Los patronos denuncian la escasez de personal de la pinacoteca y reclaman que hasta que haya convocatoria oficial las plazas se cubran con interinos
La Junta Directiva del Museo de Bellas Artes de Asturias considera "urgente" que la administración del Principado licite los contratos de vigilancia privada, auxiliares de sala, educación y difusión de la institución. Unos contratos que están parados, pese a que la dirección del museo los remitió a la administración autonómica hace ya meses, y que, especialmente en los casos de los contratos de vigilancia privada y auxiliares de sala, se deben agilizar por una cuestión de plazos.
En estos dos casos, se trata de contratos mayores, por lo que se requiere de una licitación específica. Pero además, en el caso concreto del contrato de vigilancia privada, que actualmente gestiona la Consejería de Presidencia, se da la circunstancia de que el museo tendrá que asumir la gestión del servicio a partir del próximo 1 de noviembre, por lo que el contrato tendría que estar adjudicado con anterioridad a esa fecha. En cuanto a los otros dos contratos, de educación y difusión, se trata de contrataciones menores que se convocan cada año y que, al prorrogarse, es preferible que se liciten, ya que pueden alcanzar la consideración de contratos mayores.
Además de esta necesidad de licitar estos contratos, el patronato del museo acordó ayer ajustar los criterios que regularán las futuras convocatorias de empleo para cubrir las plazas vacantes en la institución. Hay que recordar que la institución tiene reconocidas seis vacantes: dos conservadores, un ayudante de conservación, un restaurador, un pedagogo y un encargado de almacenes y vigilancia. En este caso, el objetivo del patronato es garantizar que las personas que puedan acceder a esas plazas -en el hipotético caso de que se convoquen algún día- tengan un perfil profesional adecuado y la experiencia precisa para cubrir las necesidades del museo, algo que ahora no está contemplado. En otras palabras: se trata de evitar que titulados o funcionarios sin un perfil adecuado puedan aspirar a esas plazas.
Además, la dirección del museo prevé solicitar al gobierno autonómico que esas plazas, que están creadas y dotadas en los presupuestos pero que aún no se han cubierto -ni hay plazo para ello- al no haberse realizado la convocatoria de empleo público, puedan cubrirse de manera interina hasta que se abra el concurso pertinente. Algo especialmente acuciante en el caso de los conservadores. "Otros museos de las dimensiones del nuestro, incluso menores, tienen dos y hasta tres conservadores", señala el director del Bellas Artes, Alfonso Palacio. Una valoración compartida por el resto del patronato, que defiende la necesidad de incrementar la plantilla para poder cubrir las necesidades de un museo que, tras la apertura de la primera fase de la ampliación, ha duplicado su espacio expositivo.
"Falta mucho personal, ese debate lleva abierto mucho tiempo. Pero es de vital importancia para el museo", señala al respecto María Ablanedo, concejala del PP en el Ayuntamiento de Oviedo y miembro de la Junta Directiva del museo. Una valoración con la que coincide Roberto Sánchez Ramos, "Rivi", concejal de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo y vicepresidente de la Junta Directiva del Bellas Artes. "A la administración pública se le puso una bomba de relojería, para que no entre gente a trabajar. Nos ha pasado en el Ayuntamiento de Oviedo, donde recientemente un juez rechazó la creación de ochenta empleos. Se está condenando a la administración pública para que privatice los servicios, con el objetivo de vaciar de trabajadores públicos la administración. Y me imagino que el Principado tiene el mismo problema", asegura Sánchez Ramos, que insiste en que "el museo, como administración, tiene grandes dificultades".
Estas carencias, en todo caso, no impedirán que el Museo de Bellas Artes luzca hoy sus mejores galas para recibir a Plácido Arango. Y es que el empresario astur-mexicano acudirá a Oviedo para firmar la donación de 29 obras maestras de su colección a la institución. Unas obras que dona bajo la condición de usufructo vitalicio -lo que implica que pasarán a ser propiedad del museo a la muerte del donante- y que se presentarán en una gran exposición, que se inaugurará entre abril y mayo.
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