En el campo laboral mucho se habla del mínimo vital, confundiéndolo a veces con el salario mínimo, concepto que puede ser muy diferente.
El mínimo vital hace referencia el ingreso mínimo que requiere una persona para solventar o cubrir sus necesidades humanas básicas como la alimentación, vivienda, transporte, vestido, educación, salud, recreación entre otras.
Una persona requiere de unas condiciones mínimas para vivir una vida digna, sin restricciones y carencias básicas, muchas de ellas elementales hasta en el mundo animal. Esas condiciones mínimas que permiten un sustento digno de toda persona, se supone que deben ser garantizadas por ese ingreso mínimo vital. Ese mínimo vital no sólo debe considerar las necesidades de la persona sino de su grupo familiar primario, entendido este como su pareja e hijos, que en nuestro medio suele estar conformado por 4 personas.
En teoría el salario mínimo busca cubrir ese mínimo vital, algo que parece no corresponder a la realidad. El salario mínimo actual escasamente cubre las necesidades básicas de una sola persona, más no de su familia, de modo que no se puede hablar que el salario mínimo es igual o cubre el mínimo vital. El salario mínimo no es otra cosa que aquel valor, topeo o monto mínimo que un empleador debe parar a un trabajador, más no representa el mínimo vital. Lo ideal, claro está, sería que el salario mínimo obedeciera al menos en parte al mínimo vital.
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