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29 de noviembre de 2013

Dos vigilantes de seguridad de Valencia y Mérida protagonistas de acciones ejemplares


La primera de ellas la realizó Pascual Campayo. Su rápida y decidida acción evitó que el asesino de Empar Barrón pudiera escapar, pero no por ello se considera un héroe. Es más, Pascual resta importancia a su valiente gesto y todavía sigue lamentándose por no haber podido hacer nada por salvar la vida de la joven. «Lo que me duele es no haber podido salvarla. He pasado toda la noche sin dormir, no se me va de la cabeza la imagen de la chica», reconoce este hombre de 55 años que desde 1999 trabaja como escolta y vigilante de seguridad, actualmente en la empresa Halcón Seguridad.


«Cuando me asomé a la ventana al escuchar los gritos vi cómo un joven estaba agrediendo a una chica, pero en ningún momento le vi el cuchillo en la mano, parecía que le estuviera dando puñetazos», relata Pascual. «Si en ese momento hubiera visto el cuchillo habría saltado desde la ventana, es sólo un primer piso, para no darle tiempo», asegura. «Me bajo que le están pegando a una mujer», le dijo a su hijo con determinación sin perder ni un segundo. Iván también bajó con él para detener al agresor. Una vez en la calle vieron salir corriendo a un joven con un «cuchillo tipo machete en la mano» y ambos salieron tras él.

«Por casi me atropellan», recuerda Pascual, que no dudó en quitarle una bicicleta a un hombre que pasaba por allí porque el asesino «corría más que yo». A la altura de la calle l'Alguer y después de gritarle que parara, «me tiré encima de él». Pascual lo colocó contra el suelo con las manos detrás «para evitar que se meneara». En ningún momento llegó a agredir al sospechoso aunque al principio éste ofreció resistencia. «No lo hubiera matado ni mucho menos, pero en un momento en caliente se dicen muchas cosas», matizó Pascual. De hecho, gracias a su dilatada experiencia como escolta en el País Vasco, lo cogió y se lo llevó como si estuviera engrilletado sin causarle daño alguno, hasta que se cruzó con una furgoneta de la Unidad de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional, quienes detuvieron al sospechoso. «Es mi novia, es mi novia», fue lo único que le dijo el presunto homicida mientras lo tenía retenido. Posteriormente le confesó: «Lo he tirado bajo los coches», refiriéndose al cuchillo. «Cualquiera hubiera hecho lo mismo en mi lugar», alega Pascual. Sin embargo recuerda cómo «pedía policía y la gente miraba y no hacía nada». Ver información AQUÍ

La otra acción tiene como protagonista a Agustín Mateo, un vigilante de seguridad emeritense de 40 años. Se encontró un cheque de 30.000 euros en plena calle Graciano que trasladó a la Policía "Ni se me pasa por la cabeza intentar cobrar algo así", "No es que suela ir mirando al suelo, pero vi un papel que me llamó la atención, que era diferente, y lo cogí". En verdad, eran dos. Un documento con datos personales y un cheque por valor de 30.000 euros. Un buen coche. La entrada de un piso. Pero Agustín no lo dudó ni por un momento: "Enseguida pensé en llevarlo a la comisaría".

El Cuerpo Nacional de Policía informó ayer de la recuperación por parte de su propietario del talón, gracias a la actuación de este "ciudadano ejemplar". El beneficiario es vecino del municipio pacense de Don Benito, según la nota oficial, si bien Mateo cree que en los datos que él revisó se citaba la localidad cacereña de Miajadas. En todo caso, en el comunicado policial queda acreditada la "gran gratitud" del interesado hacia la persona que había encontrado el cheque.

La Policía explica que el afectado se trasladó a la capital autonómica para hacer unas gestiones y, en el transcurso de las mismas, perdió el documento. En torno las diez de la mañana, Mateo lo recogió, por casualidad, mientras caminaba por la céntrica calle Graciano, también mientras se dedicaba a resolver algunos recados.

"En cuanto vi de qué se trataba, pensé rápidamente en llevarlo a la Policía, con la que tengo cierto contacto por mi trabajo", relata. El cheque era nominal, no al portador, pero asegura que en cualquier caso nunca se le hubiera pasado por la cabeza "intentar cobrar algo así". "La situación no está bien, en Mérida hay mucho paro, pero afortunadamente mi esposa y yo trabajamos, que es lo más importante". Mateo reconoce cierta sorpresa por la expectación ante la noticia: "Me está llamando mucha gente, amigos y conocidos y tal; la verdad es que no esperaba algo así", asegura. Como vigilante de seguridad, otras veces ha encontrado carteras u otros documentos, que siempre deposita en Correos para que lleguen a la Policía. "Creo que no es para tanto, pero si a esa persona le he sido útil, me alegro mucho". Ver la información AQUÍ


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