando no quieres ser un 'nini' Durante los últimos años se ha popularizado en nuestro país el término 'nini' para referirse a aquellos jóvenes desocupados que tienen un mayor riesgo de exclusión social. Como señalaba el año pasado Eurostat, el 22,2% de españoles de entre 20 y 24 años ni tienen empleo ni cursan estudios primarios o secundarios, lo que nos convierte en el país donde más se ha incrementado el número de 'ninis'. El problema, no obstante, puede ser aún mayor si las políticas de empleo solo sirven para maquillar los datos.
Como recuerda la directora, muchos jóvenes se encuentran atrapados en un círculo vicioso de desempleo y trabajo por horas mal pagados que les obliga a no poder salir de la indigencia, a pesar de estar haciendo lo que la sociedad les ha dicho que es correcto. “Han hecho lo que se supone que deben hacer, y no están recibiendo nada a cambio”, explica. “Oímos a menudo que la gente que deja de utilizar nuestros servicios tienen problemas”. No solo es una cuestión de aceptar lo primero que uno se encuentra porque es preferible que el paro, sino que para acceder a un empleo de mayor categoría es necesario contar con experiencia, y estos contratos la garantizan. “Están desesperados por conseguir experiencia para mejorar sus expectativas a largo plazo”, añade Barnes. “Se les empuja desde su oficina del paro para que acepten estos contratos sin horas. Pero si eso es lo máximo a lo que pueden aspirar, va a ser más difícil para ellos escapar de la mendicidad a largo plazo”.
Un hándicap añadido a estos contratos, más allá de no ofrecer una retribución mínima mensual (lo que provoca que la mayoría de los que lo aceptan vivan al día y no puedan saber con seguridad si podrán pagar el alquiler) es la precariedad pertinaz a la que abocan a los trabajadores. La mayor parte de caseros rechazan a los potenciales inquilinos que tienen esta clase de contratos, y por supuesto, conseguir una hipoteca para pagar una casa es algo inalcanzable. La ONG recuerda que se encuentran en una situación incluso peor que la de los parados que cobran un subsidio, puesto que estos últimos al menos sí pueden certificar con cuánto dinero disponen a lo largo del mes.
No es mercado laboral para jóvenes Dado que la figura del contrato sin horas es exclusiva de países como Reino Unido (Nueva Zelanda la prohibió el pasado marzo), podríamos pensar que no corremos riesgo de contagio. Sin embargo, hace apenas dos semanas que un 'paper' publicado por la OCDE señaló que España tiene uno de los mercados laborales más degradados del mundo desarrollado. En septiembre del pasado año, menos de la mitad de los afiliados al régimen general (un 48%) contaban con un contrato indefinido a jornada completa.
Esto tiene un efecto aún más dañino entre los jóvenes. Según señalaba un informe realizado por el Consejo de la Juventud, uno de cada cuatro jóvenes con trabajo (el 24,5) vive en riesgo de pobreza y exclusión social debido a la precarización de sus empleos. Al igual que ocurre en Reino Unido, esto tiene consecuencias claras en la posibilidad de los más jóvenes de emanciparse. El pasado año, la cifra de jóvenes que abandonó su hogar ha sido la más baja desde 2004, con 19,7%, un 4,84% menos que en 2015. La conclusión parece clara: a pesar del espejismo de la recuperación, la realidad es que los empleados creados son de peor calidad y mucho más inestables. Esta situación está aún más acentuada en regiones como Andalucía, Asturias, Castilla y León y Madrid, donde menos del 3% de los jóvenes consiguieron independizarse debido al encarecimiento de la vivienda. Como recordaba el informe, el aparente descenso en el paro entre los jóvenes se fundamenta en la renuncia a seguir buscando trabajo en favor de prolongar los estudios.
Entre aquellos que obtienen un trabajo, la mayor parte lo hacen en puestos inestables. Un 92,5% de los contratos temporales que se hacen son a jóvenes, lo que provoca que muchos de ellos terminen encadenando uno tras otro sin alcanzar la estabilidad deseada. Albert Rivera de Ciudadanos llegó a reprochar al PP en sede parlamentaria que la duración media de los contratos en España se encuentra en 54 días. Su propuesta del contrato único, no obstante, ha sido rechazada por parte de los sindicatos, que la consideran una “total desprotección de los ciudadanos”.
Los contratos sin horas, por su parte, se encuentran en sintonía con la flexibilización del meracado que se ha impuesto desde Bruselas. El antiguo ex primer ministro británico David Cameron defendió su utilidad utilizando un argumento habitual, que es que cuantas más fórmulas contractuales existan, más fácil será adaptarse a las necesidades del mercado. No obstante, lo que está ocurriendo en Reino Unido es un buen aviso para España, que puede estar cayendo en la tentación de eliminar el desempleo creando una nueva precariedad: la de los empleados pobres.
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