La catedral de Santiago es la única de las que figuran entre los objetivos de lterrorismo internacional que carece de control alguno de acceso. Por tratarse de un símbolo del cristianismo, el monumento compostelano, como otros españoles y europeos, es uno de los objetivos prioritarios de los yihadistas, tal y como quedó reflejado en más de una ocasión en los documentos de las fuerzas de seguridad y en páginas web y mensajes en las redes sociales de los radicales islámicos. Sin embargo, catedrales como la de Colonia, Chartres o Notre Dame están vigiladas a diario y controlan quién entra y sale. Otras españolas, como la de Sevilla o la de Toledo no tienen contratada seguridad privada, pero sí cobran por la entrada, lo que en cierto modo es ya un sistema de control. En la de Santiago, en cambio, excepto en fechas señaladas como el 25 de julio, no hay ningún tipo de vigilancia, y los expertos en seguridad creen que ese déficit la hace más vulnerable.
Entre las voces autorizadas a las que les sorprende esa laxitud está el director del Centro de Estudos de Seguridade de la Universidade de Santiago, José Julio Fernández, licenciado en Derecho y diplomado en Seguridad y Defensa, que ayer organizó en Compostela unas jornadas sobre inteligencia y terrorismo en las que intervinieron otros expertos como el magistrado del Tribunal Supremo Pablo Lucas Murillo de la Cueva, el director del Centro Nacional de Inteligencia Félix Sanz o el periodista galardonado el miércoles con el premio Fernández Latorre, Miguel-Anxo Murado.
Las jornadas sirvieron para analizar los retos y las amenazas emergentes en terrorismo, así como los métodos para combatirlo, que hoy en día pasan inevitablemente por la inteligencia, «que recaba informes, los analiza y los pone a disposición del Gobierno para pueda prevenirlo». A entender de José Julio Fernández, que fue también valedor do pobo, ese sistema ha dado buen resultado en España, «donde en los últimos dos años fueron detenidos 150 yihadistas y no hubo ningún atentado», pero no en otros países vecinos. El terrorismo islamista es, a entender de los expertos en seguridad, la principal amenaza que tienen ahora las sociedades democráticas, «porque a diferencia de otros como ETA o el IRA, no permite la negociación porque es un terrorismo suicida, y eso obliga a un cambio de estrategia por parte de las fuerzas del orden». Sin considerar que otros grupos de carácter nacionalista estén extinguidos, creen que no representan una amenaza fuerte por su escasa capacidad de maniobra y porque están controlados. En Galicia, como en toda España, el principal desafío es el yihadista.
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