El incendio que arrasó el Museo Nacional de Río de Janeiro trae a la actualidad los sistemas de prevención y actuación en caso de catástrofe
Cada cuatro metros, del techo del Centre Pompidou Málaga se descuelga un pequeño tubo, fino y oscuro, coronado por un cabezal metálico que expulsa agua nebulizada, cuya gotas son tan finas que forman una niebla capaz de atajar el fuego en unos segundos. Antes de eso, los aspiradores que a cada rato toman muestras del aire en las salas del Cubo del Puerto han tenido que detectar partículas de humo, ha debido saltar la alarma y un vigilante ha acudido al lugar señalado por ambos mecanismos para confirmar qué ha pasado. En el peor de los casos, cada 25 metros esperan pulsadores con extintores y bocas de incendio conectadas a un aljibe exclusivo con 15.000 litros de agua.
El incendio que hace unos días arrasó el Museo Nacional de Río de Janeiro, reduciendo a cenizas su colección de 20 millones de piezas, ha devuelto a la actualidad los sistemas con los que cuentan (o no) las instituciones artísticas para hacer frente a su principal enemigo en caso de catástrofe: el fuego. Así lo identifican los responsables de seguridad de museos malagueños, que colocan las inundaciones y los movimientos sísmicos en los siguientes puestos del escalafón de posibles grandes siniestros. Escenarios contemplados por los principales museos de la capital, que cuentan con protocolos específicos para prevenir riesgos y actuar en caso de que sea necesario.
Se trata del Plan de Autoprotección. El del Centre Pompidou Málagatiene 296 páginas. «Es muy improbable que aquí se reproduzca un caso como el del Museo Nacional de Río de Janeiro», sostiene el responsable de seguridad de la agencia municipal que gestiona el Centre Pompidou Málaga, la Colección del Museo Ruso y la Casa Natal de Picasso, Joaquín Laguna, quien recuerda que el museo brasileño era un edificio histórico con muchos elementos de madera en su construcción, a lo que sumaba escuetas medidas de seguridad y prevención.
«Entre las posibles catástrofes a las que podríamos enfrentarnos, el principal peligro con mucha diferencia es la posibilidad de que se produzca un incendio», afirma Laguna. Detectores ópticos y por aspiración; rociadores de agua en las salas expositivas y dispositivos con pulsadores, extintores y bocas de incendio se suman en el caso del Pompidou a un equipo con 65 cámaras de grabación y a la presencia permanente de vigilantes de seguridad, en ambos casos, durante las 24 horas del día. «Los medios técnicos son muy importantes, pero sigue siendo fundamental la presencia 'in situ' de personal especializado», reivindica Laguna.
En el caso de la Colección del Museo Ruso, esos sistemas suman la posibilidad de emplear gas inerte para atajar un posible incendio en la zona de conservación donde se almacenan las obras, mientras que en laCasa Natal se ha procedido a la renovación del sistema de videovigilancia, al que se añaden los detectores y pulsadores en caso de incendio, así como sus correspondientes extintores. «En 30 años de la Casa Natal sólo hemos tenido que usar los extintores una vez... Para apagar un incendio en la cocina del restaurante de al lado», comparte Laguna con una media sonrisa.Junto al Plan de Autoprotección del Pompidou descansa otro documento: el Plan de Evacuación de Obras de Arte. «En una situación crítica –esgrime Laguna–, la prioridad es la seguridad de las personas y después, la conservación de las obras de arte». Y aquí también hay prioridades: obras señaladas en rojo, amarillo y verde, en función de su prevalencia en el hipotético desalojo del centro.
Revisiones permanentes El Museo Carmen Thyssen también cuenta con ambos planes de autoprotección y evacuación de obras de arte, tal y como explica su Jefe de Seguridad, José María Requena. «En nuestro caso, el hecho de tener dos edificios muy bien separados nos facilita la labor, ya que contamos con dos sectores bien diferenciados», argumenta Requena sobre el museo que ocupa el Palacio de Villalón y un inmueble al otro lado de la calle Mártires, ambos unidos por paso elevado. «En caso de una posible evacuación de obras de arte, el lugar de destino sería la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús», detalla Requena.
El Jefe de Seguridad del Thyssen especifica que las grandes puertas que dan acceso a las salas de exposiciones son ignífugas y pueden cerrarse a distancia de manera automática. Los detectores de humo están camuflados en el techo y apenas dejan ver un pequeño orificio, mientras que la estética también se ha cuidado en los extintores insertados en los paneles de palillería situados en las zonas de tránsito. «Las labores de mantenimiento preventivo son fundamentales en estos casos», defiende Requena. También el CAC Málaga tiene sus propios planes de autoprotección y evacuación de obras de arte en caso de catástrofe. «Cabe destacar que el almacén de obras está aislado del resto de las dependencias (sectorización) según las obligaciones establecidas en el Código Técnico de Edificación», ofrecen desde el centro de arte, que cuenta con 52 extintores, 14 bocas de incendio. Y a las revisiones de las bombas de evacuación de agua necesarias en caso de inundaciones añaden otro detalle desde el CAC: «En caso de movimientos sísmicos, debido a la época de la construcción del edificio, este cuenta con un sobredimensionamiento de la estructura y soportaría el peso del edifico en caso de dicha catástrofe».
Medidas en caso de grandes siniestros que han decidido no ofrecer los responsables del Museo Picasso Málaga «por motivos de seguridad» y sólo confirman que la pinacoteca cuenta con planes de autoprotección y de evacuación de obras de arte. También dispone de ambos protocolos el Museo de Málaga, a los que suma «sistemas de detección antiintrusión y robo, detección de incendios, extinción de incendios» y videovigilancia». Más vale prevenir.
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