La banda, de cuatro o cinco personas, se llevó 80 rifles artesanales y de safari, además de miras telescópicas. Algunas de estas armas cuestan 50.000 euros
El asalto a la armería Argali, en pleno centro de la capital, fue un encargo. De ello está segura la Policía Nacional, que tiene como una de sus actuales prioridades el esclarecimiento de este caso. Fuentes del negocio también comparten este punto y no tienen recelo en reconocer que «el robo ha sido único»: entre las piezas que se han llevado «hay rifles de más de cien años». A falta del inventario final, que, al cierre de esta edición se estaba practicando, las pérdidas pueden ascender a cientos de miles de euros.
Es más, según indicaron fuentes policiales a ABC, algunas de las 80 armas largas robadas tienen un valor de en torno a 50.000 euros. Además, como adelantó este periódico ayer, se apoderaron de todas las miras telescópicas; el valor de cada una de ellas puede ascender a varios miles de euros en el mercado. Argali está considerada la armería más antigua y mayor de Madrid. Enclavada en el número 27 de la calle de López de Hoyos, junto a las de Francisco Silvela y Joaquín Costa (Chamartín), jamás había sufrido ningún robo con anterioridad, según fuentes cercanas a la empresa.
Una de sus señas de identidad es que está especializada en armas hechas a mano, artesanales e incluso dedicadas. Y son estas, precisamente, con las que arramplaron los ladrones: marcas alemanas, austríacas, francesas, británicas y otros ejemplares utilizados en safaris.Tras su paso, los asaltantes dejaron la tienda y el taller destrozados- ABC. Aunque es pronto para determinar quién contrató a la banda especializada, todo esto hace pensar a los investigadores que podría tratarse de un habitual a la caza mayor, un coleccionista o ambas cosas. Lo que en principio puede tranquilizar es que no hay elementos para pensar que el destino de este arsenal sea utilizado para el mundo criminal común ni mucho menos para fines terroristas.
No dejaron ni una huella En cuanto a cómo se cometió el robo, los primeros datos apuntan a que el «cerebro» de la trama contrató a «verdaderos profesionales» del butrón, una modalidad delictiva en la que los verdaderos especialistas son españoles. Además, no hay tantas organizaciones criminales con un experto en lanza térmica en sus filas, la herramienta con la que reventaron las cámaras acorazadas. No dejaron ni una huella. Fuentes del caso indicaron que el grupo estaba conformado por cuatro o cinco individuos, que probablemente utilizaron un vehículo robado. El golpe estaba calculado al milímetro. Habían realizado labores de vigilancia previa en la zona y no se descarta que acudieran días antes como supuestos clientes para conocer la distribución tanto de la armería como de la clínica de quiromasajes, Pilar Garijo, por donde entraron. Tanto es así, que sabían que el conserje de la finca acababa su jornada a las ocho de la tarde. A las nueve de la noche de ese sábado fue cuando los ladrones comenzaron a «trabajar». Estuvieron perpetrando el robo durante al menos tres horas. El aviso a la Policía llegó a las 00.50 del domingo.
Desactivaron primero el sistema de doble alarma y las cámaras. Entraron por la parte de atrás del establecimiento contiguo, la clínica de quiromasajes, en la calle de Oquendo, de la que se llevaron dinero en efectivo, al igual que en la armería. Sortearon la valla exterior, de 2 metros de altura, y reventaron con un soplete el bombín de la puerta trasera. Bajaron al sótano y, en un armario «escondido» en el hueco de la escalera, hicieron el butrón. Tal fue la pericia de golpe, que ningún vecino del bloque se percató de lo sucedido. «Cuando entré el lunes a las 9, me di cuenta porque vi a un vigilante de seguridad», explicaba ayer el conserje. La armería colocó a uno de sus hombres a vigilar el agujero, tapiado de nuevo en la tarde del lunes. «Hay diez familias que dependen del negocio y que lo están pasando muy mal. Está claro que fue un encargo, porque se han llevado unos rifles muy concretos y, en cambio, han dejado otros de precios muy elevados», señaló a ABC el abogado de Argali.
La Policía va a analizar las cámaras de videovigilancia de la zona. También se han desempolvado robos anteriores a varias armerías, como los perpetrados en Orcasitas (2014) y en Chamberí (2016). Pero, sin duda, el más similar fue el que ocurrió en 2015 en la galería de tiro de Dehesa Boyal, en San Sebastián de los Reyes. Una banda, quizá la misma, se hizo con 80 armas de fuego.
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