La empresa de seguridad custodia en su sede madrileña de Vicálvaro las claves privadas de plataformas y fondos expuestos al sector
Un guardia junto a la sala de seguridad que Prosegur utiliza en la custodia de las claves de criptomonedas de sus clientes, en Vicálvaro
El móvil no pasa, no vaya a ser que alguno grabe lo que no debe. La puerta no se abre hasta que las otras se han cerrado, una regla de seguridad básica para convertir cada sala en una ratonera para malhechores. Vigilantes armados caminan de aquí para allá, y uno de ellos acompaña siempre a los visitantes. Si hubiera algún problema —un intento de robo, algo que nunca ha ocurrido hasta ahora—, basta con apretar un par de botones para llenarlo todo de humo y que no se pueda ver nada a un palmo de distancia. En una desangelada zona industrial, tan gris como el inusual cielo de comienzos de junio, sin bares ni tiendas cerca, solo el ruido de motores trabajando.
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