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9 de marzo de 2019

GIJÓN: Un equipo de seguridad custodiará los exámenes y asistirá a los opositores del Principado de Asturias

Los vigilantes han sido formados en psicología y mediación de conflictos para atender casos de ansiedad entre los 26.023 aspirantes

Son 26.023 los aspirantes que mañana están llamados a someterse a la mayor oposición organizada en la región. Quieren hacerse con alguna de las 399 plazas de celador que oferta el Principado. Con 65 candidatos por puesto, la competencia es alta y la vigilancia extrema. Esta noche está previsto que llegue desde un lugar no desvelado el furgón que atesora el codiciado examen, tipo test. Las pruebas se guardan en sobres y el vehículo tiene las puertas precintadas.

«Es como el contenedor de un puerto, tiene una codificación que nadie más puede abrir», describe Miguel Romano. Es el director de operaciones de Serveco Seguridad, la empresa encargada de evitar altercados y evacuar a la multitud si fuera preciso. «Lo tenemos previsto, no dejamos de estar en situación de alerta antiterrorista de nivel 4», comenta. Los itinerarios para reaccionar están fijados y analizados los tiempos de respuesta. Parece tenerlo todo controlado, incluso aquello que ignora. El camión de los exámenes, por ejemplo. «Es el tribunal el que decide dónde estacionarlo y a nosotros nos lo comunican en el mismo momento, por seguridad. Entonces ponemos agentes privados 24 horas hasta que se decida el traslado de los exámenes a las aulas», detalla.

Los nervios están a flor de piel. Hay celadores que llevan décadas ocupando un puesto de forma interina y pueden perderlo ahora. Trabajadores más cercanos a la jubilación y que ahora se disputan el contrato con jóvenes sin cargas familiares, con tiempo, y el hábito de estudio intacto. El Servicio de Salud del Principado (Sespa), el organismo que convoca las pruebas ha tratado de afinar la logística para no provocar estrés adicional. Según recordó ayer, en la web www.miacreditación.es los concursantes deben imprimir «una acreditación similar a las tarjetas de embarque de los aviones, en la que figura un código de entrada, las instrucciones generales y algunas recomendaciones, además de un plano con la dirección exacta de la sede y la puerta que les corresponde».

El examen durará 120 minutos, y dada la cantidad de inscritos, se les ha dividido en un turno de mañana y otro de tarde, además de en cuatro sedes: el recinto ferial Luis Adaro, la Escuela Politécnica de Ingenieros y los aularios norte (ambos en el campus universitario) y en Laboral Centro de Arte. Hay aparcamientos habilitados en las Mestas, Marina Civil, el propio campus y la escuela de Industriales, aunque el Sespa aconseja evitar el coche particular y utilizar el taxi o el transporte público.

Hay un control de accesos que impedirá a los familiares y amigos acompañar a los opositores a las zonas de exámenes. El director de operaciones de Serveco reconoce que la mayor aglomeración se producirá entre las 13.00 y las 15.00 horas, «cuando se junten los que salen y los que entran», motivo por el cual se han diseñado itinerarios que eviten la confluencia de ambos flujos. «Si esto fuera un estadio de fútbol, con todos accediendo a la vez por los mismos sitios, sería difícil, pero al repartirlos en sedes y horarios, y segregar los flujos de entrada y salida, tenemos tiempo suficiente», confía Miguel Romano.

«Se juegan mucho» Con todo, el centenar de vigilantes han recibido una formación específica ante el tipo de evento al que se enfrentan. «Esto no es como Xiringüelo, el descenso del Sella, San Mateo o el Tsunami Xixón, sitios en los que hemos trabajado y donde el vigilante trata con gente que puede llegar bebida, ante la que debes guardar distancias», retrata. La muchedumbre que afronta la oposición «se juega mucho, llega con nervios, ansiedades, y no los puedes tratar de la misma forma», expone.

Gestionar a un gentío así obliga a plantear una estrategia «distinta, contraria incluso. Lo que hemos visto en el curso de formación es que lo que debe primar es la empatía, ponerte en el lugar del opositor que puede perder su plaza y viene muy presionado a confinarse en un sitio cerrado». A los vigilantes se les ha enseñado a modular la voz, la forma de aproximarse sin resultar amenazador. «Estoy orgulloso de que en nuestra plantilla el 30% son mujeres, cuando en el resto del sector es del 17% y eso en situaciones así nos da versatilidad», ilustra el responsable de seguridad. «Un vigilante hombre es más impulsivo, ellas actúan con más cabeza; para mí lo perfecto es lograr ese binomio», comenta. De esta forma evaluarán cada caso, procurando que sean sus compañeras las que atiendan los nervios de las opositoras y viceversa.

Los vigilantes se transforman así en asistentes, distribuidos en cada aula y acceso. «Si a un alumno lo sorprenden copiando y le orden salir, nuestra misión es evitar que genere un conflicto o discusión», todo con palabras y persuasión. En el fondo ese tipo de contención es al que se dirige la seguridad. «Ocurre ya en las manifestaciones o desalojos, donde ves que los policías no llegan y tiran la puerta, sino que intentan primero explicar los procesos, lo que se quiere hacer y por qué», indica. «Los tiempos del ordeno y mando y aquí se hace lo que yo diga porque llevo uniforme están quedando atrás, también en la seguridad privada, donde cada vez somos menos ese portero de discoteca y más una persona que debe solucionar los problemas sin usar la fuerza», relata. «La mediación de conflictos se ha incorporado y ahora la formación que damos y recibimos incide en psicoanalizar los problemas, hacer gestión de masas y prevenir los conflictos», confía.

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