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14 de diciembre de 2022

Al final se desinflaron los negociadores de la parte social del convenio colectivo: ni salario, ni conflicto.

Al final el tema de la negociación del nuevo convenio se quedó en un bluff. Otra vez mas. Y ya van muchas. Nadie podrá achacar a SPV que intentamos torpedear la negociación, todo lo contrario, mientras hubo esperanzas de sacar unas condiciones que dieran respuesta a las reivindicaciones del sector estuvimos ahí, incluso arrimando nuestras fuerzas cuando los negociadores decidieron trasladar la presión a la calle...

Pero nuestros representantes de la mesa, tras tirarse el farol de que en esta ocasión iban a aguantar el tirón y no se someterían a las pretensiones de la patronal (que nunca ve el momento propicio para firmar el convenio relevante que saque a la profesión del vagón de cola de la clase trabajadora), finalmente se desinflaron y claudicaron unas condiciones que no satisfacen a los jornaleros de la seguridad privada, esos que se juegan a diario el pellejo en precario con unas condiciones laborales y un salario que no responde ni a la peligrosidad del trabajo que desempeñan, ni a la responsabilidad que asumen en sus tareas, en muchas ocasiones codo con codo con las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado.

En una estrategia de comunicación perfectamente coordinada (para eso si que son diligentes los que se reúnen en la mesa negociadora) han vendido a bombo y platillo que, tras una negociación "compleja y de gran desgaste", con numerosas movilizaciones y protestas, se ha logrado pactar un incremento salarial acumulado de un 16 % en sus cuatro años de vigencia, concretándose en un 6% en 2023, un 4% en 2024, un 3% en 2025 y otro 3% en 2026; con una cláusula de actualización del 2 por ciento, que se aplicaría a la conclusión del convenio dependiendo de la inflación en ese momento.

Por mucho encaje de palabras y datos que encadenen en sus comunicados, alardear de una subida de un 6 por ciento para 2023 en el marco actual de inflación, es a todas luces insuficiente, máxime cuando el sector viene arrastrando en los últimos 25 años una pérdida de poder adquisitivo que ronda el 40 %. Una vez más la comisión negociadora justifica el acuerdo por el "alto grado de volatilidad económica", donde es esencial que asociaciones empresariales y organizaciones sindicales sean capaces de llegar a acuerdos que proporcionen a todas las partes cierto grado de estabilidad y certidumbre... Subidas aparte, el resto de articulado en un corta y pega, cuando no un retroceso en algunos puntos, por mucho que se esfuercen desde la parte social en explicar que han logrado contener una vez más las pretensiones más lesivas de la patronal.

Ahora es la crisis esta, antes era la otra crisis, y cuando no había crisis nos indicaban que se estaban poniendo las bases para firmar algo significativo. Algo que nunca llega, por mucho que nos doren la píldora y nos cuenten cada vez una historia diferente. Al final lo que queda es un sinsabor amargo, porque se ve a la legua que no hay voluntad de darle el achuchón que le hace falta al sector, tanto en el ámbito salarial como social. Al final vamos a tener que darle la razón a los que, parafraseando el lema de las organizaciones sindicales sentadas en la mesa negociadora, terminaban por reformularlo para plasmar el sentir que hay ahora en la calle "ni salario, ni conflicto... vaya mierda". 

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