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5 de mayo de 2023

EL DÍA A DÍA DE NUESTRA PROFESIÓN: “Me preocupé por su salud y me agredió; necesitamos chalecos anticortes”

Vigilante de la Estación de tren de Donostia: “Me preocupé por su salud y me agredió; necesitamos chalecos anticortes” Este veterano agente de seguridad en la estación del Norte de Donostia habla de la “indefensión” que dice vivir el colectivo

Estuvo dos meses de baja tras sufrir una agresión en su puesto de trabajo, con rotura de tendones y ligamentos, y un hombro también tocado. “Todo comenzó cuando empezó a meterse con los pasajeros. Era una persona muy corpulenta. Me acerqué y me di cuenta de que tenía una herida sangrante bastante profunda detrás de la rodilla derecha”, rememora Alfonso Hernández, agente de seguridad en la estación del Norte de Donostia. “Al fijarme en su herida, me despreocupé un poco de las agresiones verbales que se sucedían y que provenían de esa misma persona. Me preocupé más por su salud. Iba a llamar por teléfono cuando se giró y me soltó un guantazo. El teléfono salió disparado. Intenté recuperarlo y me agredió, cayendo encima de mí. Era una persona muy alta y corpulenta, de unos cien kilos, que poco antes había tenido problemas con la Ertzaintza”, denuncia este agente de seguridad de 60 años.

El profesional pone voz a las agresiones que vienen sufriendo vigilantes de Renfe, como han denunciado estos días atrás. A su edad, y después de 38 años en el sector -trece en la estación del Norte-, Hernández dice que ya no cree en ningún sindicato. “Hablan mucho, pero hacen muy poco. Nos están vendiendo año a año. Estoy cobrando 21 euros al mes como plus de peligrosidad. ¿Qué pasa, que no es peligroso mi trabajo?”, se pregunta. Ha sido precisamente UGT el que, en declaraciones a este periódico, ha dado la voz de alerta esta semana por la “indefensión” en la que se halla el colectivo. Hernández prosigue con su relato. “Vino la Ertzaintza, y esa misma persona que se estaba metiendo con los pasajeros intentó agredir también a los agentes, hasta que se la llevó la ambulancia. Al parecer, tenía problemas de adicción a la droga”. Ocurrió en la estación del Norte de Donostia, el 31 de diciembre de 2022. “Eran las 20.45 horas”, precisa el vigilante, quien recuerda todo con mucha precisión.

La lentitud de la justicia: "Sé que no va a pasar nada" Ha interpuesto una denuncia por estos hechos, pero no es ajeno a los propios males que atenazan a la Justicia, con jueces y fiscales en pie de guerra y la amenaza de huelga a partir del 16 de mayo en demanda de subidas salariales. “Todo es muy lento y no cabe otra que esperar. ¿El resultado? Por mi parte sé que no va a pasar nada. Pese a todo, los vigilantes tenemos la obligación de denunciar para que quede constancia de lo que está ocurriendo”, dice el profesional

"En las estaciones hay mucha gente que pasa olímpicamente de todo,
y el problema es que no hay medios para actuar,
ni unas directrices por parte de las empresas que nos contratan"

Hernández hace una pausa cuando este periódico le pregunta lo que está ocurriendo. Toma aire, y comienza a dar detalle de lo que viene observando a diario. “En las estaciones hay mucha gente que pasa olímpicamente de todo, y el problema es que no hay medios para actuar, ni unas directrices por parte de las empresas que nos contratan. Éstas deberían decir a Renfe que sus empleados están en una situación de peligro día sí y día también. Hay inseguridad entre los vigilantes. Nos hacen falta chalecos anticortes y antipuñaladas. No tenemos nada de eso. Nos dicen que no va a ocurrir nada, pero claro que ocurre”, advierte el profesional, que pone el ejemplo de la agresión ocurrida el lunes a dos vigilantes de seguridad en el trayecto de Renfe de Irun a Tolosa.

“¿Es normal que le tengan que acabar dando catorce puntos en la cabeza a un compañero? ¿Es normal una agresión así de unos chavales a quienes lo único que se les dice es que no pueden estar fumando en el tren, ni metiéndose con la gente?”. Las incidencias en la línea Irun-Brinkola, asegura Hernández, se repiten a diario. “Es un sinvivir. Hay gente que se dedica al trapicheo, tanto en el tren como en las estaciones. La policía lo sabe, y en ese sentido se está actuando, haciendo un seguimiento de ciertas personas. Pero vuelvo a decir que ante esa misma situación, los responsables de los trenes de cercanías no solo no están poniendo los medios suficientes sino que los están quitando”, dice el vigilante, que da algunos detalles.

"¿Qué puede hacer un trabajador si va a Andoain a cerrar
la estación y se encuentra con seis tíos?
Nuestra vida es más valiosa que lo que puedan romper.
No se está haciendo nada, y lo que ocurrió en Tolosa es muestra de ello"

“La patrulla de Renfe la integraban dos personas y ahora solo hay una. ¿Qué puede hacer un trabajador si va a Andoain a cerrar la estación y se encuentra con seis tíos? Nuestra vida es más valiosa que lo que puedan romper. No se está haciendo nada, y lo que ocurrió en Tolosa es muestra de ello. Se alertó a los agentes de que había unos señores que estaban fumando y gritando, molestando a la gente. Solo fueron a pedir que se comportaran, y les atacaron. A uno de los vigilantes le empujaron fuera del tren y cayó sobre una viga, abriéndose la cabeza. Al otro le cogieron entre dos y también le sacudieron”, relata.

Empujones para acceder sin billete Hernández está cansado de ver pasar por la estación del Norte a pasajeros sin pagar. “La policía por un importe de 1,20 euros no va a venir, pero el problema habitualmente es que esa situación afecta a otros pasajeros, porque para eludir el torno muchos de los que se saltan las normas empujan a otros usuarios del tren. Ese mismo empujón ya es una agresión. Les animo a que hagan reclamaciones, pero no suelen hacerlo porque saben que al día siguiente se van a encontrar con las mismas personas”, describe.

“No nos dan facilidades para actuar, no se nos reconoce autoridad. Casi te sientes impotente al ver lo que ocurre con los trapicheos. Hemos denunciado trapicheos con teléfonos y carteras. Es algo que sucede a menudo. No es normal es que nos encontremos en el tren a las 3 de la mañana con un tío al que han detenido diez veces. ¿No se puede adoptar alguna medida para evitar una situación así?”, se pregunta Hernández, que pone el acento en la mayor vulnerabilidad en la que se encuentran los vigilantes que realizan los trayectos. “Quienes van en los trenes están vendidos, porque van metidos en una caja. Les pueden atacar por cualquier motivo y no salen de ahí. Nosotros en la estación tenemos un poco más de escape, pero en el interior de un tren te meten una puñalada por la espalda y no te enteras”, denuncia.

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