De todos es sabido que para realizar la contratación de cualquier empresa para algún trabajo específico deberíamos tener en cuenta que esté legalmente constituida y al día en sus obligaciones fiscales, administrativas y de registro de su personal.
Esta sería la teórica más básica, pero que llevada a la realidad, dista mucho de ser así. Me refiero a esas empresas que aun “gozando” de un cierto prestigio en el sector de la Seguridad Privada son contratadas por las propias Administraciones, incluso advertidas estas, de las irregularidades en materia laboral, fiscal y de Seguridad Social que llevan lastradas por todo el territorio nacional.
Capítulo aparte merecen las que aprovechan los festejos estivales para obtener unos pingües beneficios a costa de sus trabajadores y auspiciados por esas propias Administraciones que en épocas normales del año parecen mirar para otro lado y que, en verano, ni están ni se le esperan. Como digo, si en toda época explotan a sus vigilantes, es en el verano cuando hacen su “agosto”, nunca mejor dicho.
Contrataciones “low cost” aprovechando el inexistente control; contrataciones en las que se mercadea con el precio de la hora del vigilante, en las que se duda de su inclusión en la Seguridad Social, donde los turnos son inhumanos y las condiciones higiénicas y sanitarias brillan por su ausencia.
Nos encontramos pues con empresas que en el caso de pagar lo hacen por debajo del Convenio Nacional enfrentándose a procesos judiciales en los que al final el trabajador no cobrará todo lo adeudado y las susodichas empresas emergen nuevamente con otro nombre, con otro administrador, pero con el mismo espíritu delincuencial.
El Convenio Nacional del sector implica el cumplimiento del mismo en todos los sentidos. Se establece un máximo de horas, un sueldo más unos pluses y determina claramente cuáles deben ser las condiciones de trabajo del personal de seguridad.
Por eso, a la hora de la contratación de una empresa de seguridad no se puede ni se debe apostar por parte del cliente por la oferta más barata. Al final, la seguridad, como todas las cosas, tiene un precio y todo lo que sea desviarse del Convenio es apostar por conflictos en los que en la mayoría de los casos el perdedor es el vigilante al que la necesidad de trabajar y llevar el sustento a su hogar le han llevado a caer en las garras de estos depredadores de cuello duro y corbata que no dejan ver que debajo de ese traje, lucen una camisa negra con una calavera y dos tibias cruzadas.
No todo vale en la Seguridad Privada. Ante la piratería, ¡Tolerancia Cero!
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