Aumentan las bajas médicas propensas al fraude: uno de cada cuatro trabajadores con depresión o ansiedad pide el alta cuando las mutuas les llaman a reconocimiento
No es la primera vez que ocurre. Es más, empieza a generalizarse porque se trata de bajas laborales de difícil contraste médico orillando la normativa vigente y la profesionalidad de los especialistas. En Ombuds, una empresa de seguridad privada de la familia Cortina y el fondo estadounidense JZE que se encuentra en preconcurso de acreedores y que trabaja para las administraciones, se ha producido un aluvión de bajas médicas en las últimas semanas tras la amenaza de las dirección de despedir a estos empleados ante el conflicto planteado por el impago de las nóminas.
La empresa ha denunciado la utilización de bajas falsas, alegando depresión o ansiedad, mientras que la inspección de Trabajo ha recordado que no se puede realizar esta acusación sin la certificación correspondiente de la mutua privada colaboradora de la Seguridad Social. Según Pedro Pablo Sanz, director gerente de la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo (Amat) “son bajas fraudulentas si lo que pretenden los trabajadores es que la empresa se comporte como ellos decidan, se trata de un mecanismo de presión y de un uso abusivo de la prestación”. Por otra parte, según señala un médico del Servicio de Atención Primaria, que prefiere omitir su nombre, “si a mi consulta viene un vigilante de seguridad, que además advierte que trabaja con un arma, y me dice que se encuentra en una situación de ansiedad, estrés, depresión o alta tensión, no dudo en darle la baja de forma inmediata que le corresponda”. Es evidente que el problema puede ser mayor para el galeno si no le facilita la baja y luego se producen hechos no deseables por haber dudado del autodiagnóstico.
La estadística que maneja las mutuas sobre las 50 patologías más frecuentes de las bajas por contingencias comunes sitúa en el tercer lugar a los trastornos de ansiedad Según fuentes del sector asegurador, el absentismo por este tipo de enfermedades de difícil contraste médico (al menos inmediato) está aumentando en los últimos años, incluso por encima del alza del conjunto de bajas por Incapacidad Temporal. Su crecimiento puede superar el 20% de media anual durante los años de salida de la crisis económica. La estadística que maneja las mutuas sobre las 50 patologías más frecuentes de las bajas por contingencias comunes sitúa en el tercer lugar a los trastornos de ansiedad, disociativos y somatomorfos con casi 139.000 procesos iniciales abiertos (casi un 4% del total) en el último año y con una duración media de 76 días.
Según el catálogo de duraciones óptimas de las enfermedades del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS), el tiempo estándar de baja de un síndrome de ansiedad es de 15 días; fija 20 para el estado de ansiedad; 30 para el trastorno de ansiedad generalizado; y, por ejemplo, establece 60 días para las psicosis de tipo depresivo. Sanz, que advierte que hay casos que evidentemente necesitan la baja y el seguimiento médico, confirma que las enfermedades de tipo mental tienen una difícil contrastación y son las más propensas al fraude y al uso abusivo. En este sentido, facilita un dato interesante: cuando una mutua, que se encarga del seguimiento de los procesos médicos en Incapacidad Temporal por contingencias comunes (pero no puede dar el alta), llama al trabajador con este tipo de baja para hacerle un reconocimiento, éste “pide el alta y se incorpora inmediatamente a su trabajo, al día siguiente, y suele producirse en el 25% de los casos”.
300.000 procesos iniciales abiertos
A este tipo de enfermedades Sanz añade otras, que también son de difícil contrastación inicial y que requieren pruebas específicas porque no hay equipos en atención primaria, como las lumbargias o los dolores ser cabeza o migrañas. ¿Cómo puede saber el médico que el paciente dice la verdad en ese momento si además advierte que tiene una profesión de riesgo físico? Por ejemplo, las alteraciones de espalda no especificadas, que no se pueden demostrar hasta que no se realicen las pruebas oportunas, ocupan el primer lugar en el ranking con casi 300.000 procesos iniciales abiertosen el último año y con 50 días de duración media de la baja; las infecciones intestinales mal definidas superan los 191.000 procesos (4 días de baja) y a 64.000 llegan los procesos con los síntomas que afectan al aparato digestivo (7 días de baja). Además, las alteraciones en la columna vertebral alcanzan los 95.000 procesos (47 días de baja) y superan los 35.000 los procesos con síntomas que afectan a la cabeza y al cuello o las migrañas (27.000).
Este tipo de bajas podrían reducir su componente fraudulento si las mutuas pudieran dar la baja y el alta como sucede en los supuestos de enfermedades profesionales y accidentes de trabajo ya que corresponde en exclusiva a la sanidad pública de las CCAA la competencia en los procesos de Incapacidad Temporal por contingencias comunes, es decir, en los casos de enfermedad y de accidentes no laborales. Es una de las reivindicaciones tradicionales del sector. En todo caso, las mutuas privadas pueden hacer el seguimiento y control de las enfermedades por contingencias comunes en función del diagnóstico e instar al servicio público a revisar la baja y por tanto a tramitar el alta. Los sindicatos y algunos partidos políticos se han negado a estos cambios porque podría considerarse como una privatización encubierta de la sanidad pública. Sin embargo, Sanz señala que mejoraría la calidad de la prestación médica, evitaría esos abusos y “reduciría los plazos de las bajas ya que, por ejemplo, las mutuas pueden intervenir quirúrgicamente a un trabajador al día siguiente de la baja mientras que la sanidad pública pueden tardar meses”. Se han dado muchos casos en que, para evitar este uso abusivo de la contingencia, las empresas han contratado detectives privados para comprobar la veracidad de la enfermedad de algunos trabajadores.
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