Hace 40 años que las primeras mujeres se incorporaron a la Policía Nacional. La primera promoción mixta de lo que entonces era el Cuerpo Superior de Policía echó a andar en 1987 y, tras su paso por la academia, 42 pioneras juraron su cargo de inspectora en 1989, amadrinadas por la infanta Elena de Borbón. Seis años más tarde se completaba el ingreso de la mujer al cuerpo al aprobarse su acceso también para la escala básica.
Las cifras han evolucionado mucho desde entonces. De aquellas 42 primeras mujeres se ha pasado a 9.063 policías, lo que representa el 14,2 por ciento de toda la plantilla policial. Siete son comisarias principales –el máximo escalafón profesional que hay en el cuerpo– y otras once son comisarias. De estas últimas, dos se encuentran ya a las puertas de subir al último rango posible. Y las cifras del futuro pueden dar un gran vuelco a los ratios de hombre/mujer en la institución.
En la Escuela Nacional de Policía, en Ávila, se forman los policías del futuro. En la escala básica las mujeres son el 24 por ciento del alumnado, casi el doble de la cifra que representan actualmente las féminas en el cuerpo. Pero la cifra es proporcionalmente mucho mayor en la escala Ejecutiva, de la que saldrán los futuros mandos policiales, y en la que las mujeres representan ya el 40 por ciento del alumnado en periodo de formación. "La Policía fue el primer cuerpo de las Fuerzas de Seguridad del Estado en abrir sus puertas a las mujeres. Sumaba talento a su capacidad humana y se adaptaba a los nuevos tiempos que marcaba la Constitución española. Rompimos moldes", ha destacado el director general del cuerpo, Francisco Pardo Piqueras, durante un acto celebrado este jueves en el Complejo Policial de Canillas, en el que ha asegurado que en la institución "no hay techos de cristal".
Ejemplo de ese ascenso fulgurante de la mujer a lo más alto de la Policía Nacional es la presencia de dos mujeres en la Junta de Gobierno, el máximo órgano de dirección del cuerpo. Se trata de la comisaria principal María del Pilar Allué Blasco y de la comisaria principal Eulalia González Peña, ubicadas en el escalafón de subdirectoras generales. Ambas formaron parte de las primeras promociones y llegaron hasta la Policía Nacional por diferentes razones. Allué Blasco fue la primera mujer en ser comisaria principal y en ingresar en la Junta de Gobierno. Quiso ser policía desde pequeña, cuando el acceso estaba vetado a las mujeres, pero su madre la tranquilizó y le dijo que para cuando tuviera la edad de ingresar ya se habría cambiado la ley. Y la señora acertó. "Hemos dejado el camino desbrozado para las mujeres que quieran ser policías, para que no exista una brecha de los sueños", ha asegurado este jueves.
Diferente fue el caso de González Peña. Nunca se planteó ingresar, pese a que su padre era la tercera generación de policías en la familia. Ni siquiera mientras estudiaba Periodismo en la universidad. Sin embargo, fue su progenitor quien la animó a hacer la oposición para que la tradición familiar no se perdiera. Así lo hicieron finalmente ella y otra de sus hermanas. Ahora acaba de ver con "orgullo", según ha explicado ella misma, cómo su hija ha jurado el cargo de inspectora convirtiéndose en la quinta generación de la familia que forma parte del cuerpo. También hay auténticos casos de superación personal, de los que pocas veces se ven. Un ejemplo es la comisaria María Elisa Fariñas, que ha llegado hasta el segundo máximo rango policial después de haber ingresado al cuerpo por la escala básica, como policía de calle. A través del trabajo duro y las oposiciones internas ha conseguido crecer en el cuerpo.
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