Fue detenido en Brasil cuando ya se había gastado 40 millones de pesetas en menos de dos meses. Ahora vive con una pensión de 830 euros.
El profesor de 'La Casa de Papel' estaría satisfecho de su trabajo. Un atraco limpio, sin víctimas y sin violencia. Eso sí, no entendería cómo sin tener un plan orquestado, como mantiene él, pudo acometer un robo que muchos catalogaron de película. Hablamos de Dionisio Rodríguez, 'el Dioni', y de ese furgón con el que se fugó lleno de casi 300 millones de pesetas el 28 de julio de 1989. Ahora vuelve a estar de actualidad, casi 30 años después, por la publicación de un libro en el que este guardaespaldas ya jubilado asegura que relata detalles que van más allá de su huida a Brasil para gastárselo en fiestas. En su cuenta bancaria asegura que no hay dinero "y cuando quedan 20 o 30 euros siempre llega alguna multa". Se arrepiente "de no ser más guapo". "No volvería a robar un furgón".
Once meses ha tardado en escribir de su puño y letra -en un cuaderno con un bolígrafo- 'Yo robé un furgón blindado' (editorial Mueve tu Lengua). En su obra relata cómo es ese momento en el que llaman a la habitación 735 del hotel Residencia Río en la zona Barra de Tijuca en el que le detienen. Lo que sucedió en la prisión brasileña donde estuvo diez meses lo recuerda como una pesadilla. Habla de descargas eléctricas, palizas, inmersiones en el mar... "querían saber dónde estaba el dinero". Pero según relata el Dioni en su encuentro con La Información "el dinero se quedó en España". Eso sí, con eso no tuvo ni para empezar: "Me gasté 40 millones en poco más de mes y medio" en fiestas, mujeres, helicópteros, yates... Quería vivir como los millonarios con los que empezaba a codearse. "Yo parecía un mindundi al lado suyo y empecé a imitarles. Viví mejor que Julio Iglesias. Él dice de sus chicas, pero había que verlas porque las mías eran misses". Cada dos por tres llamaba a España para que le mandaran más dinero.
También quisieron saber dónde pudo esconder el botín sus vecinos de la localidad segoviana de Marugán. Allí se compró unas parcelas de 2.500 metros cuadrados "junto a la de Jimmy Gímenez-Arnau, que ahora escribe el prólogo del libro". Y allí acudían los vecinos para cavar y cavar por si había decidido esconder parte del dinero. "Alguien vio que había terreno removido, pero era una fosa séptica", aclara. Esas tierras ahora están embargadas como en su día intentaron hacer con el piso en la Avenida de Oporto donde Dionisio recuerda sus mejores momentos laborales. Otro de los capítulos del libro, que consta de cuatro, lo ha dedicado a explicar cómo era el Dioni antes de ser famoso. A sus 70 años prefiere no ser reconocido, aunque es casi imposible. Su foto fue una de las más vistas desde el 28 de julio de 1989. Él mismo se vio abriendo el telediario al día siguiente de que se pusiera al volante del furgón blindado con el que, al son de 'Bandolero' de Julio Iglesias y 'Jalisco no te rajes', metió primera y puso rumbo a lo que para muchos es el robo del siglo.
Si lo tenía planeado al milímetro, o no, solo lo sabe por ahora él. Mantiene que la decisión la tomó en cuestión de segundos. Avisó en alguna ocasión de que si su situación laboral no mejoraba se llevaba un furgón. "Se reían, no me creían". Hasta que un día se fue en transporte público a trabajar. Atrás quedaban esas nóminas de 250.000 pesetas. "Empezaron a pagarme 70.000 pesetas de la noche a la mañana". Asegura que empezó a desequilibrarse tras ver cómo seis compañeros suyos se suicidaron en pocos días y luego cómo la número uno de su promoción, Loli, perdía la vida en un tiroteo. Dionisio salió del curso como el número dos. Empezó en la empresa de seguridad Candi desde abajo y poco a poco subió como la espuma hasta ser uno de los guardaespaldas "mejor preparados", dice él. Y quería a su empresa. Llegó a hacerse una insignia con el logo "con uno de los gemelos de mi boda que era de oro. Lo pagué a plazos". Pero lo que sentía después de todas sus horas de trabajo y de codearse con presidentes de bancos, directivos de empresas, altos cargos de la Guardia Civil, del gobierno... era una patada. "Yo era un tío alegre y simpático...", se describe.
El resto ya es de película. Son muchas las versiones de lo que sucedió, de cómo se perpetró, de la huida, de la vida en Brasil... y ahora una más que se recoge en el nuevo libro del que hace 30 años se sintió millonario y hoy asegura que vive con una pensión de 830 euros. "En el banco no tengo nada", insiste mientras señala su coche "por el que pagué 750 euros y va de lujo" -un Hyundai coupé-. Pero antes de vivir casi al límite rozó la vida al más puro estilo Falcon Crest, como le gusta decir a él. Todo surgió la noche del 27 de julio de 1989. "Estaba sentado en una terraza con Cocoliso y Jorge Medina y les dije que si el jefe de personal de la empresa no me devolvía el puesto de guardaespaldas me llevaba un furgón". Llega el día D. El 28 de julio de finales de los 80 vio al jefe de personal, con quien discutió. Bajó al bar y "el camarero me dijo que iba más blanco que un pollo", recuerda. Lo siguiente que hizo fue llamar a sus amigos para afirmar que se llevaba el furgón. Pero antes disfrutaron de una mariscada en la calle Diego de León. Ahí hablaron de dónde dejaría aparcado su coche "por si al final me atrevía" -en un supermercado de Juan XXIII-. Y allí llegó horas después con una saca que pesaba como 70 kilos llena de dinero.
El Dioni consigue quedarse solo en el furgón porque "casualmente padecía ciática y no me bajé en esa parada". Relata cómo fue ese día la ruta: "En Bravo Murillo, cuando preparaban el dinero en Mallorca, te daba un bombón la dependienta y nos íbamos al bar de al lado. Allí invité al conductor a dos gintonic ese día. Al llegar a Renfe de Recoletos con el calor que hacía... más bebida". La siguiente parada fue Comandante Zorita, "donde el chófer bajaba a comprarse dos bollos porque le gustaba una dependienta". Y llega la parada de Alberto Alcocer. Cuando se quedó solo calculó que tenía 20 segundos para tomar la decisión. Y la tomó "y casi llamo así al libro". Bajó por Alberto Alcocer y "pilló un semáforo en rojo y yo no paraba de sudar con el peluquín y los nervios". Ahí fue donde "me dio un subidón con 'Jalisco no te rajes' y me la fui silbando a los mandos del furgón que cogía por primera vez".
Sus 'colegas' no pasaban a creérselo y en lugar de esperarle como habían pensado horas antes donde las grúas "estaban en la plaza del Perú haciéndome gestos con el dedo pulgar hacia arriba". Deja el vehículo en un sitio donde sabe que lo van a encontrar y ahí es donde separa el dinero que se lleva. "Me daba temblores llevarme el dinero de los trabajadores", dice. Así deja las sacas de las pastelerías Mallorca, Renfe y los empleados que limpian los aviones de Iberia. Se lleva lo del Banco Central Hispano Americano: 248 millones más otros 50 que habían solicitado para cambiarlo por moneda más nueva". Explica que los cajeros contaban a dedo y cuando estaban deteriorados "querían los que crujieran". Insiste en que nada está organizado y sus amigos, cuando le ven con el furgón, tampoco saben qué hacer. Así van todos en procesión un coche detrás de otro y se apartan a un descampado para repartir el dinero. Allí se quita el uniforme de vigilante de seguridad "y me descubre una anciana en calzoncillos". Tras dar 50 millones de pesetas a Jorge Medina y otros 50 a Jesús Arrondo, que luego falleció en un accidente de tráfico y de quien su dinero poco o nada se sabe, dice que le entrega 195 millones a su vecino, de cuya hija es padrino Miguel Ángel Dueñas. Este es el dinero que la policía encuentra -150 millones en un altillo de su vivienda, 15 en una tienda y otro tanto en un coche-. Añade aquí una anécdota: Arrondo, 'Cocoliso', se casó al día siguiente del 'golpe' e iban "agentes de la Guardia Civil, la policía y el CSIC a El Pardo. Como había una tuna alguno pensó que podía estar yo disfrazado".
El siguiente paso es dejar su coche en Barajas. Lo hacen tras borrar las huellas con alcohol. Un matrimonio chileno le vendió el coche con el que intento ir a ver a su madre a El Molar pero un control de la Guardia Civil le hizo pasar de largo. Con este matrimonio pasa los siguiente días y desde su casa envía al marido a comprar a las pastelerías Mallorca una caja de caviar de 30.000 pesetas y una botella de Don Perignon así como "alguna chavala que fuera china para que no me conociera". Ahí vio el 29 de julio su foto en el telediario. "No había prácticamente noticias, en estos días hubiera estado el caso de Rato, el de Blesa, el de Roldán, el de Jesus Gil"... Es también en esa vivienda donde conoce a Celso, que le vincula con Brasil, de donde venía. Se planteó escapar a Chile, "pero estaba Pinochet".
Todos se suben a dos coches y ponen rumbo a Lisboa "donde nada más llegar me compro la mejor entrada de la plaza de toros para asistir al concierto de Roberto Carlos". Era ya 14 de agosto, plena operación salida del puente del 15 "y eramos uno más en la carretera". Vuelve a contar como en anteriores ocasiones que unos agentes de la Guardia Civil hablaban de su robo y de que no le pidieron ni el carné para embarcar. Ya en Portugal consiguió el pasaporte falso con el nombre de Carlos Patricio Martínez, "aunque me llamaban Charly". Recuerda su vida en Brasil como irrepetible. Fiestas, lujo, hotelazos, chicas, viajes... todo lo que quisiera. Cuando necesitaba dinero llamaba a Madrid y se lo enviaban. Lo organizó para que un matrimonio amigo suyo viajara hasta su hotel desde Madrid. Y ahí empezó todo. Se había operado la nariz y los pómulos y puesto pelo. Sabía que le iban a coger, pero prefería seguir viviendo a cuerpo de rey. "Pocos ricos han vivido como yo porque no era mio el dinero y sabía que me iban a coger pero como gilipollas no soy, me iban a coger sin dinero".
Y le cazaron. De repente la puerta de esa habitación 735 no daba paso al paraíso, sino que delante de el había 20 agentes apuntándoles con pistolas. "Entraron y me dieron un golpe y me llevaron a la habitación para ponerme las esposas". ¿A quién estaban deteniendo? Los recortes de revistas que había llevado ese matrimonio desde Madrid "me delataron". Habían cazado al vigilante del furgón robado en España con 300 millones de pesetas. Cómo consiguió vivir de nuevo a cuerpo de Rey en la cárcel tras encontrarse con el 'químico' de Pablo Escobar, Fiocconi,cómo le recibió el piloto del avión que le trajo de vuelta a España entre los aplausos del pasaje, cómo su abogado Rodríguez Menéndez "me engaña", cómo le hacen volver a entrar en prisión porque había que revisar su pena y cómo lo desvela en un libro que volverá a hacer correr los rumores sobre qué pasó ese 28 de junio de 1989 por la cabeza de este trabajador de Candi que acabó robando un furgón y fugándose a Brasil como Pedro por su casa.
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