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22 de junio de 2019

La brutal agresión a un vigilante de seguridad en la feria del Corpus de Granada no es un hecho aislado



El colectivo explota y narra más casos

Trabajadores del sector denuncian actitudes muy violentas de usuarios en los centros de salud del Realejo y de La Chana

“Evidentemente no buscamos fama o que se nos reconozca; sólo que la gente conozca un poco la labor que hacemos y las dificultades que tenemos para desempeñar nuestra labor”. Así comienza el relato de un vigilante de seguridad (al que GranadaDigital respetará el anonimato que ha pedido) y que, después del execrable suceso que se produjo en la madrugada del pasado jueves,cuando un trabajador de este colectivo fue apuñalado en una caseta del Corpus, llama más aún la atención.

Los vigilantes no sólo están expuestos en lugares como el recinto ferial, sino también en otros puntos donde desarrollan su labor. Por ejemplo, en el centro de salud del Realejo, donde según su testimonio, una mañana, a las 10,15, “entró una usuaria de unos 36 años con una lata de cerveza”. El vigilante fue detrás de ella para ver qué se proponía y observó que ésta llegó a la zona de administración y recepción, en la planta baja “y empezó a insultar a todo el personal administrativo”. El vigilante se puso al lado e intervino cuando la mujer intentó golpear a un administrativo. “Ahí actué y, al sujetarle el brazo, me pegó en la cara y me arañó el ojo. Le seguí sujetando los brazos e intentó morderme en el pecho”. Estaba fuera de sí y el profesional, al constatar que no había otro remedio, la tiró al suelo “y le puse la rodilla en la cabeza hasta que por fin empezó a tranquilizarse. Entonces la senté en la silla un rato y esperé a que llegaran los agentes de la Policía Nacional”.

Otro compañero, que trabaja en el centro de salud de La Chana, expone este otro caso: “Yo estaba de pie , con el auxiliar de enfermería , y entró un usuario dando voces y diciendo que venía a poner una denuncia a la policía Nacional , porque aseguraba que le habían agredido”. “Conseguí que se calmara un poco -prosigue- pidió salir a fumar un cigarro. Me fui detrás de él y empezó a mostrarse mucho más tranquilo , aunque me seguia pidiendo una ambulancia para que lo llevasen a un hospital”.

El vigilante volvió a entrar en el centro de salud y el usuario, tras acabar de fumar, se sentó en una silla de ruedas. Ahí empezaron los problemas porque al poco llegó una mujer mayor que la necesitaba mucho más que él, así que el vigilante de seguridad le pidió que se levantara. “Lo hizo de muy malas maneras, muy cabreado. Salió a la calle y luego volvió a entrar a la zona de urgencias, pero lo hizo corriendo. Atravesó el cristal de la puerta de madera con la cabeza y se quedó conmocionado”. Aun así, seguía con ganas de pelea, lo que obligó al vigilante a “sacarlo de allí del cuello” para, ya en la calle, y después de un forcejeo, consiguió tirarlo al suelo y ponerle las esposas. Minutos después llegó la Policía Local y se hizo cargo del individuo.

Como se puede ver, la de vigilante de seguridad es una profesión que conlleva ciertos riesgos. Que, según el sindicato Alternativa Sindical, mayoritario en el sector, se podrían y deberían minimizar. “Las entidades públicas y la sociedad en su conjunto no pueden consentir que la escalda de violencia y falta de respeto hacia los trabajadores de un colectivo tan importante como el de la seguridad privada siga en aumento”, destacan en un comunicado, en el que instan al Gobierno “a establecer por ley medidas de protección jurídica, a través de la consideración de agentes de la autoridad, y físicas con más medios de autoprotección a todo el personal de seguridad privada”.

FUENTE: www.granadadigital.es AQUÍ

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