Esta mujer recorre los vagones para evitar los múltiples robos que se suceden a diario, llegando a enfrentarse directamente contra los ladrones
Eliana Guerrero, la famosa cazacarteristas del Metro de Barcelona, vuelve a la carga. Tras unos años de menor actividad, esta mujer de nacionalidad colombiana ha decidido regresar al suburbano “con las pilas cargadas” y con “muchas ganas” de combatir contra los ladrones. En conversación con este medio, Guerrero reconoce que lleva unos años con un perfil más bajo y explica que ha estado una temporada en Valencia. “Ahora he vuelto a tope y tengo más tiempo que nunca”, asegura.
PREPARACIÓN Desde hace semanas, patrulla el metro de Barcelona en busca de carteristas, sobre todo la línea verde (L3), la que se conoce mejor y donde batalla frente a frente contra ladronas provenientes del este de Europa. No es una tarea sencilla. Se ha preparado mucho durante estos años: ha realizado desde clases de defensa personal hasta un curso de programación neurolingüística (PNL), que le ha servido para identificar mejor a los carteristas. "El lenguaje corporal les delata", explica.
Con su experiencia, a muchos de ellos ya los conoce. Le han llegado a ofrecer dinero para que dejara de frustrar sus robos y también han tratado de hacerse amiga suya, para ganarse una cierta confianza y complicidad que le hiciera bajar la guardia. Pero ella siempre se ha negado categóricamente a confraternizar con el que considera su enemigo. En cambio, sí mantiene una estrecha relación con los vigilantes de seguridad, que le han alertado en diversas ocasiones del peligro que corre con estas acciones.
ENFRENTAMIENTO DIRECTO Guerrero patrulla sola los vagones del suburbano. Aunque muchos usuarios se han ofrecido para acompañarla, ella prefiere actuar en solitario. Lleva consigo un silbato, carteles, octavillas —que reparte entre los turistas— y un amplio arsenal de armas para defenderse ante eventuales agresiones. Entre ellas, un spray pimienta, con el que les amenaza si la cosa se pone seria. Y es que esta mujer no renuncia a la violencia: reconoce haberse pegado varias veces contra los ladrones, llegando incluso a romperse los dedos de las manos en una de las peleas. Aunque en la mayoría de ocasiones no llegan a las manos. Eso sí, destaca que habitualmente le tiran agua, le escupen o le enseñan los genitales como señal de protesta contra sus acciones. En el peor de los casos, esta usuaria de TMB se ha encontrado con que los carteristas la han seguido hasta su casa con la intención de amedrentarla y asustarla, pero nunca han logrado su objetivo.
PROPAGANDA 'ANTICARTERISTA' Según Guerrero, ha tenido hasta tres juicios con carteristas y los ha ganado todos. Aún así, lamenta que las penas contra ellos sean “ridículas”, y ve en la laxitud del código penal la principal causa de que Barcelona sea uno de los destinos favoritos de los ladrones. Por ello, y a la espera de un endurecimiento de las leyes, cree que la prioridad en estos momentos pasa por intensificar la "propaganda anticarterista" como método preventivo contra los robos. Pero esta es otra de las tareas pendientes de la administración, por lo que se toma la justicia por su mano y se dedica personalmente a informar a los usuarios del metro del peligro que corren sus pertenencias.
Guerrero admite haberse gastado miles de euros en imprimir octavillas, carteles y todo tipo de material informativo con tal de alertar de la existencia de carteristas. Ahora prepara unos abanicos personalizados para repartir este verano, algo que hace de forma totalmente altruista. Ella asume todos los costes. No acepta donaciones de ningún tipo, y no es porque no se la hayan ofrecido. Se ha encontrado con turistas que han tratado de compensarla de forma recurrente, pero siempre lo ha rechazado.
Guerrero admite haberse gastado miles de euros en imprimir octavillas, carteles y todo tipo de material informativo con tal de alertar de la existencia de carteristas. Ahora prepara unos abanicos personalizados para repartir este verano, algo que hace de forma totalmente altruista. Ella asume todos los costes. No acepta donaciones de ningún tipo, y no es porque no se la hayan ofrecido. Se ha encontrado con turistas que han tratado de compensarla de forma recurrente, pero siempre lo ha rechazado.
"ES ADRENALINA PURA" Eliana Guerrero reconoce que su afición se ha convertido en una obsesión, e incluso ha llegado a ir a un psicólogo para que no le condicionara en su día a día. La mujer admite que hasta cuando está de turismo con su pareja en otras ciudades no puede evitar ponerse a perseguir a carteristas por los andenes. “Es adrenalina pura y dura”, asegura. Su obsesión es de tal magnitud que espera con ansias el fin de semana para irse a “pillar carteristas”. Le gusta, disfruta haciéndolo, y cree que no parará mientras siga viviendo en Barcelona. Sus impulsos policiales vienen de lejos. Cuando vivía en Colombia, realizó las pruebas para ingresar en el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), el servicio de inteligencia y contrainteligencia colombiano. Tras un proceso de un año, se quedó a las puertas de ingresar en el organismo estatal, y poco después aterrizó en España para trabajar.
¿CUANDO EMPEZÓ TODO? Con 28 años llegó a Barcelona, donde utilizaba el metro para desplazarse en su día a día. En uno de sus viajes, se fijó cómo unos carteristas robaban un estuche a una pareja de turistas de edad avanzada. Lo abandonaron en las escaleras, y ella lo abrió y vio que dentro habían medicamentos, entre los que se encontraba un bote de insulina. Mientras lo sujetaba con sus manos, los cartersitas se dirigieron hacia ella, le quitaron el estuche y lo lanzaron contra el suelo. El bote de insulina se rompió, y ella sintió una gran impotencia por no poder ayudar a la pareja de ancianos, que se encontraba totalmente desprotegida. Tras este suceso, Eliana emprendió su cruzada personal contra los carteristas, alentada también por su pareja y por su creencias, basadas en la "energía" del universo.
Con su experiencia, de más de nueve años, Guerrero destaca algunos rasgos característicos de los carteristas que le llaman la atención. Por ejemplo, que Barcelona se vacía de carteristas cuando hay San Fermines, o que cada vez hay más niños actuando en el suburbano. Además, cree que no se trata de mafias organizadas, sino de personas que actúan de forma individual o en grupo por la alta rentabilidad y sencillez de esta práctica delictiva.
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