«Parece algo increíble pero es así», señala indignado Andrés, que ha sido despedido en plena ola de calor por «pedir agua, solo eso». A su juicio «es lo mínimo cuando trabajas 8 horas sin descanso cargando cajas y barriles de hasta 60 kilos». El despido se produce tras una discusión con el jefe de servicio, al que el trabajador le dijo que «estaba harto de estar rogando agua».
Tal y como explica «no fue como dicen, te pido agua, me dices que no, me enfado y pego un portazo», era una situación «continuada que ya llevábamos arrastrando meses». A él le parecía algo bastante lógico, por lo que preguntó varias veces y «me dijeron que no, a secas». Aunque confiesa que «puedo entender que moleste que insista, sobra decirlo, no hace falta ni pedirla».bLa empresa Insular Canaria de Bebidas S.A. (Incabe), distribuidora de una conocida marca de cervezas en Canarias, ha despedido a este carretillero por lo que consideran una infracción disciplinaria, que la empresa Adecco Outsourcing, que gestiona el servicio de distribución de Incabe, ha hecho efectiva tras los hechos ocurridos el 11 de julio, en plena ola de calor.
«Si la empresa quiere trabajadores comprometidos con su trabajo lo mínimo es darle agua ¿no?» se pregunta, «a mi no me parece algo 'descabellado' como para despedir a alguien», reflexiona. «Estábamos a 35 grados en Güimar (Tenerife), y en esas condiciones y siendo un trabajo físico yo bebo al menos dos litros de agua al día», asegura Andrés, que pidió agua en dos ocasiones llevándose un no tajante por respuesta. «La pedí primero al encargado, que alegró estar con cosas más urgentes, y luego al jefe que directamente me dijo que no, con malas formas».
Tras varias peticiones y sin tener nuevas noticias, acudió al jefe del equipo. «Estoy harto de tener que pedir agua», le dijo, y es que tras varios fallecimientos por golpes de calor en España «cualquier empresa debería velar porque los trabajadores estemos trabajando en buenas condiciones». En la carta de despido que le remitieron alegan que el jefe de equipo le respondió que en el lugar en el que estaban trabajando no había botellas disponibles, por lo que tenía que ir a otra nave o esperar a que el jefe de almacén le de botellas de agua «a la salida», al acabar el turno de trabajo. Ante esta constante negativa y «malas respuestas» el trabajador «dio un portazo» que de acuerdo a la carta de despido, produjo que se desencajase la puerta.
«La carta dice que grité, insulté y falté el respeto al jefe de almacén», pero eso «no fue así», asegura. «No insulté ni me encaré con nadie, solo le dije que estaba cansado de esa actitud», lo que llevó a una conversación «acalorada, pero por las dos partes», recalca, que la empresa alega que incumple el artículo 43 y 37 del Convenio colectivo por «indisciplina y desobediencia en el trabajo». «Todo está grabado en las cámaras, aunque no podrán usarlas en mi contra, claro». Andrés, que tenía un contrato por seis meses (hasta final de agosto) ahora se ha quedado sin trabajo. «Mis compañeros sufren también lo mismo que yo, pero muchos tienen miedo a quejarse porque si lo haces, te echan, como me ha pasado a mi», asegura, por lo que su queja se extiende en favor de los demás trabajadores. «No hay derecho a trabajar así, y a mi me educaron para no quedarme callado ante las injusticias».
«No todos tienen la posibilidad de plantarse ante esta situación» Asegura que los demás le apoyan y están de acuerdo con su denuncia, aunque «se buscan la vida por su lado, o bebiendo agua del grifo en los baños» para aguantar las jornadas de trabajo. «No todos tienen la posibilidad de plantarse ante esta situación, tienen miedo de perder el empleo, más con las cosas como están». Ha preferido que no sea publicada ni su foto ni su apellido, porque «yo necesito trabajar» y teme que esta situación le pueda generar represalias en el futuro.
Tras el despido se ha puesto en contacto con UGT, cuyos abogados están sirviéndole de ayuda en esta gestión. Ha adelantado que buscará denunciar a la empresa por despido improcedente y también a la empresa que gestiona el servicio de distribución de Incabe. «El agua es lo mínimo, estar rogándola es duro», asevera. A su juicio «si un empresario quiere que el trabajo salga bien debería velar para que estamos bien los trabajadores, y así ser productivos», y en este sentido «el agua es lo mínimo».
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