De izquierda a derecha Helena Revoredo, presidenta de Prosegur; Zacarías Erimias, CEO de Securitas España; y María José Álvarez, presidenta de Eulen.
Los grandes grupos cotizados dedican 350 millones de euros al año sólo a la vigilancia de sus instalaciones. Son clientes 'premium', receptivos a las nuevas tecnologías y con el foco en la calidad.
¿Quién vigila al Ibex? Prosegur y Securitas son, con diferencia, las dos empresas de seguridad encargadas de proteger las sedes y las principales dependencias de las grandes corporaciones españolas. Lo hacen tras suscribir contratos no siempre excesivamente cuantiosos, pero sí de alto valor simbólico, ya que las posicionan como proveedores de referencia entre unos clientes de gama alta que ponen el foco en la calidad y ofrecen márgenes elevados.
Las empresas del Ibex se gastan cada año unos 350 millones de euros solo en vigilancia, sin incluir alarmas y otros servicios de seguridad. Una tercera parte del importe procede de Aena, cuyo contrato de vigilancia de aeropuertos es el mayor del país, de 345 millones en tres años. Al margen de las cotizadas, hay otras grandes corporaciones con importantes licitaciones de seguridad, entre ellas El Corte Inglés o los fabricantes de automóviles. Si Prosegur presta servicios a 19 de las 35 empresas del selectivo, Securitas trabaja para 14, según el listado de principales contratistas al que ha tenido acceso EXPANSIÓN. Por detrás, y a bastante distancia, se encuentran Eulen, Ilunion y Trablisa.
Es entre los grandes clientes donde Prosegur y Securitas pueden reivindicarse como compañías tecnológicas, frente a otras empresas del sector, que basan su operativa y sus costes en la gestión del personal. La diferenciación es uno de los grandes retos para un sector con 1.564 empresas que mueven a más de 82.000 vigilantes -el 16% vigila medios de transporte y el 15%, comercios- e ingresa 4.000 millones de euros al año, de los que el 85% corresponde a clientes privados, según la patronal Aproser.
De banca a energía En el Ibex, destaca la confianza de las corporaciones financieras en Securitas, que tiene en la industria, la banca y el comercio sus tres grandes caladeros de clientes. Banco Santander, CaixaBank, Sabadell, Bankia y Bankinter tienen vigilantes de la multinacional sueca, que ha dedicado los últimos años a la transformación digital y que está sacando frutos de sus fuertes inversiones tecnológicas en España en los años de la crisis económica. El listado recoge los principales contratistas o los encargados de controlar la sede de la empresa.
Prosegur es el vigilante de la mayor corporación del Ibex por capitalización bursátil, Inditex, y también de empresas con intereses energía o infraestructuras. Trabaja para Repsol, Acciona, ACS, Ferrovial, Naturgy o Siemens Gamesa. Lo hace además, junto a Eulen e Ilunion, para otro gigante, Telefónica. Dentro del Ibex, también hay empresas necesitadas de un amplio despliegue de vigilantes. El caso más destacado es Aena y su gran contrato para vigilar los aeropuertos. Trablisa, Ilunion y Eulen fueron los principales ganadores en la última licitación, en la que Securitas o Prosegur no presentaron ofertas o apenas se llevaron lotes pequeños al considerar que el precio del servicio no era suficiente para cubrir todos los costes e incorporar los pluses pactados tras la huelga de vigilantes del aeropuerto de El Prat (Barcelona) de 2017.
Infraestructuras Otro contrato de vigilancia intensiva es el de REE y sus 44.000 kilómetros de redes eléctricas en España. Eulen es el principal vigilante y parece haberse especializado en estas infraestructuras, ya que también lidera la supervisión de los 11.000 kilómetros de gasoductos de Enagás. Eulen, que emplea en España a 50.300 personas y factura más de 1.100 millones de euros al año, ha conseguido además hacerse con uno de los principales contratos de Telefónica y con la vigilancia de otras grandes empresas como Repsol o Naturgy.
Hay corporaciones como Colonial que confían la labor a empresas pequeñas, como también hace Meliá con sus hoteles. Amadeus, necesitada de menos infraestructuras, la deja en manos de los propietarios de las propias oficinas. Al margen de su relación con los clientes del Ibex, las grandes compañías de seguridad se quejan de la competencia desleal procedente de empresas pirata, de los bajos precios de licitación en los contratos públicos, del intrusismo y de la escasa valoración económica de los riesgos que asumen.
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