El mercado laboral español vuelve a superar los veinte millones de ocupados, una cota que no alcanzaba desde finales de 2008 y que ahora recupera aunque las tareas de los tejidos productivo y comercial requieren entre 58 y 78 millones de horas menos cada semana.
El mercado laboral español va sumando a las averías que se han ido cronificando en él desde la anterior crisis paradojas como la que el pasado jueves certificaba la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre: el número de ocupados supera de nuevo la barrera de los veinte millones, una cota que no se daba desde finales de 2008, pero lo hace después de que el trabajo, las tareas a desarrollar y el tiempo necesario para llevarlas a cabo, haya sufrido una reducción equivalente a entre 1,47 y 1,97 millones de empleos de 40 horas semanales.
La cota de 20,031 millones de personas que se habían empleado entre julio y septiembre de este año solo se había visto superada entre el otoño de 2006 y el invierno de 2008 a 2009, periodo en el que, en plena burbuja inmobiliaria, quedó establecida la marca de 20,753. La recuperación de esos niveles de empleo, similares en el plano cuantitativo a los del cierre de 2019, cuando se alcanzaron los 19,96 millones de ocupados, sitúan al país ante el reto de abordar los aspectos cualitativos del mercado laboral, una tarea pendiente desde hace casi diez años que sigue sin acometer el Gobierno pese a los avances de las semanas previas a la pandemia.
Sin embargo, el número de horas que trabajaban cada semana el conjunto de los ocupados en 2008 era de 679,7 millones, un registro superior en 78,99 al actual y que equivale a 1,97 millones de empleos de 40 horas semanales. Si se toma como referencia los resultados del tercer trimestre de los catorce años de la serie, la diferencia es de 58,11 millones de horas, lo que se correspondería con 1,45 millones de puestos de trabajo de tiempo completo.
¿Y qué ha pasado para que se dé ese proceso? "En la comparación con 2008 sale un factor tremendo, que ha sido un crecimiento exponencial del trabajo a tiempo parcial", explica Antonio González, de Economistas Frente a la Crisis (EFC), que llama la atención acerca de cómo en esos años "hemos ido tomando medidas como la reforma laboral, que han ido cambiando las estructuras del empleo. Mucho tiempo de trabajo a tiempo completo se ha ido sustituyendo por otro en jornadas parciales", al tiempo que se extendía el fenómeno del troceo.
Comparte criterio con Ruth Vallejo, decana de la Facultad de Ciencias Sociales y del Trabajo de la Universidad de Zaragoza, que anota que "la precarización y el troceo del empleo se mantienen porque todavía no estamos ofreciendo los empleos de la economía verde y la economía digital. Se ha recuperado lo que había antes de la pandemia".
Trabajos a tiempo parcial y horas que no se pagan Los registros de la EPA apuntan, efectivamente, en esa dirección: los veinte millones de ocupados se alcanzan con 262.000 menos a tiempo completo y 237.800 más en jornadas parciales que la última vez que se llegó a esa cota, y, en cuanto a las horas, los contratos de 40 horas semanales suman 65,8 millones menos que en septiembre de 2018 mientras los que no llegan a esa cifra han ganado 7,7. En el plano corto la evolución es pareja, ya que las jornadas completas siguen sin recuperar 35,6 millones (6,3%) de las horas que acumulaban en el primer trimestre del año pasado, que recoge los dos meses y medio previos a la declaración de la pandemia, mientras que las parciales mantienen un retroceso de 3,49 (7,2%).
"El empleo a tiempo parcial es mucho más flexible que el completo. Permite las distribuciones irregulares de la jornada o los cambios de turno al trabajador sin tener que negociarlo, como decisión unilateral del empresario", apunta González, que llama la atención acerca de cómo ese modelo, favorecido por la reforma laboral de 2012, da lugar a "regímenes de trabajo Frankenstein, con cambios constantes, y acaban tirando a la baja de los salarios".
Esas tendencias del mercado laboral conviven con otras como la vertiginosa recuperación del trabajo gratuito mientras el país vivía la crisis más intensa y vertiginosa desde la guerra civil de 1936. Pese a su retroceso, que las llevó el pasado verano al nivel más bajo de los últimos catorce años, las horas extraordinarias no pagadas siguen superando los dos millones, lo que equivale a algo más de 54.000 empleos de jornada completa.
El pluriempleo también regresa a los niveles previos a la anterior crisis Esa combinación de factores está teniendo varios efectos entre los que se encuentra el de haber vuelto a situar el pluriempleo en niveles que no se daban desde 2008 y que superan a los del año previo a la pandemia con medio millón de trabajadores que desempeñan lo que técnicamente se denomina un "empleo secundario".
"El pluriempleo ha cambiado. Ya no son gente que trabaja en una oficina por la mañana y en otra por la tarde. Los nuevos pluriempleados son precarios que necesitan complementar sus empleos para alcanzar un salario digno", explica González, que recuerda la "tremenda devaluación de las retribuciones que ha habido en los estratos salariales más bajos, en los que solo han ido recuperando poder adquisitivo los vinculados al Salario Mínimo Interprofesional (SMI) por las subidas de los últimos años".
¿Cuál es el perfil del pluriempleado? En los últimos trimestre se ha dado una ligera mayoría de mujeres, aunque la presencia por género es similar. Se concentran de manera claramente mayoritaria, tanto para el empleo principal como el secundario, en el sector servicios. Son asalariados en una proporción de casi dos tercios frente a los autónomos y trabajan casi catorce horas en las ocupaciones complementarias. No obstante, junto con ese aumento del pluriempleo se está dando "un cambio de tendencia en el que la gente intenta trabajar menos horas y conciliar" sus otras facetas vitales al margen de las laborales, explica Vallejo. "Esto pasó en Europa hace tiempo, y aquí la pandemia, con el teletrabajo y las reducciones de jornada de los ERTE, nos ha enseñado que el bienestar tiene un valor", señala la profesora, que considera que "hay que avanzar hacia el bienestar en la empresa. La pandemia ha acelerado esos cambios que ya se habían comenzado a aplicar".
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