El consejero delegado de Securitas, Zacarías Erimias, no se arredra al calificar de “piratas” a las empresas de seguridad privada que “han deteriorado el sector durante muchos años” y han provocado algunos casos sonados de conflictividad laboral e impagos en contratos públicos.
En una entrevista con EXPANSIÓN, Erimias lamenta la proliferación de estas empresas y el daño causado al conjunto del sector. Son “agresivas en precio” a costa de situarse “al margen de la ley” mediante el incumplimiento de sus obligaciones tributarias y frente a la Seguridad Social. “Tampoco cumplen los convenios sectoriales”, añade. Las prácticas de contratación de la Administración, “el mayor usuario de seguridad privada”, han facilitado la existencia de empresas que dan “como único valor el precio más bajo, en un formato muchas veces de subasta”. Se expulsaba a los “que invierten y cumplen los convenios laborales”, asegura.
Sin embargo, la nueva ley de contratación pública, en vigor desde marzo, ha cambiado las tornas. Los descuelgues del convenio dejan de ser habituales. “Abre una venta de oportunidades para las empresas serias. Es un avance importante” y “volveremos a ver con buenos ojos las oportunidades que se presenten”. Securitas se muestra ahora dispuesta acudir de nuevo a estos concursos. Si hace diez años el 30% de su negocio correspondía a la Administración, ahora solo es del 6%.
Erimias explica por qué Securitas se desentendió del macrocontrato de seguridad de Aena: “Tenemos unos estándares de calidad que deben ir relacionadas con la rentabilidad”. “Estoy seguro de que en algún momento los intereses de Aena y Securitas volverán a coincidir”, añade.
Apuesta tecnológica El mercado de la seguridad privada está formado por unas 1.300 empresas que mueven 3.800 millones de euros al año. Crece “por debajo del conjunto de la economía” en parte porque “a la mayoría de las empresas del sector se les paró el reloj y siguen ancladas en modelos inmovilistas como la vigilancia tradicional, con el único atractivo del precio agresivo de la mano de obra”, asegura Erimias. No es el caso de Securitas, que tiene el 18% del mercado y ocupa la segunda posición, pese a no disponer de negocio de logística ni de alarmas para particulares –esta actividad sí la desarrolla Securitas Direct, una empresa diferente–.
Securitas tuvo su “punto de inflexión” en 2011, en plena crisis. Ese año invirtió 120 millones en España y decidió dar un vuelco tecnológico. El resultado es una empresa con 17.000 trabajadores que “incrementa la plantilla, incorpora nuevos perfiles cualificados y apuesta por la tecnología”. Es capaz de diseñar soluciones personalizadas de seguridad para cada cliente. “Nadie nos lo pidió, pero dimos un paso adelante. Si no nos hubiésemos transformado, ahora tendríamos problemas de viabilidad”, afirma. La empresa acumula un crecimiento orgánico medio anual del 5% en España en el último lustro. En 2017, facturó 480 millones, un 24% más. Gracias a la tecnología, la vigilancia ha pasado de aportar el 94% de los ingresos hace diez años al 52%. El resto lo ocupan los nuevos servicios. “Nuestra estrategia está funcionando”, añade el directivo.
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