SINDICATOS DEL SECTOR CALIFICAN DE «ESCASO» O «JUSTITO» EL SALARIO QUE PERCIBEN ESTOS PROFESIONALES DE LA SEGURIDAD PRIVADA PESE AL SACRIFICIO PERSONAL Y EL RIESGO QUE SUPONE PROTEGER A SUS CLIENTES
Todo sucedió en apenas un minuto, durante la madrugada del pasado lunes. María José Álvarez, presidenta del Grupo Eulen, compañía dedicada a servicios de limpieza, mantenimiento y seguridad, volvía a su casa de la Urbanización La Florida (Madrid) en un Mercedes de alta gama. Al volante, su escolta privado. Poco antes de las dos de la mañana, dos vehículos bloquearon el paso al coche de la empresaria. De uno de los vehículos se bajaron dos encapuchados, supuestamente armados. Pero Jesús, el escolta, con años de experiencia en su trabajo, reaccionó rápido: realizó una maniobra brusca con el coche, lo impactó contra una farola, le pidió a Álvarez que se tumbara en el suelo de la calle y disparó dos veces al grito de «policía». Su respuesta evitó males mayores.
Para un escolta privado, los momentos de mayor estrés en su día a día son las salidas y los regresos de su ‘protegido’ a casa. No es un trabajo fácil. Requiere habilidad con las armas y en la conducción, tener la «cabeza muy amueblada», ser discreto y tener la «absoluta confianza» del cliente. El salario medio que perciben, sin embargo, es «justito» para el riesgo y el sacrificio personal que supone empotrarse en la vida de otra persona, explican a este diario sindicatos del sector.
El panorama nacional del escolta ha cambiado en los últimos tiempos, reconocen las mismas fuentes. Lejos quedan los años de ETA en los que cargos públicos y empresarios, sobre todo del País Vasco, contrataban a escoltas privados ante la amenaza terrorista. Tras el cese de la actividad armada de la banda en 2011, los servicios de este tipo cayeron en picado. Hoy en día, los clientes más habituales son empresarios y altos ejecutivos, sobre todo en Madrid. En esta comunidad, según las cifras de Alternativa Sindical, trabajan unos 800 escoltas privados.
Hoy también hay que distinguir entre los escoltas de cargos públicos, que son funcionarios que pertenecen a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, como la Policía Nacional, y los escoltas que trabajan en compañías de seguridad privada -Prosegur, Securitas Direct, Ilunion o la propia Eulen son algunas de las más grandes-. El escolta privado es una especialidad dentro de los servicios de vigilancia privada. Para acceder a este trabajo, hay que superar primero la formación de vigilante de seguridad privado. Y, después, cursar la especialidad de escolta. Se necesita carné de conducir y licencia de armas tipo C.
EL SUELDO «JUSTITO» Y «ESCASO» DE LOS ESCOLTAS El salario de los escoltas está recogido en el convenio del colectivo estatal de las empresas de seguridad para el año 2022. Como sueldo base, reciben 992,94 euros. Pero a esta cantidad hay que sumarle los pluses de peligrosidad, de transporte y de vestuario, que elevan la retribución total a los 1.361,14 euros. A todo ello hay que añadirle otro concepto, el conocido como plus del escolta, de 267,61 euros mensuales. Así, el salario bruto mensual de un escolta según el convenio ronda los 1.628,75 euros brutos. Para 2023, el nuevo convenio firmado contempla una subida del 6 por ciento en cada concepto.
Jordi Montejo, del Sindicato Autónomo de Trabajadores de Empresas de Seguridad (ATES), advierte de que en algunas ocasiones no se incluye el plus de escolta en las retribuciones. Sin embargo, asegura que siempre que se reclama por la vía judicial lo acaban recibiendo. Además, el sindicato explica que muchas compañías cierran con los escoltas la retribución por las horas extra, muy habituales en el día a día de muchos de estos profesionales.
Por otro lado, desde Alternativa Sindical explican que, pese a las retribuciones fijadas en las tablas del convenio, un escolta que realice un servicio de protección a un ‘VIP’ y que cumpla sus 162 horas de trabajo al mes, cobra, de media, entre 1.700 y 1.800 euros netos. «Luego, depende mucho de los acuerdos que pueda llegar por un servicio de nivel muy alto. Muchas veces, los [escoltas] que llevan mucho tiempo en la familia, tienen ‘pluses’ aparte», a lo que habría que sumar las horas extra, señala este otro sindicato.
Para Juan Martín, portavoz de esta organización, es un sueldo «escaso» dado el trabajo que realizan, con jornadas que pueden alargarse entre 12 y 16 horas, y los riesgos a los que pueden enfrentarse. «Si cobras horas extra, no está mal pagado», reconoce. Para Montejo, que sostiene que lo habitual es que las retribuciones se ajusten a lo marcado en las tablas del convenio, se trata de un «sueldo justito» para el riesgo «que se corre» y que «muchas veces no se ve». «Un policía municipal está mucho más tranquilo», añade.
«EMPOTRADO» A LA VIDA DEL CLIENTE La misión del escolta privado consiste es acompañar y proteger a sus clientes, impidiendo que sean agredidos o víctimas de algún delito. Su respuesta se debe ajustar a la legislación vigente. «El oficio de escolta es muy complicado porque tiene unas connotaciones personales tremendas: dejas de vivir durante X días tu día a día para vivir incrustado y empotrado en la vida de otra persona«, explica Juan Martín, que ejerció durante doce años como escolta privado. Por este motivo, cree que este tipo de profesional de la seguridad debe tener una «cabeza muy bien amueblada, ser muy discreto y tener la formación adecuada». El trabajo del escolta, añade, supone una «absoluta invasión» en la vida privada de su cliente. «Tiene que ser un buen profesional y minimizar eso; haciéndole ver [a su ‘protegido’] que es compatible».
Existen diferentes tipos de servicio de vigilancia privada. Los hay estáticos, como los puestos de seguridad que pueda haber en una finca o urbanización; y dinámicos, formados con vigilantes o escoltas. Los equipos de escolta suelen estar formados por uno, dos, tres o cuatro profesionales. En cualquier caso, su jornada laboral comienza antes de que el cliente salga de casa para iniciar su día y termina cuando regresa para descansar.
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