Vigilantes de seguridad, repartidores a domicilio e incluso informáticos se incluyen entre las diez profesiones con peores condiciones laborables
Enfermo, apaleado y divorciado. Así es probable que termines solo por desempeñar un oficio: el de vigilante de seguridad, que se ha convertido en uno de los más precarios del país, un colectivo con una plantilla de más de 123.000 personas que este verano copó la actualidad por la huelga que protagonizaron en el aeropuerto de Barcelona. Pero, como ellos, son muchos -más de 1,2 millones de personas solo en diez profesiones- los que trabajan en condiciones ínfimas y con salarios muy bajos, más si se tienen en cuenta los peligros que pueden acecharle a uno en el desempeño de su jornada laboral, como las palizas que de cuando en cuando sufren los vigilantes de metro por parte de algún grupo violento o el riesgo que asumen los que velan por instituciones amenazadas por el terrorismo.
Esto es lo que denuncia uno del gremio, Óscar Verdura, que esta misma semana se manifestó junto a decenas de compañeros en la céntrica plaza de Atocha para reivindicar unas condiciones más dignas: «La gente trabaja 12 horas seguidas para poder ahorrarse el transporte y hace todas las extras que puede porque los salarios son tremendamente bajos. Tenemos un índice de conciliación cero y un nivel de divorcios que supera con creces al de otros colectivos. Te destrozan la vida...». Verdura explica además que por convenio tienen cercenado el derecho a huelga y también por ley se establece que no pueden abandonar su puesto de trabajo hasta que no llegue el reemplazo; de lo contrario, sería delito. «Y todo esto, ¿para qué? Si voy a ganar menos de 1.000 euros al mes [concretamente 1.122 euros brutos al mes de inicio, según recoge el convenio] y voy a echar más horas que un reloj. No compensa», asegura este vigilante de seguridad privada.
Menos todavía gana Maite Méndez, auxiliar de ayuda a domicilio, otra de las profesiones más precarias del actual mercado laboral y que cuenta con más de 220.000 trabajadoras, según un informe de CC OO. «Concretamente mi sueldo bruto mensual son 850 euros, pero a mi casa entran 700 euros», explica. Bien es verdad que, al igual que el 90% de los trabajadores de este sector -que se ocupan de atender a los dependientes en su casa-, tiene una jornada parcial. Pero ella casi es una afortunada porque en su contrato figuran 30 horas, frente a las 36 que se establece para la jornada completa. «Si mi sueldo es precario, el de la mayor parte de mis compañeras no tiene nombre», se lamenta, al tiempo que denuncia que se hacen muchas horas extras que no se las pagan.
El trabajo de Dani es entregar la comida en el domicilio del cliente en un tiempo récord. De día o de noche, haga un sol asfixiante o diluvie... debe estar siempre disponible para salir corriendo con su moto. Y todo por un sueldo mísero de 5,35 euros brutos por hora. Al final, la remuneración media como mucho suele estar en los 300 euros al mes por trabajar 15 horas a la semana. Pero, eso sí, cuando te digan, porque debes estar siempre a punto para la empresa, con lo que se hace difícil compatibilizar esta actividad con otra o con cursar unos estudios. «La mayoría de los jóvenes que vemos en bici por las ciudades repartiendo comida están en el limbo laboral», denuncia Vicente Sánchez, secretario de la Federación de Construcción y Servicios de CC OO, que explica que los profesionales de la comida rápida y a domicilio son los que menos cobran del sector de la hostelería -que de por sí ya tiene sueldos bajos- y tienen un nivel de parcialidad del 90%. Asimismo, se dan muchos contratos fraudulentos, ya que trabajan más horas de las que firman y no se cotizan a la Seguridad Social.
Afecta al 7% de ocupados Además de los vigilantes de seguridad, las auxiliares de ayuda a domicilio, los profesionales de comida rápida o los repartidores a domicilio, hay otras seis actividades que CC OO denuncia como las más vulnerables del mercado laboral en la segunda fase de la campaña Precarity War que ha lanzado recientemente. Se trata también de los dependientes, promotores de productos y reponedores, trabajadoras del hogar, auxiliares de servicios... u otras todavía más contradictorias si cabe como los trabajadores del Estado, los informáticos y los consultores, que pese a estar más que cualificados con licenciaturas de las más demandadas, ingresan entre 10.500 y 13.500 euros brutos al año. Todos ellos suman más de 1,2 millones de empleados, el 7% del total de ocupados, donde «la precariedad laboral está más presente que nunca», a juicio del sindicato, que ha puesto a su disposición una página web (www.precaritywar.com) para que puedan dejar sus testimonios, recibir consejos y unirse a esta lucha.
Para evitar que la peor cara del mercado laboral se extienda aún más, CC OO se ha marcado el objetivo de que la negociación colectiva fije sueldos mínimos de 8 euros la hora, frente a los 5,35 euros que cobran algunos de estos profesionales. «El salario mínimo en los convenios tiene que estar en torno a los 14.000 euros anuales. Es lo justo», defiende José María Martínez, secretario de la Federación de Servicios del sindicato, que culpa a la reforma laboral de esta devaluación de derechos y de salarios y a la proliferación de las empresas multiservicios. Y quienes más sufren sus efectos son los jóvenes y las mujeres, que firman el 72% de los contratos parciales, de los cuales más de la mitad no son deseados, según datos de CC OO. También sobre ellas recae un porcentaje mayor de temporalidad: un 80%.
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