El plan de seguridad de la Semana Santa es prácticamente el mismo del año anterior. Está compuesto por más de 2.600 policías locales y nacionales
El dispositivo de seguridad de la Semana Santa de 2019 no presenta grandes novedades en relación con el del año pasado. Si algo funciona, para qué tocarlo, han debido pensar los responsables del plan de seguridad de la fiesta mayor de la ciudad. El de 2018 funcionó a la perfección. Incluso se abortaron algunos conatos de estampida en la Madrugada, que podrían haber repetido los incidentes de la edición anterior. Sucesos como los de 2017 y otros años anteriores han provocado que la Semana Santa actual tenga que ser una fiesta blindada, llena de policías de uniforme y de paisano y por unas calles videovigiladas en los que los agentes de las Fuerzas de Seguridad pueden comprobar en cada momento qué está pasando desde sus teléfonos móviles.
Todo se controla desde el Cecop, una especie de Gran Hermano atento a cualquier circunstancia anormal que se dé en las calles del centro. Este año lo hará desde una nueva ubicación en el mercado del Arenal. El año pasado, las medidas de seguridad llegaron a ser excesivas. Tanto que una familia no podía ni comprar una botella de agua en un establecimiento si por la puerta estaba pasando en ese momento una cofradía. Este año aseguran que se aplicarán las normas con cierta flexibilidad. El dispositivo de seguridad está formado por más de 1.600 policías nacionales y más de un millar de agentes de la Policía Local. Si se le suman los miembros de los Bomberos, los profesionales sanitarios y el personal de los diferentes servicios municipales, son más de 6.000 las personas que trabajarán para que la Semana Santa transcurra con normalidad. Desde el Viernes de Dolores hasta el Domingo de Resurrección está previsto que procesionen 71 hermandades con 84.000 nazarenos por 1.730 calles de la ciudad.
Ocho sectores del centro y Triana han sido catalogados como zonas de máxima prioridad. El sector 0 es la Carrera Oficial y los pasillos de seguridad de su entorno. El 1 es el eje que va desde Entrecárceles hasta la Alfalfa, con calles aledañas como Alcaicería, Pérez Galdós, la plaza del Pan o la de la Pescadería. El sector 2 es el del Postigo hasta Adriano. El 3 es el tramo comprendido entre la Encarnación y la Plaza del Duque. El cuarto sector es el de Alemanes, Hernando Colón, Placentines y Argote de Molina. El sector 5 va desde el Paseo de Colón y Reyes Católicos hasta la plaza de la Magdalena. El 6 es la plaza Nueva y las calles Bilbao y Méndez Núñez. El 7, que es la novedad de este año, es la zona de Triana, entre el Altozano, Pureza, San Jacinto y San Jorge.
El Martes Santo habrá un refuerzo especial en el cruce de la calle San Fernando con San Gregorio, en la Puerta de Jerez, por donde han de pasar varias cofradías, como los Estudiantes, el Cerro y la Candelaria. Buena parte del dispositivo de seguridad se basa en la aplicación de la tecnología. Habrá más de un centenar de cámaras de vídeo en el centro, un control GPS de cada cofradía y se podrá regular la intensidad de la iluminación ante una posible circunstancia imprevista. Una de las novedades es la instalación de una cámara para el conteo de nazarenos, y otra la extensión de la videovigilancia a Triana.
Las jornadas más conflictivas son tradicionalmente el Domingo de Ramos y la Madrugada, pero este año se suma el Martes Santo por los cambios en los horarios e itinerarios. Antes de la Semana Santa se han eliminado 2.000 obstáculos de los recorridos previstos por las cofradías. Una de las medidas más polémicas es la relacionada con la hostelería y la actividad de los bares, que durante la Madrugada volverán a sufrir la ley seca, aunque con algunos matices. El objetivo es que no se produzcan concentraciones de personas bebiendo al paso de las cofradías, así como que no se arrojen vasos al suelo para proteger los pies de los nazarenos. Sí se podrá vender agua y refrescos en envases de plástico de 500 mililitros de capacidad máxima y café e infusiones en vasos de cartón.
Durante la Madrugada, la práctica totalidad de establecimientos tienen su hora de cierre establecida antes de la una. En los casos en que la licencia establezca mayor margen horario, los bares que estén ubicados en las ocho zonas de seguridad deberán adelantar su cierre a la una de la madrugada. Este año se permitirán excepciones para que determinados restaurantes –los de la Alfalfa, Alemanes y la Plaza Nueva– puedan abrir hasta la hora que permita su licencia, siempre que el público esté sentado en el interior del local, que no se sirvan bebidas alcohólicas y que el local tenga vigilantes de seguridad. Una de las principales quejas del año pasado fue la falta de urinarios. Se han colocado 20 nuevos retretes portátiles, 15 de ellos en el Cristina, 5 en el puente de Triana y 5 en la Plaza Nueva.
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