En los últimos meses, empresas como Eulen, Securitas o Clece han dejado de concurrir a las subastas que utiliza la compañía para adjudicar servicios.
Las imágenes de las interminables colas en los controles de seguridad del Aeropuerto de El Prat en pleno mes de agosto de 2017 dieron la vuelta al mundo. La huelga de celo del personal de seguridad del aeropuerto, dependiente de Eulen como empresa contratista, afloró las precarias condiciones laborales que Aena había asumido para adjudicar el servicio y que el laudo arbitral que puso fin al conflicto subrayó al exigir un complemento salarial mensual de 200 euros para los trabajadores.
La situación límite que se vivió esos días zarandeó la reputación de Eulen -la empresa contratista-, pero venía viciada de origen por las condiciones fijadas en el pliego de contratación redactado por Aena, según acabó asumiendo después la propia compañía al aceptar la necesidad de compensar a Eulen por el coste extra derivado de un complemento salarial que no se recogía en el pliego de contratación. También sirvió para poner de manifiesto los riesgos del modelo de subasta electrónica implantado por la compañía para reducir al mínimo el coste de los servicios contratados a externos y que a cambio de una mayor eficiencia exponía a la compañía a este tipo de crisis, ya fuera por las reivindicaciones laborales de los trabajadores o por la incapacidad de los contratistas para prestar el servicio a satisfacción bajo las condiciones económicas impuestas por el gestor aeroportuario.
Los grandes contratistas del país aprovecharon la crisis para reclamar de nuevo a Aena un cambio en su política de contratación, que pasara por la renuncia a las pujas electrónicas y la priorización de los criterios de carácter técnico sobre el precio de adjudicación. Si Jaime García-Legaz les ofreció buenas palabras y escasos hechos, el nuevo presidente de la compañía controlada por el Estado, Maurici Lucena, ha sido aún más contundente: "Debemos estar especialmente vigilantes en el futuro próximo, porque la eficiencia y la contención de costes constituyen señas de identidad irrenunciables de la gestión económica de Aena".
¿Por qué debe estar especialmente vigilante la cúpula de Aena respecto a la evolución de los costes? La explicación oficial trasladada por Maurici Lucena es que en 2018 el ritmo de crecimiento de los gastos operativosde la compañía, un 6,9% más, superó el del tráfico de pasajeros, un 5,8%, y que esto sucedió básicamente por la mejora de la calidad de los servicios prestados para cumplir con los requerimientos de regulación aeroportuaria (DORA) y por el efecto de la entrada en vigor en 2018 de los nuevos contratos de servicios prestados por terceros, que ya recogen la mejora de condiciones de los nuevos convenios sectoriales firmados, según Aena, "al abrigo del buen comportamiento de la economía".
En otras palabras, que la regulación ha tirado para arriba de sus costes y que la compañía debe actuar con cautela para impedir que eso afecte a sus ratios de eficiencia en la gestión y a la contención de gastos operativos. Fuentes próximas al operador estatal recalcan que el imperativo de la eficiencia en los costes es una de las imposiciones que los fondos de inversión que copan el tramo minoritario del accionariado de la compañía - el 51% lo controla la estatal Enaire- han exigido para permanecer en el capital de la empresa.
Los grandes contratistas dan la espalda a Aena La apuesta de la compañía por la eficiencia a toda costa tiene su 'factura'. En los últimos meses grandes contratistas del país como Eulen, Securitas o Clece han optado por no acudir a los concursos convocados por Aena por lo ajustado de los precios previstos en los pliegos de contratación y por su negativa a participar en las pujas a la baja que se han convertido en el principal mecanismo de la compañía para adjudicar la prestación de sus servicios, según aseguran fuentes del sector. El resultado es que algunos de los grandes contratos de servicios de la compañía se los han terminado adjudicando empresas que hace años habrían tenido escasas opciones de éxito frente a los gigantes del sector, "pero que están dispuestas a trabajar con esos márgenes para ganar volumen de negocio", según una fuente empresarial.
La estrategia de Aena no está impidiendo los conflictos. El pasado mes de febrero los trabajadores de los servicios de seguridad de El Prat, que ahora gestiona Trablisa después de que grandes firmas como Eulen decidieran no acudir al concurso, convocaron dos jornadas de huelga en protesta por sus condiciones laborales, y con la Semana Santa a la vuelta de la esquina el sindicato ATES-SAM ha convocado a una huelga indefinida a los trabajadores encargados de los puestos de seguridad del Aeropuerto de Barajas -ahora bajo gestión de la empresa Ilunion- por el mismo motivo.
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