Diagnosticada de problemas mentales, la acusan de atentado y lesiones. Según la acusación pública, comenzó discutiendo con el personal sanitario en la habitación, intentó agredirlos con sus muletas y golpeó al guarda de seguridad cuando se las retiró.
Dos presuntos delitos, uno de atentado y otro leve de lesiones, le atribuye la Fiscalía a una mujer que será juzgada este viernes en el Penal 1 de Lugo por los incidentes que protagonizó en el hospital de Burela cuando la ingresaron para operarla. Según la acusación pública, comenzó discutiendo con el personal sanitario en la habitación, intentó agredirlos con sus muletas y golpeó al guarda de seguridad cuando se las retiró. Como quería irse le tramitaron un alta voluntaria y, en el vestíbulo, desde la silla de ruedas donde la sentaron, la emprendió a patadas con una celadora, una enfermera y una traumatóloga que la acompañaban.
Diagnosticada de problemas mentales, como «en el momento de los hechos presentaba afectadas sus capacidades intelectivas y volitivas», el Ministerio Fiscal le reconoce una «eximente incompleta», por lo cual su petición de condena la limita a once meses de prisión, el abono de las costas judiciales y una indemnización de 300 euros a la celadora. Es la única lesionada que la demanda judicialmente, porque la enfermera y la traumatóloga no resultaron heridas y el guardia de seguridad, al que le ocasionó «lesiones leves», no reclama.
A muletazos y patadas Los incidentes que está previsto juzgar este viernes en Lugo sucedieron a finales de junio del 2017. La mujer que se sentará en el banquillo de los acusados ingresó para una cirugía programada. «Sin razón aparente», según la Fiscalía, «comenzó a discutir con el personal sanitario, insultando a varios de ellos y propinando grandes gritos». Alertaron al vigilante de seguridad, que llegó cuando ella «intentaba agredir al personal con sus muletas». Cuando el guarda trató de sacárselas, acabó siendo «golpeado».
Siempre según la acusación pública, sanitarios del hospital atendieron el deseo de la mujer, le prepararon el alta, la sentaron en una silla de ruedas y la acompañaron. «Como seguía completamente fuera de sí», decidieron llevarla al área de Urgencias «por si fuera necesaria una valoración psiquiátrica». Ya estaban en la entrada del centro y, «al oír esto, golpeó con grandes patadas desde la silla de ruedas» a una celadora, una enfermera y una traumatóloga que estaban con ella. La acusada «está diagnosticada de retraso mental leve y psicosis injertada, con episodios de alteración de conducta», lo que provocarle «ideación delirante» así como «dificultada para controlar impulsos», añade la Fiscalía.
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