"Hasta aquí hemos llegado los vigilantes". Genoveva Sierra, una de las portavoces del comité de huelga de los agentes de seguridad del aeropuerto del Prat, no ve salida ni negociación posible al conflicto y prevé que este agosto "el aeropuerto se quedará sin personal". Aparte de los vigilantes que ya no están haciendo horas extras y los que está haciendo vacaciones, se tienen que sumar los que están cogiendo la baja y los que se buscan otro lugar donde trabajar.
"Los únicos que luchan por la seguridad somos los vigilantes. La gente nos deja verdes y cobramos 900 euros". Sierra explica que el conflicto viene de lejos. Ella hace 8 años que trabaja en la T-1 del aeropuerto del Prat, desde su inauguración, y las cosas han cambiado mucho. Al principio todas las puertas estaban abiertas. Actualmente hay cerrados entre 5 y 6 escáneres porque faltan 30 personas para hacerlos funcionar. En octubre ya trasladaron la situación a los responsables de la empresa, pero nadie ha movido ficha y ahora preparan una huelga indefinida que está previsto que empiece el 4 de agosto, en plena operación de vacaciones de verano.
El personal de vigilancia ha decidido dar "un grito de alerta porque estamos agotados", dice Sierra. "A nadie le importa la seguridad, sólo les importan las colas. Pero si pasa algo, el responsable es el vigilante", explica la portavoz del comité de huelga ante la situación que se está viviendo estos días en el aeropuerto. Aena ya ha insinuado que puede llegar a rescindir el contrato si continúa la situación y mantiene que quien tiene que negociar las condiciones laborales es la empresa y los trabajadores, pero los vigilantes no se entienden con Eulen y responsabilizan al encargado de recursos humanos de "desatar la ira".
Un concurso a precario ¿Por qué quieren los trabajadores que Aena se siente en la mesa de negociaciones? Porque no ven posible que Eulen se comprometa a solucionar nada, dado que el jefe de recursos humanos "dice no a todo". Las nuevas condiciones del concurso que convocó Aena hicieron cambiar las reglas del juego. De tenerlo todo abierto, con personal suficiente —aunque no hiciera falta—, ahora se ha pasado a cerrar algunos controles y a tirar, por norma, de las horas extra de los trabajadores, en un aeropuerto que a lo largo de 8 años ha crecido en número de pasajeros y vuelos. "Aena rebajó las condiciones del concurso y dio potestad a Eulen de abrir los filtros que quisiera. Dio el poder a las empresas de vigilancia", y eso provocó, según Genoveva Sierra, que Eulen, para abaratar costes, fuera recortando el servicio.
Condiciones extremas "16 horas mirando un escáner, al final ves doble". Los vigilantes de Eulen del aeropuerto del Prat trabajan por sistema unas 16 horas. Como no hay personal, tampoco pueden hacer pausas para ir al lavabo o comer. A un agente de seguridad que entra a las 13h, no se le releva hasta las 19.15h para poder ir al lavabo. Eso ha provocado varias bajas por cistitis, además de las de ansiedad y gente llorando porque no aguantan la presión. También hay muchas reducciones de jornada que obligan al resto de la plantilla a hacer horas extras.
Algunas trabajadoras han perdido al niño durante el embarazo por las condiciones laborales. Prosegur, la empresa que gestionaba la seguridad en el Prat antes, había negociado bajas por riesgo de embarazo que Eulen eliminó cuando llegó. Los vigilantes de seguridad del aeropuerto del Prat no llegan a los mil euros de sueldo porque tienen los pluses que habían negociado con la anterior empresa, Prosegur, pero los que entran nuevos en Eulen, no los cobran y tienen una nómina de 800 euros al mes. Por norma, hacen entre 80 y 90 horas extras al mes, cuando la ley sólo permite hacer 80 al año. "El convenio es una porquería", concluye Genoveva Sierra. "No hay vigilantes que quieran venir a trabajar con estas condiciones", dice Sierra.
Todos de culo "Los pasajeros están en contra de nosotros. Aena está en contra. La empresa no nos escucha", dice Genoveva Sierra para intentar explicar que se sienten solos con su reivindicación. Los pasajeros "nos insultan, nos empujan. Trabajamos con una cámara delante y una detrás", lamenta mientras explica que además de hacer el control de pasajeros y maletas, de vez en cuando el sistema del aeropuerto les pone una "trampa", una bomba ficticia en el escáner que tienen que detectar, o salta el aleatorio, que provoca que se tenga que revisar exhaustivamente al pasajero. "Los únicos que luchamos por la seguridad somos los vigilantes", repite, y explica que si las colas sobrepasan los 10 minutos de espera, Aena sanciona a la empresa de seguridad.
Cobrar menos que en Renfe y que un partido de fútbol Algunos de los vigilantes ya no hacen horas extras, pero sí que se han buscado trabajos complementarios. Los partidos de fútbol se pagan bien. Mucho mejor que controlar la seguridad de un aeropuerto. Porque "la hora extra en un partido de fútbol es más cara que la de la seguridad del aeropuerto". Otros han tirado la toalla y se han marchado "donde nunca habían querido ir", a Renfe o a el metro, donde se cobra menos, pero donde hay menos responsabilidad y se trabaja más tranquilo.
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